Capitulo 13

La familia Andrade de nuevo habían hecho una reunión sin ningún compromiso especial, salvo para pasar en familia, debido por las vacaciones cortas para luego regresar a su rutina.

—Mira estos cachetes, no me gustan que estén gorditos, soy horrible —y la tristeza se manifestó en el rostro de Betsy, que se veía demasiado en el espejo buscando defectos.

—es verdad eres fea —soltó Maximiliano sin ningún pudor, la familia presente levantó su mirada anonadados por el comentario, viendo cual sería la reacción de la afectada que parpadeaba sus ojos. 

—No sea bestia, no le digas así, no ayuda en nada —salió a la defensa Erick frunciendo el ceño, quien se le acercaba a su amigo, para reclamarle porque decía tal mentira.

—Es que si le digo la verdad, no me va a creer —la hermana medio sonrió ante las palabras, con sus labios le mandaba un beso en el ambiente. —eres hermosa.

La adorada chica comenzaba su carrera como actriz, había participado ya en papeles secundarios de dos novelas importante, que poco a poco iba teniendo reconocimiento en el país, pero no era suficiente para ella, tenía hambre de éxito en el mundo, los consejos familiares se hacían presente, podía perder más de lo que llegaría a ganar.

Los señores Andrade no pudieron jamás tener una descendencia junta, curiosidad, tenían lujos, dinero, fama, pero no podía tener un hijo, el universo tenía otros planes, en el transcurso consideraron la idea de adopción, escogieron a la irritable bella Betsy.

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El esperado día llegó, las ventas incrementaban cada vez más, una locura total, la gente ingresaba a Maxipizza, se iban y volvían, algo demasiado genial. La cantante Dayanara se lucia como siempre, agradable era para el oído y el movimiento de las caderas, una melodiosa voz que se cargaba ella.

El líder del negocio con su equipo de trabajo rompía en bomba, hasta ahora no había fallas en el sistema general del local, solo lo típico, algun boca abierta que riega gaseosa en el suelo.

En toda la multitud Max podía visualizar a sus conocidos, los esperabas pero ansiaba mucho con la mujer, solo esperaba que si llegara, Fernanda le respondió los mensajes de manera tan alegre confirmando que le acompañaría, también porque la empresa “Ammeggas” le exigía, esto desconocía Maximiliano.

—qué bueno de que me responda. ¿Por qué no lo hacía? —preguntó el por chat.

—Estaba dormida —contestó ella.

— ¡después de tres días!

En una ocasión aceptó una llamada con el hombre, no le daba tiempo a cosas innecesarias pero estaba aburrida y se acordó de él, desde luego como cosa del universo al pensar en Max, resulta que al rato le había otro mensaje, Fernanda se quedó un tanto sonriente no por lo mandado, sino por llegar a pensar en alguien y que este se aparezca por cualquier razón.

Odiaba tener que ella mandar un texto cuando sabía que podía él estando conversando con otras chicas más, así como ella lo hacía con el sexo opuesto.

—me da una porción de pizza parce —molestaba la joven arrimaba en el mesón con sus brazos apoyados, de nuevo esa sonrisa llamativa presente. —aquí llegó tu cliente favorita Max.

—Samay, que bueno verte por acá, te has perdido —recalcaba el dueño saludándole con un beso en su moflete. —enseguida te dan tu pedido, quédate un ratito.

—Soy paciente —menciona la joven, eran conocidos porque a la muchacha de veinte años le encantaba el lugar, la pizza, en general todo, que prácticamente desde adolescente la conocía, mas no eran bien amigos eternos, con un hola y chao era suficiente.

Maximiliano alzó su cabeza, y en cámara lenta fue viendo a la mujer radiante que iba entrando, maravillosa, el magnífico vestido amarillo le formaba muy bien en su esbelto cuerpo, resaltaba su piel blanca con su melena larga ondulada.

—wau, una mamacita rica —en los pensamientos de varios hombres, algunas mujeres se sintieron inseguras, otras se sentían avergonzadas en comparación con esa mujer que se notaba que cuidaba todas la hebras de su cabello, hasta la uña de sus pies, por supuesto no iba con esa intención Fernanda, en su mundo se vestía para ella, le gustaba consentirse demasiado, darse amor propio siempre, verse linda.  

Esa energía de feminidad le atraía Max, pudo notar que sus senos eran grandes, la pasión introdujo en su ser, tiene una gran imaginación a la hora de la cama, un perfecto amante, no engañaría a nadie, a ese apetito jamás podría cambiarlo, no le importaba, piel suave, hermosos mulos, mantenían despierto toda la noche, por ser digno de su signo en cada rincón puede llegar a un nivel de placer.

Se controló, no quería romper el pantalón.

Un hombre que estaba arrimado por la pared quedó impactado por Fernanda, le abrió la puerta, invitándole a que sea su cita en esa tarde, ella atenta le negó su propuesta, sonrió.

Max se percató en la escena, en su mente rápido cráneo, como era ella, es bella, cuida de su imagen, independiente, ama su trabajo, y aunque no la conozca está segura que espera lo mejor de sí, si tiene miles de pretendientes, esta soltera porque nadie le habrá hecho superar esas expectativas, no era estúpido.  

—buenas tardes señorita Pall, es un gustó volverla a ver, la espera con ansias —fue su saludo cordial, la mencionada levantó levemente su rostro y hacer contacto visual con el hombre hermoso, Max tendría que conectar con ella, no se le acercaría como una bestia a invadir su espacio personal, tendría que ir al modo de ella, le quedó bien claro cuando ella no le gustó que le diese un abrazo.  

—Igualmente buenas tardes, el lugar como luce increíble —dice con una sutil voz delicada sin esforzarse a que suene tan exagerada.

—Tu presencia aquí es de maravillas —le halagada sin hacerle sentir mal, ella le tomo como un lindo cumplido. —te muestro tu lugar reservado.

—Por favor —habla, notaba que de verdad se esforzaba en hacerle sentir cómoda, ella que doblaba sus rodillas y Max con sus manos en el respaldo empujaba suavemente la silla. Eran pequeñas cosas que no dejaba pasar la mujer, podrían llamarla exigente, pero era muy inteligente, a diferencia de otra persona x que ni le abrió la puerta del carro para que ella entrase.