Sunflower

F I R S T M E E T

( PORQUE TODO LO QUE SÉ, ES QUE DIJIMOS HOLA, Y TUS OJOS ERAN COMO VOLVER A CASA )

GWEN OBSERVÓ LA GRAN PUERTA DE LA UNIVERSIDAD QUE SE ENCONTRABA FRENTE A ELLA Y CASI SE DESMAYA

GWEN OBSERVÓ LA GRAN PUERTA DE LA UNIVERSIDAD QUE SE ENCONTRABA FRENTE A ELLA Y CASI SE DESMAYA. Era un gran paso en su vida el que estaba a punto de dar. Si bien no se había ido a estudiar fuera de Toronto, como varios de sus compañeros, se sentía a gusto seguir cerca de su familia mientras estudiaba lo que le gustaba. 

Se acercó a una mesa donde estaban entregando los carnet estudiantiles. Tomó un tiempo buscar su nombre pero, al verlo, y por fin tenerlo en manos, se sintió como una universitaria al cien por cierto. Ya tenía su horario en manos, así que lo único que le quedaba era buscar a sus padres e ir a comer algo debido a que el hambre le estaba matando. 

De camino al estacionamiento se topó con un par de compañeros de clases que también estudiarían en la misma universidad, aunque carreras diferentes. Muchos de ellos se dedicarían a la medicina mientras ella había optado por una rama mucho más compleja: Astrofísica. 

Muchos se habían extrañado que ella optara por una carrera así, y mucho más con los padres que tenía, pero ella sentía una emoción cada vez que hablaba acerca del tema que era raro que, luego de que uno la escucha hablar de ello, siga sin comprender el porque le apasiona esa rama de estudios. 

Cuando estuvo llegando al estacionamiento, la castaña chocó con un cuerpo algo formado el cual evitó que esta cayera al suelo y se diera un golpe terrible en su parte trasera.

 Gwen miró a su salvador y casi ahoga un suspiro al ver a un chico bien hermoso. Con una piel chocolate y unos ojos del mismo color. Su cabello era lo más raro del mundo. Tenía la parte de abajo rapada dejando solo el centro como si fueran rastras; aunque no era así, pero la castaña no podía explicar lo que veía además de que era uno de los hombres más bello que ella haya visto en su corta vida. 

—Lo siento.—dijo ella apenas audible. 

—Ten cuidado a la próxima, muñeca.—le dijo el mientras le ayudaba a ponerse derecha.—Nos vemos.—dijo con un guiño antes de irse. 

Y, por un momento en su vida, a Gwen no le había importado que un hombre le dijera muñeca, porque, si fuera por ella, ese chico podía hacerle todo lo que él quisiera. 




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