Sueños de hechicera.

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De pequeña, recuerdo tener sueños increíbles. No me acuerdo de los detalles, pero sé que eran fabulosos. Nunca tuve buena memoria por mas que intento concentrarme jamás logro saber que soñé, es frustrante. Para mi suerte, a medida que fui creciendo, iban desapareciendo y pude enfocarme en otras cosas en mi vida. Para cuando comencé a prestar atención a todo lo que pasaba a mi alrededor, me encontré con la persona que elegí tener a mi lado a lo largo de mi vida.

Alan era todo lo que necesitaba para ser feliz. Ser el motivo de su sonrisa me hacia bien, con el tiempo aprendió a amarme y aunque se tardo su tiempo, un día me pidió que fuera su novia. Hoy seguimos juntos, vivimos en un departamento grande, con balcón y dos pisos.

Siempre esta viajando, su trabajo lo mantiene lejos. A veces sus viajes se alargan por días y me llena de furia, tristeza e inseguridad. Pero confío en el, porque cuando tuvo mil opciones, yo fui la primera, la única, su favorita.

Al principio me volvía loca cada que no estaba en casa. No encontraba nada para hacer, me aburría rápido de todo, odiaba la tv. Mientras navegaba en redes, di con Ana en Instagram, dueña de un café cercano a mi departamento. Lo visite varias veces, su café es de los mejores que probé, ella buscaba a alguien que entendiera algo de internet y pudiera sacarle el mayor provecho para hacer publicidad.

Creo que corrí apenas vi el anuncio, mis estudios de marketing y publicidad servirían de algo, me fascinaba aquel lugar, estaba lleno de potencial por todas partes. Ana me recibió casi de inmediato. Una mujer hermosa con ojos azules y sonrisa perfecta, de unos cuarenta y tantos. Irradiaba felicidad, su energía era contagiosa, tan fanática del café como yo. Definitivamente éramos piezas del mismo rompecabezas.

Ella era soltera, no tenia hijos. Su vida era ese pequeño café que estaba muriendo por falta de clientes, ofrecía una pequeña paga y mis aumentos dependían del trabajo que hiciese. La verdad, poco me importaba el pago, hacia lo que me gustaba y me mantenía distraída de la ausencia de Alan en casa. Y así suele suceder mi vida diariamente...

Mi alarma sonó a las siete, entro a las nueve a trabajar, pero me gusta llamar a Alan un rato antes de irme. Mientras preparaba el café a medio vestir, tuve esa sensación de haber soñado algo, pero no logre recordar qué. Al principio me enojaba, luego comencé a tomarlo con más calma y ahora solo me da igual.

Esperaba a que Alan respondiera el teléfono cuando me llego un mail. Al leerlo sentí mucha euforia, mi esfuerzo había dado resultados en el café. Teníamos una propuesta increíble que nos traería muchos turistas.

 



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En el texto hay: brujas magia, sueños reveladores

Editado: 24.08.2020

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