Suceso Inefable

Capitulo 16

Se sentía cansada, pero satisfecha de haber hecho ejercicios, esta vez agarro pesas para tonificar aún más su cuerpo, se encontraba tirada en el frio suelo, tenía que levantarse ya pero decidió quedarse un rato más.

—gracias Fer, por entrenarme —le dio a conocer su hermano, Thomas, ahora está muy bueno que el autoestima del muchacho está arriba, reconocía que tener una hermana mayor existían muchos beneficios, se sentía orgulloso.

—de nada tontito, pero no me agradezca a mí, sino a ti porque escucharme, y aceptar —recalcaba la fuerza de voluntad del muchacho, le contestaba suspirando. —ya me tengo que ir, iré a la iglesia.

—Viii… vas a ver al cantante —comenzó a molestarle, y Fernanda a rodar los ojos riéndose.

—Supéralo —informó para que le dejara de molestar con el muchacho que confesó sus sentimientos, en una iglesia, y que cada vez que cantaba no dejaba de mirarla a Fernanda. —a una dama no le debes molestar…

—Nanda ¿tú eres una dama? —Bromeaba su hermano, a lo que la mujer le lanza una mirada asesina y se levanta un poco seria… —estaba jugando, oye… ya no estés molesta.

—que irrespetuoso, ahora me tienes que acompañar a comprar ropa —informa la hermana mayor, el con cara de fastidio niega que saldrá. —no me mires así, vi la oportunidad y la aproveche… ira también Briana.

—no pues, las comadres se reunirán… no te acepto la salida porque casualmente saldré con mis amigos, como mi padre no puede dejarme y tu saldrás, no hay problema en que me vallas a dejar.

—Bueno pues déjame informarte que te mentí, y no iré a ningún lado… voy a la iglesia, allí te dejo —le avisa mirándole desde lo alto en lo que ella está, apoyándose en el marco de la puerta.

—Creo que me quemare en el infierno de no ir hace tiempo al lugar —preocupado se habla para el mismo, ya su hermana se había ido.

Pasaron los minutos, su corazón saltaba de alegría al escuchar la palabra de Dios, el padre era un amor de persona que conectaba con la gente que iba voluntad propia para alabar el señor, con el pasar de los años, pocos iban, era tiempos en donde cada uno tenía sus propias creencias actualizándose o despertando.

Fernanda creía en las cosas ocultas del mundo, aunque se quedara callada para no ser burlada, sabia mantener el buen equilibrio de su balanza, en lo espiritual y terrenal, su alma pertenecía a su señor aunque el cuerpo siendo débil quería regresar a lo oscuro.

Antes ya había ido al hospital para verificar ante alguna enfermedad sexual, sabía que en ella estaba todo está bien, cuando había ido a la clínica, la doctora que le atendió estaba tan estresada que se había equivocado de papeles, recibiendo Fernanda una noticia inesperada.

—Está embarazada, de cuatro semanas —.

— ¿pero cómo pasó eso? —exclamaba Fernanda sorprendida.

—Señorita Pall, es lo suficientemente adulta para saber cómo se da el origen…

—Sí, yo sé perfectamente aquello, lo que no comprendo es que ¿cómo? si yo no tengo intimidad con alguien desde hace mucho tiempo.

La equiparación de papeles le tomó como sorpresa a Fernanda, a la final todo se había aclarado.

El hombre de hermosos ojos zafiros, como siempre, atento a ella, llamándole para afirmar la salida tan esperada, quiso el mismo ver la en su auto, pero la autoridad de la muchacha lo contradijo. Fue al lugar en donde ella designo, allí entró para esperarla, y jamás era tarde para escuchar la palabra de Dios, decidió entrar y prestar atención, pero creo que su corazón tomó un rumbo diferente cuando vio a Ferchis, una escena tan afectuosa.

Desde que la conoció se dijo que era una bella mujer, que existe dentro de sí, una mujer increíble, que no es alguien que tenga un límite de su conformidad, estaba dispuesto a entender su forma de amar.

Muchas mujeres pasaban por frente de él, algunas asegurándose de un buen futuro, otras pasar el reto, pero también hubieron algunas mujeres quiso intenta con Maximiliano algo serio pero este le dijo que no estaba en condiciones de ir por ese camino, que un noviazgo se necesitaba entrega total y tiempo, cosa que el por ahora no podía darle, aquella mujer supo entender, y terminó alejándose sin rencores.

Pues jamás imaginó que sus propios palabras algún día también se dirijan para sí mismo, a los meses de conocerse, Fernanda le fue bien claro en decirle que no estaba para ilusiones, de amigos con derechos, que tenía metas y si tener una relación impidiera sus sueños, pues que valla a conseguir a otra mujer, pero ella necesitaba de un hombre que esté dispuesta a ella.

Se supone que el hombre debe estar más enamorado que la mujer.

—mi Dios, así eres tú, aquí estas, sanando mi corazón, te adorare, te adorare —cantaba con mucha pasión junto con las demás personas, cerrando los ojos, alzando sus brazos colocándoles arriba, en sus pensamientos hacían su petición, un momento agradable, donde el encuentro con Dios incrementaba. Haciendo que el amor se multiplicara, a la hija del rey.  

—Gracias padre, porque antes de conocerte yo no era nadie, porque me di cuenta que tú eres amor y me dijiste un volver a empezar a mi vida, que sería de mí, que hubiese pasado si… si muchas cosas malas estarían gobernando en mí, siempre estaré agradecida con esta vida que me has dado, ahora soy feliz, lo soy, cuida de mi angelito, cuida de mi familia, aleja algún mal de mí, te agradezco por el aire que respiro, por los alimentos diarios, de verdad hay tantas cosas por agradecerte, te amo mi Dios, grande y misericordioso —esa ceño fruncido, esa dedicación en hablar con él, la energía que transmite, con que amor lo hace.

Al finalizar de la ceremonia que no demoró mucho a decir verdad. Y con la mirada de Fernanda buscaba al hombre, quien se colocó detrás de ella para darle la sorpresa, tapándole los ojos, recibió un golpe en sus manos, pues la mujer no se imaginó que era el, y lo terminó alejando.




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