Es una tarde lluviosa en París, por lo que Ivo y Lèa han detenido su búsqueda. La condición del clima, les dificulta moverse por la ciudad con la libertad que necesitan para poder encontrar a los jóvenes. Mientras tanto, en ese lugar en el que mantienen cautivos a los jóvenes, el ensordecedor sonido de la lluvia en el techo que parece ser metálico y con el frío apoderándose de sus cuerpos, Solei y Silvain se encogen, haciéndose ovillo, buscando guardar un poco de calor. La lluvia les hace imposible escuchar los pasos que se aproximan hasta ellos.
– ¡¿Qué hacen?! ¡¿Qué sucede?! ¡¿Silvain?!–grita la joven con evidente miedo en su voz al notar que la desatan y la obligan a ponerse de pie–, ¡Suéltenme!
– ¡Solei!–exclama Silvain preocupándose de inmediato por la joven al escucharla gritar, comienza a moverse bruscamente en un intento por liberarse.
–Tranquila, muñequita, solo nos divertiremos un poco–expresa uno de ellos muy cerca del rostro de la joven.
– ¡Déjenla tranquila!–ordena Silvain–, ¡No se atrevan a tocarla!
–Lo siento, príncipe, aquí no puedes dar órdenes y tampoco estás invitado a nuestra fiesta–comenta otro con tono burlón despertando las luces de alerta del joven con esas insinuaciones.
– ¡Déjenme!–replica la joven molesta intentando liberarse con gran brusquedad.
Con fuerza la hacen andar, ella se resiste tanto como le es posible, no sabe a dónde la llevan pero el miedo se ha apoderado de ella al tener un terrible presentimiento ante la situación. De pronto descubren sus ojos y la tenue luz de la lámpara le lastima, ha pasado demasiado tiempo en la obscuridad por lo que al principio únicamente es capaz de percibir siluetas sin sentido alguno. Una vez que ha conseguido acostumbrarse a esa luz, puede observar el horrible lugar en el que se encuentra y a Silvain intentando liberarse para poder ayudarla, empujándola la hacen ingresar en un compartimento diferente, es horrible, gris y desprende una aroma a humedad terrible, ese lugar parece una fábrica abandonada.
– ¡Déjenme!–grita golpeando con sus pies al los hombres que la sujetan consiguiendo liberar una de sus manos que usa para defenderse de ellos.
–Eres una linda fierecita, cuanto nos divertiremos–comenta divertido uno de esos hombres que no parecen ser demasiado mayores pero que sin duda alguna, en ese momento, le resultan bastante intimidantes.
Ella continua luchando con todas sus fuerzas mientras ellos se burlan de sus intentos y su lucha imparable por evitar que se aproximen a ella. Silvain intenta liberarse con demencia sin importar el daño que ya se ha provocado en las muñecas y brazos, «Debo ayudar a Solei». Se dice sin rendirse pero el amarre en sus manos es demasiado fuerte que lo único que consigue es lacerar sus muñecas por el rose, «Si la lastiman jamás podre perdonarme, debí obedecer a mi padre y evitar todo esto». Piensa mientras algunas lágrimas de frustración salen de sus ojos secándose de inmediato con la tela que cubre sus ojos.
–No luches mas, príncipe, te harás mucho daño, salir de todo esto es más sencillo de lo que piensas y tú sabes perfectamente lo que debes hacer, el poder para acabar con este caos se encuentra totalmente en tus manos, piensa en el bien de todos, es un pequeño sacrificio para ti–comenta el hombre que ha permanecido vigilándolo al tiempo que descubre los ojos del joven.
– ¡Llámalo inmediatamente! –ordena con premura.
El hombre sonríe tomando su teléfono, comprendiendo de inmediato lo que debe hacer realiza la llamada rápidamente. Esperando en la línea escucha el tono que indica que la llamada se encuentra en proceso y en cualquier momento será respondida, dos tonos después recibe la respuesta que esperaba.
– ¿Qué ocurre? –responden con tono frio.
–Alguien desea hablarle, señor–indica aquel individuo colocando el teléfono en el oído de Silvain.
– ¡Dales la orden inmediata de dejar tranquila a Solei, hazlo ahora mismo y volveré a la jaula pero más vale que no le hayan tocado ni un solo cabello!
– ¿Así que por fin has entrado en razón, eh?
– ¡Haz lo que te he dicho, ahora mismo!–expresa con angustia.
–Pasa el teléfono al hombre que ha llamado.
– ¡Responde!–indica Silvain al hombre con una frialdad atípica en él.
El hombre toma el teléfono y lo lleva a su oreja, escucha atentamente las indicaciones y rápidamente avanza hasta el compartimento de la bodega al que se han llevado a la joven. Llega hasta ese lugar y sintiendo la ira crecer en su interior al ver sus órdenes siendo desobedecidas de manera deliberada, rápidamente ingresa.
– ¡¿Qué es lo que hacen?! – Cuestiona furioso–, ¡Mis órdenes fueron claras, debían asustarla y ya, déjenla tranquila, nuestra misión se encuentra por terminar!
– ¡Oh vamos! ¿Ya la viste? Déjanos jugar un poco y…
– ¡Nada! ¡Dense prisa!–ordena con tono fuerte, Solei controla sus lágrimas y observa llena de ira a aquellos individuos ocultando el miedo que aún la acompaña.
Por suerte para ella, Silvain ha actuado de manera rápida salvándola aunque ella desconozca lo que implica que no la lastimen y la dejen ser libre, «Ella lo vale todo». Piensa relajándose al ver que Solei vuelve acompañada por aquel hombre que al parecer es el líder del grupo.
– ¡Suéltenlo!–ordena con dureza, se encuentra sumamente molesto.
Aquel día, al ver al joven sin sus guardias de seguridad y como única compañía aquella joven, creyó que tenía la oportunidad de su vida. Rápidamente él y sus compañeros se organizaron y se llevaron a los jóvenes. Todo marchaba sobre ruedas pero ahora todo se encontraba fuera de control, no únicamente el plan se le había complicado cuando Gabriel Leroux se negó a pagar el rescate por su hijo y la joven que se encontraba con él, todo empeoró cuando el hombre con sangre fría ofreció pagarles el doble de lo que pedían, si le ayudaban a darle una lección al joven. Al principio no resultó tan mala idea pero jamás espero que sus secuaces intentaran desobedecerlo y por poco arruinar todo.
Los hombres ejecutan la orden recibida de manera inmediata, lo que menos desean hacer es molestar aún más a su líder, son consientes de que el hombre se encuentra cerca de su límite de tolerancia. Silvain se pone rápidamente de pie en cuanto liberan el amarre que lo mantenía en ese lugar, sus manos, músculos y huesos le duelen; sin embargo, Solei es su prioridad, ella corre y lo abraza dejando salir las lágrimas que ha contenido.
– ¿Te encuentras bien?–cuestiona preocupado, ella se limita a mover su cabeza de manera afirmativa aferrándose al joven, realmente ha pasado por un momento traumante–, ¿Te han lastimado?– ella mueve su cabeza de manera negativa.
Sin ser capaz controlar sus sollozos, lo envuelve entre sus brazos con más fuerza. Silvain la abraza fuertemente, acariciando su espalda y besando el cabello de la joven, «Por ti soy capaz de hacer lo que sea, estarás bien, Solei, lo prometo». Piensa sin liberarla de su abrazo lleno de calidez transmitiendole la paz que tanto necesita.
– ¡Vamos!–ordena aquel hombre.
Silvain mantiene a Solei cerca de él, toma la pequeña maleta de la joven y su guitarra, para después seguir a aquel individuo. Al llegar al lugar donde tienen el vehículo estacionado, los hacen subir, de inmediato los jóvenes se percatan de que se trata de exactamente del mismo automóvil que los llevó hasta ese horrible lugar. Silvain abraza a la joven para evitar que le hagan algún daño.