Suceso Inefable

Capitulo 20

El motivo que cuando salga el sol, se iban a dar unos días juntos, el mes de Septiembre, era perfecto para un delicioso paseo. El hombre de veintinueve años, ya tenían planes de un viaje con la mujer de veinticuatro. Y se dio.

El paseo fue divertido, hablando temas interesantes, que no aburrían, entre ellas Maximiliano sacando con sus palabras lo que sentía en el corazón, los libros le habían ayudado en mejorar su trato.

—a tu lado soy quien soy, me traes loco, puedo decir que por primera vez siento algo fuerte —la mujer mordía su labio inferior, ella podía amarlo y desearlo, pero no podía convertirse en su sombra, porque de nuevo la mente trabajaba en que tal vez tenía algún día que soltarlo, saber que algún día el regresara por su propia cuenta, seguridad es su segundo nombre.

—yo me pregunto ¿en dónde has estado todo este tiempo? —ella entrelazada su mano con la del hombre, ya paseando por las playas de ese lugar hermoso, junto con ese atardecer magnificó.

—supongo que debíamos sanar heridas, cerrar las cicatrices para cuando estuviésemos listo, no la embarremos, pero lo bueno de todo esta historia que estamos construyendo, es que te encontré… por fin… —el hombre, agradecido con el amor que tocó su alma, de topársela fue como un sueño y su mundo cambio. Aunque tocaba el cielo con la presencia de ella, temía que a la caída fuera súper dura, el amor puede también mostrarte su lado oscuro.  

<< —que boba Fernanda —molestaba Maximiliano, puesto que la mencionada haya contado una terrible anécdota de su pasado, no tenía derecho que le tratase de esa forma.

— ¿Boba? No creo que mi enamorado me haya dicho eso, tal vez quisiste decir mi reina ¿cierto? —exclamó alzando la voz, con esa alzadita de su ceja, entrecerrando los ojos, porque no le gustó esa forma de que él le ha tratado.

—Por supuesto —trato de disimular su nerviosismo, por un instante pensó que era exagerada al corregirle, pero con justa razón lo hacía, muchas mujeres se dejan llamar por su pareja pendejas cuando claramente no debe ser así. — ¿y usted mi vida, por qué cree que tienes derecho a mandar mi forma de hablar?

—porque soy la princesa de tu corazón, amor —respondió con inocencia, contestando con un suspiro, como si fuera obvio, cosa que no era mentira. >>

Fer le regalo unos cupones al hombre, donde era un privilegio para él, de ocuparlo y darle un bien uso. Durante esos días de vacaciones hicieron de todo, bailando bajo la luna, cenas románticas, paseos por un lago hermoso, conectando con la naturaleza, interactuando con los animales, estaban locos, les importaba un carajo lo que sucediera alrededor, y la gente que los miraba van creyendo en el amor, en esos extraños, lo único que faltaba era sellar esa pasión, y recordar lo magnificó que es el viaje, gracias a un destino o casualidad, una pareja bastante inusual. 

Maximiliano le habia dicho que comprara lo que quisiera a su enamorada, luego de varias pruebas de vestimentas, habían decidido a descansar en la habitación del hotel.

—amor, iré al baño, creo que ya no estoy convencida de que hayas comprado ese vestido —dudaba Fernanda, apenas ingresando a la habitación que ambos compartían.

— ¿Por qué? créeme que te queda súper que bien —respondió ya encendido Max, las ganas que le dieron de hacerla suya, pasar su mano sobre su cintura y caderas, a esa mujer le deseaba y mucho.

—Ya vengo… —ella entró al baño y estaba contenta porque el vestido realmente le quedaba perfecto, en ese instante se olvidó de haberle llamado a su madre para avisarle que dentro de dos días, volvería.

—Disfruta mucho de esas minis vacaciones —le decía a su madre.

—Siempre disfruto de cada cosa —exclamaba sonriendo, mientras veía como Maximiliano paseaba por la habitación. —señora Belki, le escucho con un tono preocupante ¿Pasa algo?

—Que comes que adivas Fernanda —se reía sin ganas Belki. —de hecho tu padre hoy amaneció con un poco de fiebre y ha pasado solo en cama.

Fernanda se pone pensativa por lo oído.

—Viniendo de papá, es que no se encuentro del todo bien —afirmó ella quien conocía a su padre y sabía que una fiebre no era necesario pasar en cama, por lo general, sacaba fuerzas para estar con su familia o trabajo, pero no en una habitación.

—Ya le escribí a Robbert para que viniese a nuestra casa y pueda verificar que se le debe de dar, aunque yo considero que dentro de un rato estará mejor…

—Quiero hablar con el  —.

—No, claro que no… Tú estás de vacaciones para alejar ese estrés, so cuídate mucho y saludos para Maximiliano —se despidió la madre.

Aun le cuesta entender el cómo su adorada madre ahora hasta le salude a su compañero del momento.

— ¿Vemos una película? —pregunta Maximiliano trayendo todo lo necesario para que el momento sea agradable.

—Si no es Avatar, no quiero nada —avisó Fernanda, sonriendo.  

—Lo que te encanta de la película es que más allá de la historia de romanticismo lo que te gusta es sobre conectar con el espíritu de lo que te rodea, apuesto a darte un beso si estoy en lo correcto —deducía Maximiliano quien abrazaba a su enamorada sonriente por lo que había dicho.

Fernanda alzó su rostro para mirar a la de él, y darle ese beso que el pidió.

—Ya me vas conociendo —exclamó con alegría en sus ojos.

—pero yo creo que tú a mí no me conoces —dijo el con un poco de voz seria, pero a la vez con algo de risa. —Aun no aprendes a como dar un beso.

Y como él decía buscó de sus labios, rozando, exploraba su lengua, gozando de aquel momento que iba tomando otro rumbo, a una cercanía más, ella buscaba más comodidad por lo que se acoplaba en el sofá, sin que Max se alejase.

Ni se te ocurra cometer una tontería, pensaba Maximiliano, y aunque el tuviese las ganas, Fernanda a la final tenía la decisión si pararía o no.




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