Sueños de hechicera.

4

Tartamudeé, no me esperaba una reacción así de un extraño, incluso llego a parecerme atrevido. Quede paralizada, no sabía cómo reaccionar y busque a Ana con la mirada. Estaba con una escoba en la mano, la dejo caer y vino a mi rescate. Otra vez.

Este chico volvió a preguntarle a Ana sobre mi estado, ella no le dio mayor importancia. Me escondí en la cocina, aun anonadada por su interés y aun mas sorprendida por mi congelamiento ante sus preguntas, ¿debería haber respondido?

Sus ojos se me hicieron familiares, pero nunca tuve contacto con otros hombres. Quizás en la infancia o en la escuela, no lo sé y tampoco sé porqué sigo pensando en él cuando tengo asuntos más importantes que atender.

Comencé a llorar otra vez, me sentía vulnerable. Por suerte estábamos a poco tiempo de cerrar y, no lo sé, solo quería estar en casa, pero cuando lo pienso mas a fondo, voy a estar en la cama llorando hasta dormir, seguramente ni coma y no tenga el valor de llamar a Alan para disculparme.

Mi vida a veces parece un infierno.

Se que hay personas que a están pasando peor que yo, pero todos hemos tenido estas crisis por motivos que más adelante parecen tontos. No pretendo ser egoísta, pero cuando uno esta estresado, a veces no logramos pensar con claridad, no podemos pensar en cada detalle, no podemos plantear una solución. Solo queremos llorar para ahogar todo lo que nos esta abrumando y nos pesa, ¿alguien mas noto que cuando estamos sobrepasados, nos duele la espalda o los hombros?

En fin, puse mi sonrisa más hermosa y di lo mejor de mí, lo que restaba del día. Ana me pregunto si mi psiquis aun era saludable o tenia que preocuparse y llamar a un psiquiatra. Como dije, tiene un humor un poco raro.

Rei un poco tonta mientras limpiaba algunas mesas. Intentaba centrarme en cualquier otra cosa que no sea Alan, pero de vez en cuando, aparecía por mi cabeza.

Y ahí estaba esa presión en el pecho que me ahogaba.

La angustia era tanta que sentía una soga al cuello.

Mi estomago se daba vuelta y ardía en llamas.

Las piernas me temblaban al punto que necesitaba sostenerme de algo.

Y mis manos sudaban, estaban frías y húmedas.

Todo sucedía en una milésima de segundo, por eso lo evitaba entre mis pensamientos, pero, ¿por qué siempre hago todo mal?, nunca voy a aprender a ser buena esposa. Quizás por eso nunca me pidió matrimonio.

O...

Quizás...

Nunca seré suficiente para alguien como él...

¿Debería hacer todo lo que me dice que haga? Pero amo mi trabajo, adoro a Ana y no me gusta estar aburrida en casa. Alan a veces me frustra, porque comienzo a dudar mucho de mi potencial. ¿será que nunca podre ser una buena mujer?

Me hundí una vez más en mis pensamientos, sin darme cuenta que aún seguía parada con la escoba en mano y Ana, ya había cerrado.

—Ten. —extendió un tupper con comida. —Sé que cuando suceden estas cosas, no tienes fuerzas para cocinar. —lo tome un poco confundida. —Ve, Kiki, yo termino aquí, tienes que descansar.

Un abrazo confortante y me fui sin decir una sola palabra. Me sentía aturdida, un poco mareada. No lograba concentrarme en nada, estaba completamente fuera de este mundo, no estaba consciente de lo que hacía. Ni se como terminé en la puerta de mi departamento, ni cuanto tiempo estuve mirando la puerta.

—¿Estás bien?

¿Otra vez él?



#14352 en Fantasía
#2973 en Magia

En el texto hay: brujas magia, sueños reveladores

Editado: 24.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.