Sueños, Amor y Destino

Capitulo 4

Algún tiempo más tarde llegan hasta su destino, mientras ingresan, Silvain observa todo a detalle, es simplemente hermoso, desea conocer todo lo que ha visto durante el recorrido, «Creo que Ivo tenía razón, ahora que veo todo esto con mis propios ojos y lo vivo, no parece aterrador». Analiza con entusiasmo, al tiempo que queda anonadado al ingresar en la Opera de Garnier. Solei lo guía en ese maravilloso lugar hasta que entran en donde ya esperan a la joven para su ensayo.
–Puedes esperarme aquí–le indica con amabilidad para después reunirse con sus compañeros.
– ¡Que guardado tenías a ese galán, Sol!–comenta una de sus compañeras refiriéndose a Silvain que se encuentra concentrado observando todo.
La joven ignora ese comentario y se concentra en lo que la directora de la obra dice, «Se que es un galán pero no te lo presentaré jamás». Piensa con enfado, no debería sentirse molesta; sin embargo, no ha logrado controlarse. El tiempo avanza y el ensayo llega a su final, Silvain espera pacientemente a la joven observando anonadado todo lo que sucede en el escenario y lo que se encuentra a su alrededor, al verlo tan emocionado Solei sonríe y se aproxima a él.
–Espero no te resultará tediosa la espera –comenta con una sonrisa.
– ¿Bromeas? ¡Ha sido maravilloso! Realmente resplandeces con luz propia –replica mirándola con una gran sonrisa y un gran brillo en sus ojos.
Solei siente como su corazón se estremece en cuanto la intensa mirada de Silvain se posa sobre ella, «Control, Solei, lo has conocido recién debes controlar tus emociones». Se regaña mentalmente con gran seriedad.
–Ahora nos encargaremos de recuperar tus cosas, vamos –expresa tomando al joven de la mano para guiarlo a la salida del recinto.
El agarre de la joven resulta tan agradable que Silvain se limita a dejarse guiar, al llegar a la salida Solei sabe que puede soltar la mano del joven; sin embargo, se siente cómoda con él de su mano y Silvain no ha objetado nada por lo que decide no liberarlo de su agarre. Caminando con tranquilidad le explica al joven lo que se encuentran durante su trayecto hasta que llegan a su destino. Se trata de una colonia no muy alejada de la residencia de Solei. Con paso seguro la joven se aproxima a ese lugar, Silvain siente su cuerpo tensarse al encontrarse en un espacio que no parece ser muy seguro, ella aprieta con más fuerza su mano para después liberarla y sonreír esperando brindarle algo de seguridad.
– ¡Joyce! – llama a un joven que se encuentra alejado de ellos en compañía de sus amigos, al escuchar la voz de la joven eleva su mirada y sonríe para acercarse con paso lento.
Joyce Mercier es un joven conflictivo de ojos color avellana, piel clara, labios rosas, cabello castaño, brillante, rizado que cubre parte de sus frente, semblante arrogante, frio y distante, con la mirada impenetrable y severa, su estatura es de un metro setenta y ocho, de complexión atlética. Solei lo conoce desde hace algunos años y no considera que sea un mal joven a pesar de sus acciones ruines, debido a que siempre la protege sin que ella sea capaz de comprender la razón de su actuar; sin embargo, el tiempo con malas compañías lo han terminado influenciando hasta el punto de convertirse en el líder de esa pandilla que aterra a cualquiera que se atreve a cruzar el parque a deshora, como hizo Silvain la noche anterior.
– Mi pequeña flor–dice a modo de saludo acariciando la mejilla de Solei una vez que se encuentra frente a la joven –, ¿Cómo estás? Me he enterado de tu presentación en aquel lugar, felicidades.
–No me toques ni me llames así, Joyce, estoy muy molesta contigo– indica cruzando sus brazos y sin mostrar temor alguno mirándolo llena de reproche.
–Te ves linda así, tierna en realidad– comenta ignorando las palabras de la joven–. Pero dime, ¿Cuál es la razón de la molestia de la señorita de mi vida?
– ¡Le robaste a mi amigo!–indica señalando a Silvain.
–No sabía que tenías amigos catrines– expresa con tono despectivo, mirando con desagrado a Silvain para después volver su atención a la joven.
–Ese no es tu problema, Joyce, devuélveme sus pertenencias ahora mismo o tendré que entregarte a la policía–indica retadora mirándolo con los ojos entrecerrados.
–Jamás harías algo así, no creo que quieras romper mi corazón, linda, ¿O sí?
–Déjate de juegos, dame sus pertenencias.
–Me encantaría pero no es posible, sabes cómo funciona, linda, lo que se puede vender se vende, lo que se puede gastar se gasta y lo que se puede usar se usa, desde que te encontraste con esa tal Lèa, te has vuelto como ellos, no te olvides de dónde vienes.
–Eres un…
–Tranquila, Sol, deja que se queden con eso, vámonos– interviene Silvain al ver que la situación comienza a salirse de control.
–Pero…
–No te preocupes, ya sé como lo solucionare.
–Ya escuchaste a tu amiguito, si me disculpas, mi pequeña flor, volveré donde mis amigos.
Joyce se aleja con paso seguro y una sonrisa complacida en su rostro, nunca ha podido negarle algo a la joven cuando sus intensos ojos grises se posan en él; sin embargo, le ha ganado a Solei Joly por una vez en la vida, «Gracias, tonto catrín, se nota que no conoces a Solei, de otra manera no habrías intervenido». Piensa sin parar de sonreír, sabiendo perfectamente que la joven se ha quedado molesta. Ella observa a Joyce reunirse con sus amigos, hablar por algún tiempo y después avanzar por una de las calles inferiores siendo seguido por su pandilla. Una vez que salen del campo de visión gira para observar a Silvain.
– ¿Por qué has hecho eso? –cuestiona molesta.
–Porque me di cuenta de que ese tipo no devolvería absolutamente nada, no quiero que pelees y tengas problemas por mi culpa, no te preocupes, únicamente debo encontrar un teléfono y lo solucionare.
–Siendo así vamos a casa.
Solei avanza en dirección a su hogar, ha comenzado a sentirse sumamente molesta. Detesta las injusticias y que Silvain aceptara la situación de manera tan tranquila la hace sentirse frustrada. Silvain avanza detrás de ella en silencio, a pesar de que no conoce muy bien a Solei sabe perfectamente bien que la joven se ha molestado.
–Ya no quiero causar más molestias, Sol–indica deteniendo a la joven del brazo, ella gira y lo observa–. Gracias por todo lo que haz hecho y lo mucho que me has ayudado, lo mejor será que busque como solucionar todo de otra manera.
– ¿Qué dices? No me has molestado, bueno, ahora parezco un poco molesta pero...
–Tranquila, Sol– la interrumpe tomando su rostro–. Estaré bien, lo prometo, vamos por mi guitarra.
Sin más opciones Solei avanza guiándolo de vuelta al departamento para que el joven pueda ir por su guitarra, al llegar ingresan al edificio y de ahí se encaminan al cuarto piso a la habitación de la joven, entran en este, Silvain enseguida avanza hasta donde se encuentra su guitarra.
–Haz tu llamada–indica la joven señalando el teléfono al lado del sofá.
–Gracias, Sol– el joven toma el teléfono y marca un numero, espera un momento y le responden.
– ¿Quien habla?–cuestionan sin ocultar la desconfianza al responder.
–Ivo, soy yo, Silvain.
– ¡Oh dios mío, Silvain! Qué bueno que me llamas, estaba muy preocupado, los hombres de tu padre esculcaron todo mi departamento buscándote, cuando dije que despegaras las alas no me refería a que escaparas de tu hogar, ¿En donde estas?
–No me regañes más, Ivo, estoy bien pero necesito tú ayuda, me asaltaron y...
– ¿Te qué?– interrumpe preocupado por la integridad de tu amigo –, ¿Como estas? Iré por ti ahora mismo, envíame tu ubicación, no estás listo para ese tipo de emociones, no sabes ni como trasportarte de un lugar a otro y ni siquiera conoces París menos aún otros distritos de Francia.
– Tranquilízate un poco, Ivo, estoy bien de verdad, conocí a alguien muy especial y como mi ángel guardián me ha ayudado mucho–explica mirando a Solei–. Sin embargo, no quiero continuar molestando, no pienso regresar, amigo, y es ahí donde necesito tu ayuda.
–Sabes que cuentas conmigo para lo que sea, Silvain, únicamente escúchame con atención, tú padre se encuentra enloquecido buscándote por todas partes y no de una muy buena manera, sus hombres están por todas partes, vigilando y de más.
–Sí, ya sé cómo se comporta cuando algo no se encuentra bajo su control pero he tomado una decisión y no la cambiaré, ¿Me ayudarás o no?
–Sabes perfectamente que si, ¿Que necesitas?
– ¿Podrías prestarme algo de dinero? Como te dije, me asaltaron y perdí todas mis cosas así que no tengo nada y comprenderás que si es difícil para mí hacer esta locura con dinero ahora que no tengo nada, es aun peor.
–Claro que puedo, amigo, comprendo que es complicado para ti y yo te ayudaré tanto como me sea posible pero hay un problemita.
– ¿Cual?
–No puedo hacerte envíos, se darían cuenta de inmediato de tú ubicación y tomando en cuenta que no quieres regresar.
–Es verdad, no pensé en eso, ¿Que hacemos entonces?
–Dime donde estas, te llevaré algo de ropa y dinero.
–Gracias, Ivo, eres el mejor.
–Si lo sé, ahora la ubicación.
Silvain se encarga de darle la dirección de su ubicación. Mientras tanto, encerrado en su oficina hecho una verdadera furia se encuentra Gabriel Leroux, aún no puede creer que su hijo se atreviera a tanto. El trabajo ha estado lleno de problemas también por lo que se encuentra por llegar al límite de su tolerancia, en casa, su esposa y su hija no dejan de preguntar si ya sabe algo de Silvain, «En esta ocasión sobrepasaste los límites, jovencito, y en cuanto te encuentre te daré la lección de tu vida, juro que no la olvidaras». Piensa lleno de ira, de pronto su teléfono suena anunciando la llamada del líder del grupo de hombres encargados de buscar a Silvain.
– ¡¿Ya lo encontraron?!–cuestiona con severidad.
–Aún no, señor, continuamos buscando.
– ¡¿Para qué han llamado si no lo han encontrado?! ¡No me hagan perder el tiempo, encuéntrenlo cuanto antes!–ordena evidenciando su pésimo humor y poca paciencia.
–Lo que sucede es que una persona lo vio, dicen recordarlo porque se veía realmente desubicado, preocupado y triste, el problema es que subió al metro lo que significa que salió de París pero desconocemos la estación en la que bajo.
– ¿Y que están esperando para buscarlo?
–Señor, hay muchas estaciones en las que pudo haber descendido y...
– ¡Lo buscaran sin descanso, hasta debajo de las rocas de ser necesario y me lo traerán, no quiero más pretextos! ¡¿Entendido?!–lo interrumpe con molestia.
–Sí, señor.
Raphaël Caron, escolta personal de Silvain Leroux es quien ha pagado todos los platos rotos que ha dejado el jovencito al escapar. Como responsable de la seguridad de Silvain, si no lo encuentra cuanto antes Gabriel Leroux se encargará de arruinar su vida, «Estúpido jovencito, por un capricho puede arruinar mi carrera, muchacho mimado pero todo es culpa del señor Leroux y su absurdo afán de mantener al joven encerrado, ¡Ya no es un bebé! ¡¿Acaso no puede verlo?!» piensa lleno de molestia. Es capaz de comprender perfectamente que aquel joven quisiera escapar del control de su padre, como su guardaespaldas personal conoce mejor que nadie la presión y tristeza del joven por no ser libre como los demás jóvenes de su edad pero pudo haber enfrentado a su padre en lugar de escapar causando tantos problemas a terceros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.