Silvain Leroux es un joven de veintitrés años, soñador y amable, amante de la música, su rostro es hermoso y delgado, de tez moreno claro, labios de forma definida de color rojo intenso, impenetrables e intensos ojos verdes, su estatura es de un metro setenta y ocho, de cuerpo atlético, cabello castaño claro, lacio y brillante que llega a la mitad de su frente. Ha nacido en el seno de una familia severa, que ven los sueños y deseos del joven como absurdos. Educado desde siempre para mantener el legado de la familia dedicada a la industria de sustancias químicas, ha crecido como un joven retraído y triste para el cual su única alegría, es una hermosa guitarra de color oscuro con detalles dorados, tallada totalmente mano. Se trata de un regalo que recibió su padre y que el valientemente rescató de ser incinerada, su padre le permitió quedársela a cambio de estudiar demasiado para mantener sus notas para ser capaz de manejar los negocios. De manera obediente se encuentra estudiando Química y pronto se graduará; sin embargo, carece de pasión por esa carrera. La guitarra se convirtió en su amiga y su compañera en composiciones llenas de su pasión musical y sentimientos reprimidos que únicamente a través de su música es capaz de trasmitir.
En contraste con la cómoda vida del joven Leroux, se encuentra Solei Joly, una hermosa y talentosa bailarina de veintidós años, de cabello pelirrojo dorado un poco ondulado, ojos de color gris intenso, brillantes y profundos, piel clara, labios rosas delgados de forma definida, complexión delgada y ágil, estatura de un metro sesenta y ocho. Ella se prepara para su actuación que será dentro de dos semanas, por lo que encuentra en el elegante escenario del gran teatro conocido como “La Opera de Garnier”. Encontrarse en un lugar tan importante no ha resultado nada sencillo para ella por lo que se siente inmensamente afortunada por tener esa oportunidad por la que tanto ha luchado; sin embargo, con la proximidad del estreno de su presentación el nerviosismo la ha invadido y comienza a sentirse incapaz de actuar frente a las mil novecientas setenta y seis personas para las que tiene capacidad el recinto.
– ¿Por qué no haces algo para relajarte y que así puedas comprobar si logras emular tus emociones al público?
– Es buena idea, el pánico escénico comienza a aumentar conforme los días pasan y no tengo idea si lograre hacerlo, ¿Qué piensas que puedo hacer para enfrentar ese temor?
– ¡Ya se! Te disfrazaras de mimo y actuaras en lugares públicos, comenzamos en la torre Eiffel, siempre hay muchas personas ahí; además, todos amaran a una mimo tan linda como tú, es todo un reto en realidad si tomamos en cuenta de que eres bastante habladora–expresa la amiga de la joven para después reír divertida.
– ¡Estás loca, no, no y no, olvídalo, Lèa! –exclama Solei alarmada ante semejante idea.
Lèa Fabre es la mejor amiga de Solei desde la infancia, suele acompañarla a sus ensayos cada vez que sus clases se lo permiten, ella se encuentra estudiando comunicación. Se trata de una linda joven de veintidós años, sofisticada, de carácter amable, alegre, entusiasta, de cara franca, ojos despiertos de color marrón oscuro, nariz redonda, boca redonda, labios voluptuosos de color rojo oscuro, cuello largo, dietes alineados y blancos, mejillas redondas, cejas arqueadas y espesas, piel morena, cabello brillante, ondulado, de color negro azabache, un metro sesenta y cinco de estatura, de complexión esbelta.
– ¡Oh, claro que no lo harás! Porque eres una miedosa, Solei Joly– espeta Lèa con tono retador.
– ¿Qué has dicho?–cuestiona Solei con la indignación palpable en su voz, si alguien la conoce esa es Lèa, por algo es su mejor amiga y confidente.
–Lo que escuchaste– refuta sin retractarse de sus palabras al tiempo que eleva una ceja–. Ni siquiera disfrazada y sin que nadie sea capaz de reconocerte lo harás, eres demasiado miedosa.
–No puedo creer que me retes de esta manera– replica Solei entrecerrando sus ojos y observando a su mejor amiga de manera reprobatoria, Lèa mantiene una expresión sínica en su rostro.
– ¿Me crees capaz de algo así?– cuestiona con tono inocente al tiempo que una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro.
–Lo haré–contesta Solei con decisión–. Será únicamente una vez y después ni una sola palabra de esto a nadie, ¿Entendido?
– ¿Cuando te he fallado?
Las jóvenes se encargan de ultimar los detalles de su próxima aventura con una gran combinación de emociones al desconocer si esa idea resultará de la manera en la que esperan. Mientras tanto, en la elegante e inmensa mansión Leroux, en el salón destinado para la práctica de esgrima de encuentra Silvain, en compañía del que es su mejor amigo, Ivo Vasseur, un joven de carácter dulce, comprensivo y amable, de cara simpática, ojos negros aceitunados y expresivos, cejas gruesas y separadas, cabello rizado, negro, corto y graso, dientes blancos, tez morena oscura, de labios gruesos y oscuros, piernas agiles, estatura de un metro setenta y seis, deportivo y sano.
– ¡Vamos, puedes hacerlo mejor!–exclama Ivo con tono desafiante tras ganarle un asalto más a Silvain y en un intento de animar a su amigo, a quién ese día lo ve más decaído de lo que suele encontrarse por lo que se ha preocupado.
–Sera mejor que dejemos la práctica para después, Ivo – responde Silvain poniéndose de pie, quitándose la mascarilla desanimado y alejándose para tomar asiento en una de las bancas del salón –. No me siento bien hoy.
– Lo he notado desde que llegue, ¿Qué sucede?–indaga aproximándose y tomando asiento al lado de su amigo.
–Estoy cansado de todo, no deseo continuar más tiempo en este lugar en mi papel de títere–confiesa posando sus impenetrables e intensos ojos verdes en el techo del salón.
– ¿Por qué no te vas de este lugar?–cuestiona sin comprender que es lo que limita a su amigo.
–Mi padre no lo permitiría jamás; además, ¿Cómo dejaría a Elliete sola?
Elliete Leroux es la hermana menor de Silvain, tiene tan solo quince años de edad, es una adolecente de cara dulce y angelical, ojos amables de color miel, estatura de un metro setenta, esbelta, de cabello castaño claro, brillante, sedoso y largo con ondulaciones, labios rosas, delgados y definidos, expresión cálida y amable, es una joven inteligente, elegante y amable.
–Elliete puede cuidar de ella misma sola, es muy lista y su carácter rebelde es impresionante.
–Tienes razón, Ivo, creo que solo busco pretextos para evadir las cosas, debo admitir que me asusta, soy un ave acostumbrada a la jaula de oro, ¿Y si al salir, no sé volar? ¿Y si me doy cuenta que todo lo que mi padre me ha dicho es verdad? ¿Qué voy a hacer?
–Aceptarlo y aprender a vivir con eso como todos hacemos en el mundo real, Silvain, yo no puedo decir que mi vida es perfecta, claro que no lo es, en la vida hay obstáculos pero se enfrentan y se aprende mucho de ellos, despega esas alas avecilla.
Con una pequeña sonrisa en su rostro, Silvain permanece en silencio meditando las palabras de su mejor amigo. Realmente desea salir, conocer el mundo e incluso tratar de volver realidad sus sueños; sin embargo, siente que algo lo detiene y lo mantiene estático. Más allá de las prohibiciones e imposiciones de su padre son sus propias inseguridades que como ancla de barco lo mantienen en su lugar, permitiendo que su vida sea manejada según conveniencia, cual títere sin voluntad.
–Ahora debo irme, amigo– comenta Ivo trayendo a la realidad a su amigo.
–Nos vemos después, Ivo, vuelve a casa con cuidado.
Ivo se pone de pie, toma sus pertenencias y se aleja en dirección a la salida, Silvain observa a su amigo salir, «Me gustaría tener esa seguridad para poder lanzarme a la vida y dejar atrás estas cadenas que tanto me pesan.» piensa poniéndose de pie para dirigirse a su habitación y de ahí a la ducha para poder bajar a cenar en compañía de su familia. Al llegar la hora de la cena, sale de su habitación y con paso sereno desciende por las escaleras, llega hasta el comedor donde ya se encuentra su padre, se aproxima y toma asiento en su lugar. Su madre y hermana aún no se reúnen con ellos, lo cual inevitablemente produce una tensión en el ambiente, para Silvain compartir tiempo con su padre es sinónimo de guardar silencio y obedecer sin objeción.
–Al terminar la cena necesito hablar contigo, Silvain–expresa su padre sin dirigir su mirada hacia el joven.
– ¿He hecho algo, padre? –cuestiona sin poder evitar la preocupación que le genera el que su padre quiera hablar con él.
–Tranquilo, te explicaré todo mas tarde.
Antes de que Silvain pueda formular una respuesta adecuada su madre y hermana llegan hasta el comedor y toman asiento en sus respectivos lugares, Léna Bonnet es una hermosa y elegante mujer de cuarenta y cinco años de edad, de tez clara, ojos intensos de color verde que emanan ternura, cabello castaño claro, largo, un poco ondulado de un metro setenta y dos de estatura, de complexión delgada de carácter dulce y comprensivo. En cambio, Gabriel Leroux es un hombre de cincuenta y cuatro años, meticuloso y autoritario, de semblante serio y distante, de ojos color azul claro inexpresivos e impenetrables, de complexión delgada, su estatura es de un metro setenta y ocho, de cabello cano, lacio y corto, piel moreno claro, expresión dura y fría.
La cena se celebra en absoluto silencio como siempre y una vez que culmina Gabriel se pone de pie, avanza con paso lento y Silvain, comprendiendo perfectamente que lo hace como indicación a que lo acompañe, se pone de pie y en silencio avanza detrás de su padre. Al llegar a la oficina, Gabriel lo hace ingresar para después entrar también cerrando la puerta detrás de él, Silvain toma asiento, su padre hace lo mismo tomando asiento frente al joven.
–Mañana nos visitará una persona muy especial, quiero que por favor te encargues de atenderla.
–Comprendo, padre, ¿Quieres que le de alguna información en especial?
–No, no es necesario, ve a dormir, mañana cuando llegue comprenderás mucho mejor.
A pesar de su evidente consternación Silvain se pone de pie sin decir más, avanza a la salida y de ahí se encamina a su habitación. Su padre es un hombre incomprensible para él, ese amor que les tiene es tan aprensivo y sobre protector que en ocasiones a él lo asfixia y llega a pensar que en realidad su padre no siente nada por ellos. Gabriel Leroux se encuentra acostumbrado a siempre tener todo bajo su control, incluida la vida de sus hijos, Silvain llega a su habitación y se dispone a descansar.