Sueños, Amor y Destino

Capitulo 2

Al llegar la mañana siguiente en su humilde departamento ubicado en un edificio del distrito diecinueve de Paris, se encuentra Solei Joly. La joven se despierta muy temprano y se prepara para la locura a la que se aventurara ese día. Desde su apariencia hasta su psicología, todo debe encontrarse de acuerdo a su personaje, por la noche se encargo de preparar algunas cosas especiales para su actuación. Algún tiempo más tarde llega su mejor amiga hasta su departamento, Lèa lleva consigo lo que Solei le pidió conseguir.
– ¡Eres el mimo más hermoso del mundo!– expresa Lèa admirada, Solei la mira y sonríe sin decir ni una palabra, con un movimiento le indica que ingrese–. ¡Oh vamos, Sol, puedes hablar aún!
–Lo sé, simplemente entro en personaje, soy una profesional; además, dijiste que no paro de hablar nunca, veo que las conseguiste, ven, ayúdame a colocarles esto–indica con tono emocionado.
– ¡Tienes cada idea!–exclama Lèa divertida para comenzar a ayudar a su amiga.
Una vez que se encuentran preparadas, salen del lugar con todas las cosas que consideran que necesitaran y se encaminan a la línea nueve del metro que las lleva hasta París y más específicamente a la torre Eiffel. Algunas personas en el metro al ver a la joven con su falda negra a la altura de su rodilla, medias de color negro, su camisa a rayas horizontales blancas y negras, su pañuelo de color rojo en el cuello, la boina de color negro en su cabeza y su maquillaje típico del mimo, les resulta imposible no posar su atención en ella. Respirando de manera profunda se mentaliza y trata de sobrellevar esa sensación incomoda de ser observada que la invade y que es precisamente la que debe controlar.
Media hora más tarde se encuentran llegando a su destino, Solei se siente terriblemente nerviosa y trata de controlar esa sensación. Mientras tanto, en el hogar de los Leroux suena el timbre de la puerta anunciando la llegada de la visita que Silvain debe atender personalmente por órdenes de su padre. El joven la esperaba en la sala desde hacía algunos minutos mientras disfrutaba de un delicioso café capuchino.
– ¡Oh, Silvain querido, como haz cambiado!–expresa alguien con una voz tan dulce que empalaga, el joven la reconoce enseguida, con educación sonríe y se pone de pie para saludar.
–Que gusto verte nuevamente, Jeaninne– la saluda con un beso en cada mejilla.
Jeaninne Lemoine es la hija del mejor amigo de Gabriel Leroux por lo que Silvain y ella se conocen desde muy pequeños, desde hace algunos años Silvain no coincidía con ella debido a que ella se marchó a América para estudiar. Se trata de una hermosa joven de cabello brillante, rubio, largo y lacio, sus ojos son grandes de color verde olivo, piel clara, labios rosas y prominentes, estatura de un metro sesenta y cinco, de cuerpo esbelto, es extrovertida, decida, caprichosa y presumida. Silvain siempre detesto esa voz chillona de la joven y su manera de ser; sin embargo, siendo un caballero siempre la ha tratado con gran educación y amabilidad.
–Regresé hace unos días y enseguida pensé en venir a saludarte–expresa la joven con una gran sonrisa.
–Maravilloso, toma asiento, ¿Puedo ofrecerte algo para beber?
–Eres un caballero, lo mismo que tú tomas, por favor.
Silvain se encarga de pedir lo que la joven desea y toma asiento al lado de ella, respirando de manera profunda para llenarse de paciencia, «La cortesía ante todo.» se dice mientras mantiene una sonrisa amable en su rostro. Mientras tanto, Solei y su amiga, agotadas del espectáculo que han dado, deciden tomarse un descanso y se dirigen a beber un delicioso café en alguno de los locales cercanos.
– ¿Cómo te sientes?–inquiere Lèa emocionada.
– ¡Es increíble!–exclama maravillada Solei–. Me he sentido cuál pez en el agua actuado frente a esas personas, ha sido extraordinario, gracias por convencerme.
Ellas conversan alegremente y cuando llega la hora en la que deben regresar, las jóvenes se dirigen a la estación del metro para volver a sus respectivos hogares, a pesar de lo pesado que resultó el día, Solei se siente inmensamente emocionada. La aventura del día ha sido más enriquecedora de lo que se imaginaron especialmente para Solei que como artista siente que ha crecido mucho. De pronto, su mirada se posa en un individuo muy particular, parece tan preocupado, triste e incluso temeroso, situación que le resulta demasiado atípica a la joven.
– ¿Nos quedó alguna rosa, Lèa? –cuestiona de pronto causando la confusión de su mejor amiga.
–Sí, ¿Por qué la pregunta?
–Déjame ver–indica sin dar explicación extendiendo sus manos para que su amiga le entregue las rosas, Lèa le pasa la canasta que contiene tres rosas, Solei comienza a revisarlas, acto seguido sonríe, toma una y devuelve la canasta –. Coloca la canción número cinco, por favor.
– ¿La cinco? ¡Oh, Sol! ¿No te encuentras agotada acaso? Ha sido suficiente por hoy.
–Deja las quejas, Lèa, reproduce la canción.
Lèa gira sus ojos en señal de tedio pero hace lo que su amiga le ha pedido a pesar de que no comprende absolutamente nada de lo que trama Solei. Una agradable música invade el vagón, los pocos pasajeros dirigen su atención a la joven que baila transmitiendo con sus movimientos precisos y elegantes las emociones de la melodía. Todos la observan de manera atenta deleitándose con la actuación, ella avanza a lo largo del vagón al cruzar por el lugar que ocupa aquel individuo que ha capturado su atención deja caer la rosa sobre él provocando que este eleve su mirada y la observe lleno de sorpresa. Ella se limita a sonreír y continuar con su espectáculo, regresa hasta donde se encuentra su amiga, toma una rosa mas, bailando la obsequia a una señorita y la ultima que le ha quedado a una persona mayor. Una vez que termina su actuación, todos aplauden, sonriendo agradece las ovaciones con una reverencia para después regresar al lado de su mejor amiga que la mira atónita.
– ¿Qué ha sido todo eso? – cuestiona Lèa llena de confusión.
–Mi granito de arena para la felicidad del mundo–replica Solei restándole importancia al tema.
El joven que siguió con la mirada a aquella misteriosa señorita vestida de mimo, toma la rosa entre sus manos con delicadeza, la observa de manera detallada percatándose de que la rosa lleva una nota, dirige su mirada hacia esa joven para después desdoblar con sumo cuidado la nota y comenzar a leerla.
“Tal vez la noche parezca eterna y aterradora pero el amanecer siempre ha de llegar, mientras tanto, mira al cielo y disfruta las estrellas.”
S.J.
El joven sorprendido dirige su mirada hacia la señorita que lo observa de manera atenta, guardando la reacción de aquel desconocido en su memoria. Sintiéndose sumamente agradecido por el mensaje de aliento, sonríe. Ella le devuelve la sonrisa al tiempo que guiña provocando que un nerviosismo especial se apodere de él, «Que curioso es lo que me produce». Piensa tratando de comprender todo lo que le sucede.
– ¡Oh, por dios, Solei! No puedes estar coqueteando con un desconocido en el metro y vestida de payaso mientras estoy a tu lado, se encuentra en las clausulas de prohibiciones en mi contrato de mejor amiga– expresa Lèa con tono bromista al percatarse de las acciones de su amiga–. Deja de mirarlo así, te demandará por acoso, sinceramente, yo lo haría.
–Debería hacer lo mismo entonces–replica con una sonrisa al tiempo que dirige su atención hacia Lèa.
–Sol, no divagues demasiado, seguramente no volverás a verlo jamás en tu vida y aunque lo hicieras, jamás te reconocería.
–Yo creo en el destino, Lèa, si debemos encontrarnos nuevamente lo haremos aunque ante los ojos de los escépticos como tú, parezca algo imposible.
Al percatarse de que han llegado a su destino, las jóvenes se ponen de pie y al abrirse las puertas ambas salen del vagón sin parar de bromear y reír. De esta manera salen de la estación y caminan, Solei acompaña a su amiga hasta su departamento donde aprovecha para cambiarse y quitarse el maquillaje para después despedirse, salir del edificio, cruzar la calle y dirigirse al suyo. Disfrutando de la agradable noche que la acompaña, sonríe dejando que su mente se llene de los recuerdos de ese emocionante día. Se encuentra cerca del edificio donde se ubica su hogar cuando en el parque que debe cruzar para llegar algo llama su atención.
– ¡Policía!– grita provocando que un grupo de jóvenes corra sin mirar atrás, rápidamente se aproxima a la persona que golpeaban para ayudarla–, ¿Te encuentras bien?
–El mundo es peor de lo que me dijeron–murmura poniéndose de pie con dificultad, la joven le ayuda–. Si tan solo hubiese escuchado pero debo aprender a vivir con eso.
–No comprendo nada de lo que dices, te golpearon muy fuerte al parecer.
– Y ahora no tengo nada gracias a esos criminales, ¿Qué más me sucederá?– cuestiona para sí mismo ignorando lo que la joven le ha dicho.
– ¿Comprendo que ser asaltado no es agradable pero no te parece un poco exagerado?
–Lo siento, simplemente es difícil darte cuenta de que haz vivido con una idea equivocada del mundo–comenta con desanimo recogiendo su guitarra.
– ¿Tú no eres de aquí, verdad? Se nota en tu ropa y en tu manera de hablar, ¿Qué hacías en este lugar a esta hora? Es muy peligroso.
–Sí, ya me he percatado y no de buena manera, únicamente buscaba un lugar donde quedarme pero ahora estoy peor que al principio, antes únicamente me encontraba perdido, ahora no tengo ni un centavo para comprar un cruasán.
– ¿Robaron tus pertenencias, cierto?
–Así es pero ya veré que hacer, gracias por la ayuda– responde con amabilidad pero manteniendo sus reservas, ya se ha dado cuenta que no puede ser tan confiado y aunque aquella joven únicamente le ha ayudado, no sabe si puede confiar del todo en ella.
–Espera, yo puedo ayudarte a recuperar tus cosas, mientras tanto, te ofrezco mi hogar para que te quedes, mañana mismo me encargaré de devolverte tus pertenencias, ven conmigo.
–No, gracias– replica desconfiado.
–Comprendo, adiós, diviértete durmiendo en una banqueta y usando de cobija únicamente las estrellas, espero no pierdas tu guitarra que parece tan importante para ti, suerte–comenta alejándose.
– ¡Espera!–la detiene alarmado avanzando hacia donde ella se encuentra–. Acepto tu ayuda pero únicamente por esta noche, tampoco quiero molestar.
–No se diga más, vamos.
Solei avanza al tiempo que sonríe victoriosa, Sabía perfectamente que aquel temeroso individuo no desearía quedarse en ese lugar arriesgándose a ser atacado nuevamente, « Es un joven bastante particular, seguramente este no ha sido su mejor día». Piensa mientras lo guía, al llegar al edificio en el que habita ingresan, usan las escaleras y llegan al piso número cuatro que es donde se encuentra el departamento de la joven, ella extrae las llaves de su bolso y abre la puerta.
–Bienvenido a mi humilde hogar, siéntete como en tu casa.
– No es como mi casa, es muy bonito, gracias por toda esta amabilidad, ¿Cuál es tu nombre?
–Es verdad ni siquiera nos hemos presentado, mi nombre es Solei–expresa extendiendo su mano.
–Silvain– responde tomando la mano de la joven mostrando su perfecta sonrisa acción que le produce dolor.
–Traeré algo para curar esos golpes, realmente te golpearon fuerte esos salvajes–comenta alejándose dejando al joven a solas.
El día ha estado lleno de emociones para él por lo que encontrándose en el sofá de ese lindo departamento por fin logra respirar con tranquilidad, «Realmente he salido de mi jaula». piensa mientras recuerda lo sucedido.




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