Sueños Sin Sentido Que Vagan Por Ahí

La Habitación En El Museo

Cuando era niña, quizás de 5 años, mi madre me llevó al famoso "Museo Botero", aquí, en Colombia.

Siempre fui una amante de lo relacionado con el arte, cultura e historia y como había obtenido buenas calificaciones en la escuela, mis padres decidieron premiarme con ello. Mi padre no nos pudo acompañar, pero le dio dinero suficiente a mi madre para que fuéramos al museo, me comprara varias cosas en las tiendas de recuerdo y fuéramos a comer. Al llegar allí yo estaba muy feliz, observaba todo con gran detalle, fingiendo que las analizaba y entendía, aunque en realidad solo pensaba en lo lindo que seria vivir en una pintura, de pequeña solía pensar que toda imagen albergaba una dimensión alternativa en su interior, por lo tanto pase toda la tarde mirando las pinturas e intentando saber "como entrar en su mundo". Ya llevábamos casi dos horas allí, recuerdo que, para mí el museo era muy grande, aunque según mi madre ya le habíamos dado la vuelta entera dos veces. Ella me dijo que la acompañara un segundo al baño, luego podríamos regresar a seguir viendo las pinturas, mi madre siempre fue alguien muy responsable, no era lógico dejar a una niña de cinco años sola, en un museo, pero ese dia, miércoles, no había casi nadie en el museo, según tengo entendido no eran usuales las visitas en esos días de la semana, pero como era el único día que mi madre tenía libre del trabajo me dejo faltar a clases. Le dije que no se preocupara, que no me alejaría demasiado, solo quería mirar un cuadro, ella siguió insistiendo que no, hasta que llegó una trabajadora del museo, no recuerdo de que estaban hablando, pero supongo que la trabajadora se ofreció a cuidarme mientras mi madre iba al baño. Mientras ella hablaba con la trabajadora, yo me escabullí por los alrededores de un bonito balcón interior, con un jardín en el centro, recuerdo que había un pequeño ascensor y al lado de ese ascensor había una puerta de madera, abrí la puerta y entré allí, no recordaba haber visto esa puerta antes, por lo tanto supuse que era alguna exhibición nueva o algo por el estilo, algo no destinado al público todavía. Al abrir la puerta vi una especie de habitación inclinada, con grandes ventanales de cristal, el suelo y el techo estaban decorados con triángulos de colores, algunos eran de cristal y se traslucían hacia el piso de abajo, dejando ver las exhibiciones debajo de el, me sorprendí, ya que no recordaba ver triángulos en los techos de ninguna exhibición; entre en la habitación, era prácticamente imposible estar de pie allí, la habitación estaba tan inclinada que debías sujetarte del suelo que se alzaba hacia la pared o caminar por los marcos de madera de las ventanas cristalinas, habían estrellas de papel amarillo colgando del techo, el cual estaba muy cerca del suelo, las paredes, al contrario del suelo y el techo tenían diversas pinturas, sobre la naturaleza, el espacio y ciudades, ese era el fondo, la pintura principal mostraba a hombres, mujeres y niños de distintas razas, religiones y épocas mirando hacia adelante, con sonrisas muy dulces, justo detrás de ellos había una figura oscura, mirándolos, solo mirándolos. Avance un poco hacia uno de los dibujos que presentaban a una mujer wayuu mirando hacia el espectador, tuve que inclinarme, ya que el techo ya casi tocaba el suelo, al llegar ahí note que tambien tenia una figura oscura, pero esta vez más cercana a ella, decidí regresar a la parte de la habitación en la cual podía estar erguida y mirar las pinturas, en alguna la figura oscura no era más que una mancha en la pintura, pero en otras estaba oculta debajo de un árbol, en una montaña, en la ventana de alguna casa o algo similar, en la última pintura se podía ver a esa sombra al lado de un chico joven. Recuerdo que en cada pintura la sombra estaba más cerca. Me senté en el suelo, mirando cada pintura en toda la larga y enorme pared, las puertas de madera se abrieron y una pareja paso a mi lado charlando, dándole miradas fugaces a las pinturas, la mujer y el hombre me sonrieron como si me conocieran, no sé si es que era alguna pareja extranjera o simplemente mi mente anuló el recuerdo, solo que...no recuerdo entender lo que hablaban, era como si hablaran en otro dialecto, justo cuando la pareja iba en la puerta al final del pasillo, un anciano pasó, una mujer, dos niños señalando las estrellas y un hombre joven. Todos ellos entraron y salieron de forma rápida. Recuerdo que todos me saludaron, también recuerdo haberme sentido muy feliz y cómoda en aquella habitación, los triángulos de colores reflejaban la luz del atardecer de forma hermosa y por algún motivo sentí que ahí pertenecía, que debía estar allí, después de un rato de estar contemplando la habitación me puse de pie e intente salir por la otra puerta, ya que supuse que estaría cerca del baño de mujeres, pero al abrir la puerta vi una habitación en blanco, con una enorme luna y un enorme sol, cada uno al extremo de la habitación, pequeños planetas estaban dibujado en el medio, recuerdo que no reconocí a ninguno, eran 10 planetas; Artismía, Irmanía, Varela, Ridlinja y no recuerdo el nombre de los otros, habían dos grupos de entre cuatro a siete personas mirando el sistema solar pintado en las paredes, la habitación era tan exageradamente grande que parecía una bodega, era imposible que esa habitación existiera, sobretodo porque después de la habitación de los triángulos coloridos se podía ver, a través de las ventanas de cristal, el otro lado del museo, donde mi madre y la trabajadora seguían hablando.Ni siquiera pase de la puerta, la habitación era tan gigantesca que sabía a ciencia cierta que tardaría más cruzándola para ir a la otra puerta que dando la vuelta y rodeando la puerta, por ello regrese, además de que estaba muy desconcertada, salí de la habitación y pase por los triángulos coloridos, al salir por la puerta de madera vi a mi madre y la trabajadora continuar la charla, luego fui al baño con ella, actuaba como si nada hubiera pasado, como si yo nunca me hubiera alejado de ella. Después de ir al baño le pedí que volviéramos a la habitación de triángulos coloridos, ella suspiró cansada pero al final acepto, llegamos hasta el elevador y me di cuenta que allí no había ninguna habitación, solo era un pequeño puente de concreto que conectaba ambas partes del museo, recuerdo intentar explicarle a mi madre lo que estaba pasando, pero ella solo tomo mí mano y entramos al elevador, ella señaló la pared en el elevador y me pregunto "¿Ya estas lista para irnos, cariño?" y al mirar al frente había una pintura de triángulos coloridos. 




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