Sueños, Amor y Destino

Capitulo 6

El hombre en el camerino de Solei termina de revisar, dándose por vencido, su búsqueda ha sido infructuosa, «Es imposible que el joven Leroux se encuentre aquí, en dado caso que hubiese ingresado aquí, seguramente escapo antes de que esa joven ingresara, ha resultado una presa difícil de capturar o bien, la joven tiene razón e ingreso en otro lugar». Se dice convencido de no encontrarlo en ese lugar y analizando las posibilidades. Lo que más preocupaba a todos, era la reacción de Gabriel Leroux al ser informado de que nuevamente el joven se burlaba de ellos, un muchacho que no conoce el mundo, escapando de hombres inteligentes y entrenados para resolver cualquier problema con vasto conocimiento de todos los distritos de París, era una verdadera vergüenza.
–Gracias, con su permiso–indica con tono serio al tiempo que toma su teléfono para llamar a su jefe y explicarle lo sucedido.
El hombre sale del camerino de Solei cerrando la puerta detrás de él, en ese momento la joven respira profundamente. Se siente sorprendida por haber conseguido su objetivo, la manera de actuar de aquel individuo la hizo creer que en cualquier momento los descubriría. Rápidamente toma todas sus pertenencias y las coloca dentro de su pequeña maleta, no tiene tiempo que perder.
–Date prisa, debemos irnos–indica rápidamente al tiempo que recoge la maleta y la cuelga en su hombro.
–Pero, Solei…
–Nada, Silvain, tú solo no podrás salir de aquí, no pienso dejarte, vamos.
Ella lo toma de la mano y abre con cuidado la puerta, revisa que no se encuentre ninguno de esos hombres cerca, una vez que se encuentra convencida de que es seguro salir, sale rápidamente tirando de la mano de Silvain para hacerlo avanzar, con cuidado lo guía hasta la puerta del teatro que le ha dicho con anterioridad.
– ¿Qué haces? ¡Nos verán salir!–expresa Silvain preocupado deteniéndose de pronto.
–Confía en mí, Silvain, no permitiré que te atrapen, no sé quienes son ni lo que desean de ti pero tú no deseas ir con ellos así que yo no permitiré que te encuentren.
–Me siento como damisela en peligro–bromea con una sonrisa nerviosa.
–No estamos para chistes, vamos.
Con cautela ambos se escabullen por los pasillos hasta la puerta, al llegar, Solei abre y juntos salen del teatro sin ser vistos por nadie. Una vez en el exterior, ambos respiran profundamente, Solei guía al joven sin liberarlo de su agarre, alejándose rápidamente del teatro. Una vez que se encuentran lejos del peligro, la joven piensa en todas sus posibilidades, toma su teléfono y envía un mensaje a su mejor amiga quien se encuentra aún en el recinto esperándola.
– ¿Qué hacemos ahora?–cuestiona Silvain sintiéndose perdido, él no conoce bien ese lugar, no sabe como escapar del largo brazo de su padre que se encuentra dispuesto a capturarlo para aprisionarlo nuevamente.
–Tranquilo, no estás solo–responde apretando su mano para transmitirle confianza, él sonríe ligeramente–. Ahora debemos ir a mi departamento, debo cambiarme y tomar algo de dinero.
Solei avanza con paso seguro mientras en su cerebro se acomodan de manera sistemática los pasos que debe seguir. Las zapatillas comienzan a lastimar sus pies pero no es momento de quejarse. Se encuentran en el parque cercano al edificio en el que se ubica el departamento de la joven cuando Silvain se detiene de pronto.
– ¿Qué ocurre?–cuestiona Solei consternada.
– Están ahí–responde refiriéndose al edificio, Solei mira sorprendida percatándose de que Silvain tiene razón.
Meditando rápidamente sus opciones, la joven cambia la dirección de sus pasos. No comprende cómo es que han llegado a su hogar pero no hay tiempo para tratar de entenderlo. Mientras tanto, en el interior del edificio, Joyce en compañía de algunos hombres de traje se mantiene al lado de la puerta del departamento de Solei Joly observando atentamente todo lo que hacen, «Ya veremos si una vez que se marche ese catrín aprendes tu lección, Solei, no debiste confiar en ese tipo». Piensa Joyce al tiempo que sonríe triunfante.
Ha sido mera suerte coincidir con esos hombres quienes le mostraron la fotografía de aquel joven y él no lo dudo ni un segundo en relatar todo lo que sabía, omitiendo claramente el asalto que sufrió el joven, todo eso a cambio por supuesto de una gratificación por su ayuda. Alejándose de su hogar, Solei guía a Silvain hasta un sitio que considera seguro. Una vez que se encuentran lejos de su edificio, se detiene, busca su teléfono, llama y espera hasta que recibe una respuesta.
– ¿Qué ha ocurrido? ¡Me dejaste sola en el teatro!–reprochan de inmediato.
–No tengo mucho tiempo, ¿Puedo ir a tu casa? Te explicaré todo ahí.
– De acuerdo, ya estoy llegando, te espero, más te vale que sea una buena explicación–expresa Lèa sin ocultar su molestia, Solei termina la llamada, guarda su teléfono y retoma su andar sujetando nuevamente la mano de Silvain.
–Me siento como un niño pequeño–comenta el joven con tono bromista intentando liberar a la joven del estrés que denota su rostro.
–Lo siento, te he incomodado–se disculpa deteniéndose para mirarlo y liberándolo de su agarre.
–En realidad– responde tomando la mano de la joven nuevamente–. Es muy reconfortante, gracias por ayudarme, estas metiéndote en muchos líos por mi culpa y no sé cómo te pagaré que hagas todo esto.
–Sera mejor que nos demos prisa o nos atraparan–comenta sonriendo.
Olvidando el malestar que siente en sus pies a causa de las zapatillas avanza en dirección al departamento de su mejor amiga, ahí podrá cambiarse y pedirle algo de dinero a Léa y después decidirá a dónde dirigirse para que Silvain se encuentre seguro y pueda explicarle lo que sucede.
Una vez que llegan al edificio, la joven guía a Silvain hasta el interior, suben al ascensor y llegan al tercer piso que es donde se ubica el departamento de Lèa. Solei avanza por el corredor mientras Silvain se deja guiar sintiéndose bien de que la joven no lo suelte ni un momento. Llegan hasta la puerta de color café con el numero veintiséis a un lado, Solei toca el timbre, pacientemente esperan algún tiempo hasta que escuchan como quitan los seguros y abren.
– ¡Solei Joly! ¿donde…?–interrumpe sus palabras al ver que a su amiga la acompaña un atractivo joven que ella desconoce, « ¿Acaso se ha conseguido un novio y no me ha dicho nada? ¡Oh, Solei, eso sí que no te lo perdono!» Piensa esperando una explicación y mirando a la joven desconcertada al percatarse de que ni siquiera se ha cambiado de ropa.
– ¿Podemos entrar?–pregunta Solei al ver a su amiga en un estado de shock.
–Si, por supuesto, entren– responde reaccionando al escuchar a Solei, los jóvenes ingresan mientras Lèa los observa y se encarga de cerrar la puerta–. Solei, ¿Qué es lo que sucede?
–Para comenzar, te presento a Silvain, lo conocí hace unos días y bueno, somos buenos amigos, el problema es que nos persiguen y debemos irnos, primero trate de ir a casa para poder cambiarme y tener dinero pero estaban fuera del edificio, fue imposible.
– ¿Qué es lo que hiciste, Solei?–cuestiona evidentemente preocupada por su amiga y la situación que le relata.
–Eso es lo de menos ahora, debo cambiarme y lastimosamente, con toda la pena del mundo pedirte dinero prestado, con lo que tengo no podremos ir muy lejos y podrían atraparnos prácticamente enseguida.
Sin comprender muy bien lo que sucede, Lèa permite que su amiga se cambie de ropa mientras ella se queda en compañía de Silvain, quien la observa nervioso por la penetrante mirada de la joven.
– ¿Donde conociste a Solei?–inquiere la joven mirándolo detalladamente.
–Ella me salvó de unos ladrones, me ayudó y como te darás cuenta continúa ayudándome–responde el joven con una pequeña sonrisa.
Los jóvenes continúan conversando por algún tiempo mientras esperan a que Solei se reúna con ellos. Mientras tanto, en el departamento de Solei, Raphaël Caron y su equipo esperan a que la joven aparezca según las palabras de aquel joven que ha visto a Silvain, ella es amiga del joven Leroux y seguramente le ha ayudado a escapar después del espectáculo en la Opera de Garnier. Los hombres que envió para vigilar el teatro le informaron del escape y su mente precavida lo había enviado a esperar en el departamento de ella, siendo perfectamente consciente de que Silvain se las arreglaría para escaparse, de pronto, el teléfono del hombre suena.
–Caron–responde con tono profesional.
–Señor, han visto al joven Leroux acompañado de una señorita vestida de bailarina, se dirigían hacia al edificio pero cambiaron de dirección, los hemos seguido por algunas calles; sin embargo, salieron de nuestro campo de visión y los perdimos.
– ¡¿Por qué no me informaste de manera inmediata?! ¡¿En dónde se encuentran?! Ahora mismo vamos para allá–replica con evidente molestia.
–Vamos de regreso al edificio.
– ¡No puedo creer su ineptitud! ¿Ahora cómo le voy a informar al señor que se nos ha escapado de nuevo? Regresa y me indicaras en qué dirección se han marchado– indica furioso, con un terrible dolor de cabeza comenzando a amenazarlo termina la llamada, suspira y llama a su jefe.
– ¿Qué sucede ahora?–responde Gabriel Leroux con rudeza y sin ocultar el mal humor que lo aqueja.
–Se ha escapado nuevamente, señor, le estamos siguiendo los pasos, se encuentra en compañía de una señorita, ella le está ayudando.
–Ubícalo y no lo pierdas nuevamente, una vez que te encuentres cerca captura a ambos y llévalos a la dirección que te enviaré.
Gabriel Leroux termina la llamada con una sonrisa torcida en su rostro, depositando su teléfono a un lado se concentra en su trabajo, «Ya veremos si continuas con esa rebeldía, Silvain, ya lo veremos». Piensa con frialdad.




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