Sueños, Amor y Destino

Capitulo 7

En el departamento de Lèa, Solei se ha cambiado y dejado sus cosas en casa de su amiga, ha vaciado su maleta y llenado nuevamente con todo lo que puede necesitar, desde agua hasta dinero, su teléfono, comida y algunas otras cosas. Lèa se encuentra en la cocina mientras Silvain espera en la sala lleno de pensamientos y preocupaciones. Solei llega hasta él, lleva ropa deportiva y una sudadera de color negro, el cabello sujeto en una coleta alta, sonríe para tranquilizar al nervioso joven ante ella.
– ¡Solei, ven aquí!—la llama Lèa con nerviosismo mientras observa por la ventana de la cocina.
– ¿Qué sucede?–cuestiona llegando hasta donde se encuentra su mejor amiga.
– ¿Ese es Joyce?
– ¡No puede ser! ¡Ahora entiendo cómo llegaron a mi departamento, ese soplón! ¿Qué haremos?
–Tranquila, aún pueden salir pero deben darse prisa, usen la escalera de emergencia.
–Gracias Lèa, me mantendré en contacto–responde Solei abrazando a su amiga para acto seguido salir ágilmente de la cocina, se reúne con Silvain y toma su maleta rápidamente–. Debemos irnos, nos encontraron, vamos.
– ¿Pero cómo?–cuestiona poniéndose de pie sin ocultar su consternación.
–No hay tiempo para explicar, te diré de camino, vamos.
Silvain toma el estuche de su guitarra y sigue a Solei que ha avanzado con paso presuroso hacia la salida. La joven abre la puerta y se cerciora de que el pasillo se encuentre vacio, al escuchar pasos por la escalera principal hace un ademan hacia Silvain para indicarle que la siga por el pasillo hacia las escaleras traseras del edificio. El joven obedece de inmediato, juntos avanzan por el pasillo, se encuentran saliendo cuando quien subía la escalera principal llega al tercer piso.
– ¡Ahí están!–exclama al ubicarlos.
Solei y Silvain corren descendiendo por las escaleras teniendo tanto cuidado como les es posible. Escuchan los pasos de esos hombres detrás de ellos pero Solei sabe que tiene la ventaja de conocer al derecho y al revés el distrito. Corren por las calles, Silvain no tiene ni la menor idea de donde se encuentra o a donde se dirige pero eso no le detiene para seguir a Solei, toda su confianza se encuentra puesta en ella. Ocultos en una de las calles del distrito respiran de manera agitada por el esfuerzo que han hecho para llegar hasta ahí. Silvain y Solei en absoluto silencio recargados en la pared tratan de recuperarse para continuar su escape, necesitan pensar para decidir qué hacer.
– ¡Estoy seguro, lo vi entrar aquí!– indica uno de los hombres que los buscan, lo ha dicho tan fuerte que ellos a la distancia han sido capaces de escucharlo teniendo la oportunidad de reaccionar a tiempo.
Los jóvenes salen de su escondite antes de que lleguen hasta ellos, la línea del metro se encuentra cerca por lo que Solei guía a Silvain hasta ese lugar que es su única oportunidad para escapar. Sin pensarlo dos veces, suben al vagón del metro y toman asiento uno al lado del otro, por suerte para ellos el metro siempre es puntual y lo han alcanzado o habrían tenido que pensar en otra manera de escapar.
– ¿Qué haremos? ¿A dónde vamos?–pregunta Silvain con preocupación, Solei lo mira y sonríe, «Al parecer vamos a donde nos lleve el viento». Piensa sin tener la mas mínima idea del siguiente paso que darán.
–No lo sé, solo escapamos y en realidad no tengo idea, podemos bajar en otro distrito y rentar algo para descansar, es algo tarde–responde después de pensarlo por unos segundos.
–Tienes razón–acepta Silvain mirando al frente, «Aquí tienes la aventura de tu vida, Silvain, disfrútala, al menos no puedo pedir una mejor compañía». Se dice mirándola con dulzura.
De esta manera se lanzan a ese escape sin la menor idea de lo que el destino les tenga preparado pero con la firme convicción de no ser atrapados. Silvain toma la mano de la joven llamando su atención, ella le devuelve una sonrisa que a pesar de no tener ni la más mínima idea de a qué lugar se dirigen, logra tranquilizar el corazón del joven.
Han sido un algunos interesantes días escapando por diferentes distritos de París para los jóvenes; sin embargo, después de ese tiempo y sin saber a dónde más ir o que mas hacer, Silvain ha decidido pedirle ayuda a Ivo para no molestar más a Solei por lo que se encuentran nuevamente en el metro en dirección a París. Silvain es totalmente consciente del peligro que representa realizar ese movimiento, básicamente era colocarse en bandeja de plata pero arriesgarse y ponerse en las manos del destino es lo único que han podido hacer en los últimos días.
–No tengo manera de agradecer que me acompañes en todo este caos, Solei, de verdad que gracias, si no fuera por ti me habrían atrapado de inmediato–indica mirando a la joven con una sonrisa.
Los jóvenes conversan animadamente durante el trayecto que realiza el metro para llevarlos a su destino, completamente ajenos a la mirada que los ha seguido durante todo su viaje hacia Paris, « Directo a la boca del lobo, ¿Pretenderás regresar?» Se cuestiona aquel individuo mientras observa con atención analizando la manera en la que se comporta el joven con aquella señorita.
Una vez en la estación de París, los jóvenes se ponen de pie y descienden, Silvain guía a Solei a través de París en dirección al hogar de su mejor amigo. Se encuentran avanzando frente a la torre Eiffel cuando de pronto, los sujetan por la espalda, de inmediato ellos se mueven intentando liberarse del agarre pero son amenazados por lo que no tienen más opción que avanzar tratando de no llamar la atención.
–Vendrán con nosotros o no les gustará lo que les sucederá– indica uno de esos hombres con tono intimidante.
Solei toma la mano de Silvain fuertemente para hacerle notar que se mantendrá a su lado pase lo que pase, él la sujeta, mientras el hombre a su lado se aproxima a su oído al tiempo que los hacen avanzar
–Muy linda su novia, joven Leroux, ya verá lo divertido que es salir de su jaula, ¿Cuánto cree que pague su padre por usted?–interpela en tono bajo en el que únicamente Silvain sea capaz de escuchar, Silvain se mantiene en silencio avanzando para no llamar la atención de los presentes y no provocar a esos desconocidos–. Su bienestar se encuentra totalmente en sus manos, ¿Sabe? Espero cometa un error porque realmente es linda.
Los hombres los llevan hasta un automóvil oscuro con los vidrios polarizados que se encuentra estacionado cerca del lugar, al ras de la acera, listo para avanzar en cuanto suban los pasajeros. En cuanto llegan los hacen subir, una vez que los tienen en el asiento trasero del vehículo dos hombres suben atrás, uno a cada lado de ellos, mientras que otro sube al asiento de copiloto y el chofer que los esperaba se encarga de conducir de manera inmediata. Los hombres en la parte de atrás se encargan de vendar los ojos de los jóvenes que se sienten más inquietos a cada momento, sienten como atan sus manos y ellos no tienen más opción que obedecer.
Sin ser consientes del tiempo que ha transcurrido, se percatan que los hacen descender sin que ellos sean capaces de ver el lugar al que los han llevado y haciéndolos avanzar con poca delicadeza. El tiempo transcurre y los jóvenes atados con las manos en la espalda sujetos a un objeto fijo en el piso que no logran identificar, esperan para saber, ¿Qué es lo que les sucederá y cuál es el motivo de que los mantengan encerrados? Silvain se siente terrible por meter a Solei en todo eso.
–Solei, ¿Te encuentras bien?–pregunta preocupado sin poder ver a la joven.
–Estoy bien, Silvain, no te preocupes, estaremos bien– indica con toda la tranquilidad que le es posible, se encuentra consternada y asustada pero demostrar eso, no ayudara en esa situación.
– ¿Cómo puedes decir eso? Te he metido en muchos problemas y ahora estamos aquí y ni siquiera sé que haremos, ni en donde estamos–replica contrariado.
–La vida me ha enseñado a no ver las cosas tan malas como parecen, seguimos vivos así que hay esperanza, estoy segura de que saldremos de este lugar, sanos y salvos, por ahora solo debemos esperar, ¿No te han lastimado?
–No, yo estoy bien, ¿Tú estás bien? Prometo que te sacaré de aquí, Solei, lo prometo.
– ¡Guarden silencio, enamorados, este no es lugar de citas para que se den sus muestras de afecto!–les ordenan con rudeza.
El tiempo que transcurre sin que ellos sean conscientes. Sus músculos entumecidos por el frío y el tiempo en ese lugar en la misma posición, es la única señal que tienen de que las horas han avanzado. Sus ojos continúan vendados y sus manos atadas, a pesar de que se resistieron tanto como les fue posible, el cansancio los ha vencido. De pronto, un sonido estruendoso produce que se despierten causándoles un sobresalto, esperan algunos minutos y escuchan unos pasos aproximándose a donde se encuentran. Agudizando los sentidos tanto como le es posible esperan a saber qué es lo que pretenden esos individuos.
–Vendrás conmigo, príncipe–indica la voz de uno de sus captores.




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