Super Humanos

CAPÍTULO IX. Territorio desconocido

¿Por qué a mi?

Asher acababa de señalarme para subir al ruedo a luchar con él, sabía que no estaba a su altura pues ya lo había visto pelear la anterior vez con Phillip, ¡le había roto la nariz!

—¿Qué estas esperando?,  ¿una carta de invitación?

Suspiré profundo y subí con él, ser la primera en recibir golpes en el día me hacía blanco fácil de las miradas de todos mis compañeros.

—Tú puedes —alentó Phillip en un suave susurro.

Me puse frente a Asher, este levantó sus puños y dibujó una sonrisa sádica en su faz.

—¿Crees estar preparada para combatir a los Lituxos? —preguntó.

—No...no lo sé —vacilé.

—¡¿Crees estar preparada para combatir a los Lituxos?! —gritó, las venas se le dibujaron en su frente y cuello por unos segundos.

Miré a mis compañeros, ¿debía decir que sí o que no?

Al momento de volver la vista hacia él recibí un golpe que me desplomó en el suelo, estaba mareada y oía un sonido chirriante en el lado golpeado.

—No puedes distraerte, ¡ellos no van a esperar a que termines de limpiarte la nariz!

Me puse de pie lo más rápido que pude, la cabeza todavía me daba vueltas pero más era el coraje que en este momento me invadía.

—Te repito de nuevo, ¿crees estar preparada para combatir a los Lituxos?

—Si, ¡si!— respondí con firmeza.

—Demuéstralo.

Empezó a golpear, bloqueaba algunos de sus golpes pero la mayoría me caían encima lastimando mis brazos y abdomen. Momentos después me encontraba agotada, él notándolo me dio un codazo en el estómago y un puñetazo en la quijada. 

Caí hacia un lado, todavía estaba regulando mi respiración en un intento por levantarme. Su risa y la de los demás me sacaban de quicio pero no podía hacer nada contra él, era muy rápido y fuerte frente a mí.

—¿Te rindes bonita? —dijo agachándose y tomando mi mentón en una de sus manos.

—Nunca —repliqué con furor y una mirada desafiante.

—¿Estás segura? —pisó al propósito una de mis manos en el suelo.

—¡Asher, detente! —se escuchó una voz masculina.

—¿Te rindes? —presionó más su pie sobre mi mano mientras yo me mordía los labios procurando soportar el dolor.

 —¡No! —grité en respuesta, con mi mano derecha libre le dí un golpe en su rodilla pero eso no fue suficiente para que se moviera.

—¡Asher, ya basta! —repitió nuevamente la voz.

Me soltó malhumorado, se alejó unos pasos de mi para decir:

—Ingenua, te falta mucho.

Mi mano izquierda temblaba, tenía un color rojizo e incluso estaban marcadas las huellas del calzado de Asher.

—¿Qué están mirando todos?, ¡corran una vuelta! —dijo Asher molesto. 

— ¿Quién se cree que es? —se acercó a mi Alex —¿Creé que puede hacer con nosotros lo que le venga en gana?

 —Definitivamente si, es uno de los mejores —dijo una chica pasando a su lado —espero que estés bien chica, que bueno que no le dijiste lo que él quería escuchar —se dirigió a mí.

Asentí en respuesta, ella se fue siguiendo a los demás.

Vi con rabia hacia Asher, este estaba conversando de nuevo con Trevor quién me atrapó con la mirada puesta en su amigo. Al instante regresé la mirada a Alex y luego a los demás chicos que estaban trotando.

...

Salí de la enfermería, tenía puesto sobre mi mano un vendaje extraño de color verde. Según lo que había escuchado ayudaba a la rápida recuperación de los huesos y ya que los míos estaban lastimados esta venda me serviría de mucho.

Me detuve en la puerta del salón que usábamos para entrenar, me llamó la atención Trevor quien golpeaba un saco colgado, o mejor dicho me llamó la atención la concentración con la que lo hacía, era muy hábil. Sin duda ellos de verdad sabían enfrentar al enemigo, a diferencia de nosotros, los recién llegados.

—¿Cómo va tu mano?— preguntó Alex llegando de trotar.

—Bien, de hecho solo fue una fisura, espero que mejore pronto.

—¿Quieres ir a caminar después... conmigo? —cuestionó dubitativo.

No pude evitar ruborizarme ante su singular pregunta, y es que veía a Alex como un amigo; como mi mejor amigo.

Hace mucho que dejé de pensar en mi abuelo pero sus enseñanzas siempre estaban presentes conmigo, él me había hablado del romance y amor pero como todo debía ser a su debido tiempo. 

—Tal vez otro día— respondí con una amable sonrisa.

Lo vi asentir y alejarse hacia donde estaban peleando los demás.

—Eso fue deplorable —dijo alguien a mi lado, me sobresaltó pues pensé que estaba sola.

—¿Eh?...¿A que te refieres? —rebatí a Trevor quien acomodaba una extraña pulsera fosforescente en su brazo derecho.

—A tu amigo —sonrió sin dejar de ver hacia su brazalete —noté que le tienes cierto rencor a Asher, ¿no es así?

—No lo voy a negar, ese idiota casi me rompe la mano.

—Lo vi, pero lo que no me esperaba es tu determinación, Asher es tan orgulloso que tarde o temprano te obligará a decir que estás rendida.

—Veo que lo conoces muy bien, es tu mejor amigo, ¿cierto?

—No, nuestras opiniones difieren en absoluto. 

—¡Eh! ¡Trevor! —la chica con la que siempre camina le hizo una seña, estaba colgada de una cuerda a varios metros donde luchaba frente a unos robots también colgados.

Trevor le respondió con una seña y volvió su mirada hacia mi.

—Te ayudaré. 

—¿Cómo?¿de qué hablas?

—Necesitas entrenar no solo para defenderte de él sino también para ir a batalla, es necesario que sepas apoyar como un verdadero luchador.

—Vale...gracias —me sorprendió su amabilidad, tenia la sospecha de que él era igual de soberbio y pedante como Asher pero ya veo que me equivoqué.

Lo vi subir por una cuerda hasta la altura de su amiga, hizo maniobras increíbles en el aire para vencer a los tres robots que le atacaban.

En este lugar el entrenamiento era mucho más pesado que los anteriores y resultaba cansado. Incluso varios de los jóvenes resultaban desalentados al finalizar la jornada, por lo que tenían que recurrir a las vitaminas de "poder" para seguir el paso.




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