Sueños de hechicera.

10

Los días pasaron, ya no hablábamos de mi incidente, esos sentimientos feos habían desaparecido, ya nadie me preguntaba cada 15 minutos si me sentía bien. Me sentía aliviada, Alan había vuelto a hablarme con normalidad, incluso se disculpó por lo sucedido así que se imaginaran que era cómo un sol radiante que iluminaba cada lugar por el que pasaba.

Ulises y yo nos llevábamos bien, venía una vez al día a pedir un latte de chocolate y avellanas, se quedaba un rato con nosotras, a veces incluso nos daba una mano con la cafetería. No volví a tener esos sueños raros, no volví a preguntar sobre la supuesta Margo. Hace poco con Ana tuvimos una reunión con un representante de la empresa de turismo, visitó el lugar y aunque no tuvimos una respuesta clara, estamos seguras que quedó fascinado. Dijo que alguien se contactaría con nosotras nuevamente, que esperásemos su correo.

Estábamos los 3 juntos, Ulises en la barra, Ana limpiando mesas y yo en caja acomodando algunas cosas cuando se escuchó la campana, alertando que entro alguien por la puerta. Sin darle mucha importancia, solo levante la vista cuando estaba delante de mí.

Diablos.

El moreno alto, fornido y con la sonrisa más hermosa del mundo estaba parado frente a mí. Pasaron semanas desde que lo vi por última vez, en su camisa blanca ajustada y su pantalón de vestir negro.

—¿Me da un expresso con una pizca de su belleza?

Quedé anonadada, no esperaba verlo estos días, no lograba procesar la información de tener al amor de mi vida frente a mí. Su risa resonó en el lugar, estiró sus brazos y me levantó por encima del mostrador, sus manos presionaron mi cuerpo contra sí. Su perfume tan masculino alteraba mis hormonas, despertaba cada uno de mis sentidos y los agudizaba a un punto que percibía cada roce, sonido y aroma como un suave pero enérgico cosquilleo.

Lo miré a los ojos una vez más, mis piernas temblaban, tomé su rostro entre mis manos incrédula, acariciaba suavemente sus rasgos. Agarró mi mano y la besó muy lentamente, el mundo desapareció, solo existíamos nosotros, no podía concentrarme en otra cosa que no fuera mi perfecto Alan.

—¿Cómo está mi princesa? —me envolvió en otro abrazo. —Te extrañé tanto, el viaje parecía eterno. Perdóname si a veces soy un poco intenso cuando estoy lejos, es que tengo tanto miedo a perderte, a que conozcas a alguien mejor que yo. —sus ojos se miraban brillantes, a punto de llorar. —Me esfuerzo tanto para poder darte todo, que... —hizo una pausa y respiró su voz se estaba desarmando a medida que hablaba. —que a veces siento que no te presto atención suficiente, sé que mereces lo mejor del mundo e intento dártelo. Yo te amo, mi princesita.

—Lo sé, mi niño. Entiendo tu miedo, entiendo tus actitudes y aquí estoy, enteramente tuya...

—¡Ay, por favor! Me va a dar un coma de tanto azúcar. —exclamó Ulises desde dónde estaba sentado. Al parecer le divertía.

Ana casi se lo come vivo, incluso se acercó y le hizo miradas un poco raras.

—Oye, amigo, ¿tienes algún problema con que le diga a mi novia cuánto la amo después de no verla por mucho tiempo? —Alan me soltó y fue directo a Ulises, estaba segura que quería golpearlo.

—No, pero si tanto la amas como dices, —se levantó de su asiento. —y se merece tanto como dices, —se enfrentó a Alan, quien le sacaba casi una cabeza completa. —no tendrías que hacerla sentir culpable de tus inseguridades. Al fin y al cabo, sufre más estar contigo que sin...

Ulises no logró terminar su frase.

 



#14350 en Fantasía
#2973 en Magia

En el texto hay: brujas magia, sueños reveladores

Editado: 24.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.