La feria del jardín de niños resultaba ser un éxito, atrajo a varias personas de la cuidad que se acercaron a probar suerte en los juegos y a comprar comida en el puesto que Iguro y Mitsuri habían puesto para ayudar a recaudar dinero.
Todo marchaba de maravilla, Gyomei veía los niños corriendo de un lado a otro, jugando, charlando con sus padres y amigos y se alegraba, pero por dentro aún estaba aturdido.
Luego de la epifanía de la noche anterior no había logrado dormir mucho, las ojeras bajo sus ojos hacían acto de presencia, pero él no dejaría que los niños lo notasen, siempre mostraba una gran y enorme sonrisa para con todos.
De repente vio entrar por la puerta a la joven ______. Llego junto con su hermana mayor y su sobrina Sayo que, al ver a su sensei, se soltó de la mano de su madre y corrió a saludarlo. Este se agachó para poder abrazarla e intercambiar unas palabras con la niña.
— Mi tía me dijo que la salvaste de unos tipos malos, ¿es cierto sensei?
— Hum… bueno… - el moreno estaba dudoso de que responder, pero termino reconociéndolo,-si… podríamos decir que sí.
— ¿Entonces usted es como el príncipe de los cuentos y mi tía es la princesa?
Ante tal comentario el mayor no pudo evitar sonrojarse y al alzar la vista y contemplar frente suyo a su amada noto que ella estaba apenada igual que él, probablemente había escuchado lo que dijo su sobrina.
— Vámonos cariño, intervino la madre de Sayo,- el sensei y _____ tienen que hablar.
Y con una sonrisa cómplice se alejó con la niña para que la pareja pusiese conversar.
Gyomei se incorporó evidenciando su gran altura y trato de saludar a la joven lo más calmado posible.
— Bu… buenos días _______ - no lo logro.
— Bue… nos di… as sensei…- ella tampoco
Ella lucia radiante ante los ojos del moreno, llevaba su cabello suelto y al parecer se había maquillado. Pero entonces noto que en su cuello llevaba un pañuelo, comprendió de inmediato el motivo: para cubrir la herida del corte que le había hecho el ladrón, de pronto su pecho se estrujo de la angustia, su suave y perfecta piel había sido dañada… y sintió culpa. También recordó las palabras que el policía peliblanco le dedico la noche anterior
“al enterarse que dañaste a sus subordinados vendrá por ti, ten cuidado.”
Si todo lo que dijo Sanemi era cierto podría no ser la última vez que esté en peligro. De repente declararse no parecía tan buena idea… No quería volver a exponerla al peligro.
— ¿Cómo están tus heridas?- pregunto con rostro triste, acto que fue notado por la joven.
— Oh...- dijo llevándose su mano al cuello tocando el pañuelo,- estoy bien, no es nada.- le ofreció una amable sonrisa que le estrujo el corazón puesto que no se sentía merecedor de ella.
— Lamento lo que ocurrió, debiste haber pasado mucho miedo… - agacho la mirada sintiéndose indigno de verla siquiera, incluso algunas lágrimas se escaparon de sus ojos.- Si tan solo no te hubiera dejado sola…
— ¡No diga eso Gyomei san! - _____ quería que Gyomei no se sintiera culpable nunca más, así que ella tomo una de sus grandes manos, las mismas manos que se habían manchado de sangre para defenderla hace unas horas, y aferrándose a ella con fuerza agrego.- Creo firmemente que las cosas pasan por algo. Usted ha sido bendecido con una increíble fuerza y eso ha sido para cuidar, para proteger a los demás, y eso hizo: ¡me protegió! ¡Si no fuera por usted yo habría terminado peor, usted fue mi héroe y le estaré agradecida por siempre, así que no se culpe porque yo no lo hago y nunca lo hare!
El moreno se quedó unos segundos sin palabras, como podía ser que aquella mujer con sus dulces palabras pudiera calmar su mente de las preocupaciones. Ella era como el sol que aparece de repente, arrasando el cielo de nubes grises, despejando el firmamento y mostrándole el celeste y radiante amanecer que creía nunca ver por culpa de las inquietudes que lo aquejaban. No pudo más que sonreírle…
— Gracias… tú siempre sabes qué decir para traer paz a mi corazón.
— Yo me siento igual cuando estoy con usted Gyomei san…
Ambos se quedaron viendo unos segundos que parecían eternos, aunque nunca se lo habían expresado con palabras ambos sentían una conexión única y especial. Hubiesen permanecido así más tiempo pero unas pequeñas manecitas tironeando de su ropa los hicieron volver la vista hacia abajo, un pequeño niño de cabello blanco y ojos rojos los estaba llamando.
— Oh, ¿qué ocurre Kaburamaru kun?- dijo el mayor mientras se ponía de cuclillas para oír al niño.
— Mis papas les envían esto,- dijo a la vez que extendía una pequeña bolsa, en su interior se encontraban unas galletas en forma de corazón. Alzaron la vista y vieron como Mitsuri los saludaba desde el puesto de comidas y les hacia un corazón con las manos, Iguro simplemente hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo,- Dicen que invita la casa en agradecimiento por su duro trabajo a ambos.
— Muchas gracias Kaburamaru kun, eres un buen niño.- Dijo _______ mientras acariciaba la cabeza del pequeño, el menor, luego de cumplir el mandado se fue a jugar con sus otro 4 hermanos mayores en los juegos.
— Lucen deliciosas,- comento el mayor,- deberíamos probarlas.
— Sí, claro!
Mitsuri miraba a lo lejos a la feliz pareja comer sus galletas y suspiraba sonriente, feliz de ver a su antiguo compañero ser feliz con su amor destinado.
Como la feria era abierta a todo el público mucha gente se acercó, incluso un grupo de niños que ya habían egresado y ahora estaban en primaria se acercaron a saludar a su antiguo sensei...
— Sensei!! Sensei!! – dijo un pequeño de cabello color carne,- ¿Se acuerda de nosotros?
— Oh Sabito kun, Claro que si mis pequeños traviesos- dijo mientras acariciaba su cabeza despeinándolo un poco.- ¡Qué grande te has vuelto!
— Yo también estoy más alta ¿verdad? – dijo una pequeña de cabello oscuro muy risueña.