Tras escuchar la respuesta, Solei Joly sale de ese lugar, decidió presentarse para ver con sus propios ojos, si aquel joven era capaz de aceptar ese matrimonio, él aceptó a pesar de haber mirado sus ojos cristalizados por el llanto, «Espero que seas muy feliz, Silvain». Piensa la joven mientras avanza por el lugar de vuelta a la estación del metro para volver a su mundo. En el interior de la catedral, la ceremonia sigue su curso a pesar de la salida de aquella joven.
–Jeaninne Lemoine, ¿Aceptas por esposo a Silvain Leroux para amarlo y respetarlo el resto de tu vida?
Un silencio inesperado e incomodo inundó el lugar todos los presentes esperan la respuesta de la joven que titubea y gira para mirar a los presentes, « ¿Y ahora qué hago?» piensa mientras su cerebro analiza las posibilidades con las que cuenta y que una por una van desapareciendo.
– ¿Señorita Lemoine?
– ¡No!–exclama llamando la atención de todos, sus padres se ponen de pie sin ocultar la consternación que los invade, ella gira para mirar al joven a su lado que atónito la observa –. Silvain, tú eres realmente increíble, perdón por dejar que esta tontería llegara tan lejos, yo no puedo casarme porque ya me he casado en América y esperaba que tú detuvieses todo esto, se que estas enamorado pero veo que tu motivación para aceptar esta locura, ha sido diferente.
–Gracias–expresa abrazando a la joven.
–Ve y alcánzala, yo me quedó con los leones–musita sin ocultar su nerviosismo por lo que se avecina sobre ella.
Silvain libera a la joven de su abrazo y avanza corriendo hasta la salida para buscar a su amada, llega al exterior, corre por el lugar buscándola con la mirada, gira sobre sí mismo sin saber a dónde ir. Hasta que de pronto, una lógica idea le indica el camino que debe seguir, corriendo tan rápido como es posible se dirige hasta ese lugar.
Caminando falta de ánimo alguno, se encuentra Solei Joly, tuvo que esforzarse mucho para poder caminar nuevamente y lo hizo con la única motivación de ver directamente a los ojos a Silvain para que le explicara, ¿Por qué haría tal locura? Sin embargo, el desenlace no fue el esperado, « Él ha aceptado, aceptó». Se repite por enésima vez en su cabeza mientras se le hace imposible controlar sus lágrimas.
–Si Solei Joly llora, el cielo mismo se entristece–expresa Silvain al tiempo que abraza a la joven por la espalda deteniéndola.
– ¡Suéltame, vete con tu esposa!–exclama furiosa removiéndose en los brazos del joven.
–No me he casado –indica haciendo que la joven lo mire, ella lo observa molesta.
–No sé qué sucedió pero tú aceptaste y eso es lo que me importa, adiós para siempre, Silvain Leroux.
– ¿Puedes perdonarme?–pregunta mirando a los ojos a la joven tomando su rostro entre sus manos.
–No hagas eso, no me mires así porque estoy molesta y te odio– replica con lágrimas en sus ojos.
– ¿Me odias?
–Sí, mucho –afirma abrazándolo dejando salir sus lágrimas–. Eres un tonto.
–No, no lo soy, mírate, estas bien, caminando y seguramente bailarás como antes muy pronto, no fue una tontería nada porque mi Solei Joly se recuperó.
–No entiendo nada– responde sollozando.
–Ya no importa –expresa limpiando las lágrimas de la joven –. ¿Te gustaría ser mi novia?
– ¿De verdad?–cuestiona con sorpresa él se limita a mover su cabeza de manera afirmativa –. Si quiero.
Abrazando a la joven con una gran emoción, la eleva haciéndola girar en el aire, para acto seguido bajarla y unir sus labios a los de ella, «No permitiré que nos separen nunca más». Se dice mirando a la joven frente a él sonriendo, ella le devuelve la sonrisa sintiéndose la persona más afortunada del mundo.
FIN