Suceso Inefable

Capitulo 12

Al entrar a su oficina revisaba en sus papeles quien sería su primer paciente, una muchacha de diecinueves años le daría inicio a su trabajo.  

—Ana Hannath —nombró en voz alta, sabiendo que se escuchaba a la perfección en la parte de afuera. 

 —Buen día —saludó susurrando a lo que entraba al despacho, su mirada era hacia abajo, tímida, sin tener esa seguridad que corresponde, esa juventud pérdida.

—Comencemos Ana, me presento, soy la psicóloga Fernanda Pall, puedes decirme el motivo del ¿por qué estás aquí? —interroga la mujer mirando al frente de su computadora, investigando.

—Por una confusión, estoy triste, la persona que más quería en el mundo se ha ido de mi vida —confiesa suspirando, culpándose dentro de sí, 

— ¿confusión? Podrías ser más específica para poder entender, por favor, si te sientes cómoda por supuesto —fue expresiva con sus manos de forma delicado, tomando empatía con ella.

—mmm no quiero decir su nombre, pongámosle Pancho, bueno todo fue una confusión yo quise ayudar a un amigo, bueno en realidad es mi ex a salirse de las drogas, pero él me beso y llegó y nos vio, le contó a Pancho sobre el momento, entonces mi Pancho se enojó muy feo al punto de irse, ya casi no puedo pegar el ojo en las noches, no tengo ganas de ir a la universidad, estoy enojada con todos por sacar el coraje que siento, mis noches se han vuelto el infierno, lo extraño demasiado, no sé si sea mi culpa, ya no sé qué pensar —le dolía recordar, sus ojos marrón le delataban, sin embargo, no se permitía llorar.

—bueno Ana, escucho que es una ruptura, una pelea normal de parejas, pero esta crees que llegó a su fin, puede que estés triste, normal, eres ser humano, no una máquina, desahoga ese sentimiento que llevas consigo, pero no trates a los demás de una manera desagradable, se puede controlar señorita Hannat, no permitas que ese algo arruine una vida que tienes por delante, haz ejercicios, cuida de tu imagen, estudia, diviértete, él tuvo sus razones para irse, lo que aquí hizo falta de comunicación, el muchacho… Pancho debió escuchar tu versión, mas no lo hizo… no te estas generando soluciones.

—suena fácil, pero es una mierda lo que vivo —rueda los ojos en blanco.

—dime ¿cuál es tu juego preferido?

—Mario Bross —contestó.

—cuando jugabas, y ganabas te ponías contenta, pero cuando perdías ¿Qué hacías? ¿Te dabas por vencida? ¿O seguías intentando buscar ganar? Buscar felicidad —la chica miro fijamente a la psicóloga quien con su cabeza asentía —date cuenta que este fue un episodio perdido, pero no la temporada, muchacha tienes diecinueves años, sonreí.

 —Lo intentare —respondió en voz baja, sonriendo por primera vez.

—ánimos Ana, bueno mi recomendación es que vayas algún lado, te distraigas, date tiempo, primero tu salud mental, tu eres la prioridad… y que la asistente te de la siguiente fecha, en la cual nos veremos —da por finalizado la primera cita con su paciente.

Estrecharon las manos ambas, Fernanda se sentía alegre, el cincuenta por ciento de las personas que iban al consultorio se quedaban contentas con el tratamientos, el restante salía con el ánimo por los suelos, o muy enojados, por no aceptar la ayuda.

La psicóloga al ver salir a la muchacha, recordaba cuando por una situación similar a la de la chica pasó, creyendo que el mundo se acabaría por terminar una relación.

A la que se sentía de esa forma era Betsy, estaba acostaba en su tina de baño, su mirada fija a los dedos de sus pies que jugaban con el grifó y las burbujas, frunciendo el ceño, pensando en que no todos los hombres son cortados por la misma tijera.

Quería llorar al no valorar a un muchacho que le respetó desde un principio en la universidad, ahora esta con alguien que pudo ver ese corazón lindo, ahora él tenía los labios más partidos que el corazón de ella.

Su hermano mayor estaba preocupado, se mandaban constantemente mensajes ellos, le preocupó al llamarla y que no contestase de una vez, por lo general siempre prendida al celular estaba y más cuando le día anterior le obligó a que retira un paquete de ella.

Así que el hombre retiró el mandado, mas hizo una parada que no estaba en el plan del día, a comprar un tarrina de helado de oreo, al llegar al departamento de Betsy, estando frente a la puerta tocó cuatro veces y dejo las cosas en el suelo.

—aquí te dejo tus cosas, más un helado, para que alegres tu día amargada bella tierna —escribió por mensajes Maximiliano, Betsy lo leyó al segundo de recibir ese texto,  rodaba los ojos riéndose aun teniendo los ánimos por debajo. 

—Gracias hermano —le coloco. Como no iba a ser reciprocó con esa muchacha que demostró ser confiable con Maximiliano, donde entendió que los que ayudan también necesitan ser ayudados.  

Fernanda ya recibía al siguiente en su lista, tratándose de Mariano y su caso.

—hola Mariano ¿Cómo estás? ¿Qué hay de tu vida? ¿Cómo te encuentras? —expresaba con alegría la mujer, siendo reflejada por el adolescente de su frente.

—Es que llegue aquí y justo salía una canción re vieja en la radio y no me pensaba bajar del carro hasta que se acabe, por eso llegue un poco tarde —contesto junto con su compañía, felicidad.

—No te preocupes, tu felicidad es primordial Mariano, eres maravilloso —confesó guiñando su ojo derecho, sonriendo sin despegar sus labios, veía a través de la ventana como el pájaro negro volvía en su tal vez lugar preferido, colocándose allí, como siempre.

—de verdad que me siento más contento desde que vine a este lugar, psicóloga Fer gracias, gracias a usted siento que vale la pena ser un humano en la tierra, llegar aquí abrió puertas a mi vida, sé que mi padre me lanza plagas pero yo mismo las he apartado, trate de ahogarme en mis sentimientos, cuando necesite de alguien, ¿Quién estaba allí? Era yo mismo —respondió con sinceridad, apretando con fuerza el borde de la mesa, estaba nervioso a la vez, pero la alegría que contenía por contarle lo que hizo, tomó valor para seguir hablando.




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