— Entonces…. ¿Ustedes son almas gemelas que reencarnaron porque en su vida anterior no pudieron concretar su amor?- preguntaste algo incrédula mientras permanecías sentada en una de las mesas de ese restaurante familiar que aún no abría.
— ¡Así es!- Dijo la peli rosa sonriente mientras sujetaba la mano de su esposo de mirada severa.
— ¿Y se supone que Gyomei sensei y yo también somos reencarnaciones que no pudieron ser felices en su vida anterior?- continuaste interrogando.
— Si,- confirmo el hombre de cabello negro que aún no se había quitado el barbijo desde que salió de la cocina.- y son almas gemelas.
No sabias si esa pareja te estaba tomando el pelo o realmente hablaban en serio. Habías decidido concurrir allí luego de haber soñado con Mitsuri como efectivamente lo había predicho, la pelirrosa te hizo pasar y junto con su esposo el cocinero te explicó que, al igual que tú, habían estado teniendo sueños extraños y recurrentes toda su vida. Lo habían consultado con médicos y psicoanalistas pero no pudieron darles una respuesta certera. Hasta que un día se cruzaron y cuando se vieron sintieron un escalofrió, una especie de descarga eléctrica que los estremeció por completo y luego sintieron paz en su corazón. Esa misma noche soñaron el uno con el otro. No había otra explicación que la de ser reencarnaciones, de hecho muchas cosas en sus sueños coincidían sin siquiera habérselo contado el uno al otro.
Poco a poco comenzaron a acercarse, se enamoraron, se casaron y tuvieron 5 hermosos bebes y aseguran que son terriblemente felices ahora.
Te llevaste las manos a la sien, masajeaste tu cabeza tratando de mitigar el dolor que sentías en ella, por más sorprendente que sea lo que estos dos desconocidos te decían no podías evitar pensar que era todo una tontería.
— Discúlpenme, pero esto es muy extraño.- Dijiste algo escéptica.
— Si lo sabemos, es algo difícil de asimilar.- comento el peli negro.
— Es que… ¿cómo pueden estar tan seguros?
— Iguro y yo te vimos en sueños, a ti y a Gyomei sensei, le hemos hablado a él pero tampoco nos reconoció… creemos que sus recuerdos de su vida pasada están bloqueados, pero quizá cuando te vea a ti te reconozca, después de todo tú fuiste su pupila en el pasado.
— ¿Pupila? ¿Que era en mi vida pasada?- ambos se miraron entre si dudosos, luego te volvieron a mirar a ti antes de responder.
— Eras una cazadora de demonios, al igual que nosotros.- Con eso concluiste que definitivamente te estaban tomando el pelo.
— Okey… bueno… ya me marcho.- dijiste mientras te ponías de pie para largarte de allí.
— ¡No! ¡Espera!- dijo la mujer de ojos verdes sujetándote con fuerza del brazo.- Sé que parece una locura pero no te estamos diciendo esto por capricho,- soltó su agarre y comenzó a llorar,- En mis sueños ese hombre siempre llevaba un semblante serio y triste, había sufrido mucho… pero cuando tú estabas cerca él sonreía, aunque no podía verte por ser ciego él sonreía por ti.- La joven esposa enjugaba sus lágrimas mientras el esposo se acercaba a consolarla.
— Nosotros tenemos un profundo cariño por Gyomei san- dijo Iguro apoyando sus manos en los hombros de su esposa para que se calmase,- y queremos que sea feliz. Estamos seguros de que contigo lo lograra…
— Yo… también tengo cariño por él, - reconociste,- pero no creo que todo sea tan mágico como ustedes me lo están diciendo… además….por más que yo sienta algo hacia él, no parece que sea correspondido. Si somos almas gemelas en verdad debería haberle ocurrido algo a él también y no parece ser el caso…
— _____ san… - dijo Mitsuri.
— Lo lamento, me tengo que marchar ya. – hiciste una pequeña reverencia al matrimonio.
— Si, discúlpanos, de seguro tienes mucho que hacer, gracias por tomarte el tiempo de venir, eres más que bienvenida a nuestro restaurante cuando gustes.- dijo la joven mujer pelirrosa con una sonrisa en el rostro.
— Gracias, Hasta luego!
— ¡Hasta luego!
Luego de hablar con ese matrimonio en su restaurante emprendiste camino a tu departamento.
Ya estaba oscureciendo, el ocaso teñía el cielo de naranjas, rojos y rosas en el horizonte de la ciudad, las hojas de los arboles crujían bajo tus pies y el frio viento te daba de lleno en la cara, más toda la belleza de tu alrededor no te sacaba del trance en el que estabas:
¿Cómo puedes ser que dos completos desconocidos hayan atravesado lo mismo que yo con los sueños? Dijeron que sintieron una electricidad al ver al otro, eso es lo mismo que yo sentí… ¿acaso Gyomei san también le paso lo mismo? ¿Acaso estamos destinados a estar juntos?
De pronto recordó a aquel matrimonio del restaurante y el tierno amor que se profesaban… Y no pudiste evitar pensar en que sería lindo poder tener algo como lo que tienen ellos… pero…. ¿Si no es correspondido? Si solo es una coincidencia y solo te estas ilusionando como una boba…
Sacudiste tu cabeza de un lado a otro, mejor dejo de pensar en esto, sino me volveré loca…
Te pusiste unos auriculares con música a todo lo que da y mientras pensabas en tus pendientes caminaste hasta tu departamento. De repente pasaste por un supermercado y recordaste que te faltaban algunas cosas para tu casa así que decidiste entrar y hacer una compra rápida.
El empleado estaba en la caja bobeando con su celular, ni siquiera te miro cuando entraste, tomaste una canasta y comenzaste a deambular por los pasillos del lugar tarareando una de tus canciones favoritas.
Tomaste todo lo que necesitabas y justo antes de, marcharte viste en uno de los aparadores unos paquetes de gomitas de ositos, las mismas que te gustaban de niña y tu mama nunca te compraba porque tenían mucho azúcar y te saldrían caries, ahora que vivías sola podías darte el gusto y comerte algunas, después de todo nadie te regañaría. Ibas decidida a tomarlas cuando tu mano choco con la de otra persona.
— Oh lo sient….- te quedaste helada al reconocer a aquella persona, nada más y nada menos que el maestro de Sayo,- ¡GYOMEI SENSEI!- Apartaste rápidamente tu mano y viste como él movía la boca pero no le oías puesto que aun llevabas los auriculares, te los quitaste rápidamente.