Superclásico

Capítulo 3: La mentira

Luca
 


Una pequeña ráfaga de viento golpeó mi rostro y tiró al suelo el delgado libro que hasta hace un momento descansaba sobre la mesa. El bullicio típico de la ciudad de Buenos Aires hacía de las suyas en una linda, pero ajetreada mañana de otoño.

Mis ojos recorrían cada una de las fotos que se mostraban en la pantalla de mi celular, mis dedos deslizaban de arriba hacia abajo las publicaciones del perfil de instagram de Olivia, perfil que no había podido dejar de ver desde la noche anterior cuando comencé a seguirla. Poco más de novecientos seguidores, un total de cinco publicaciones hechas hace bastante tiempo y una gran cantidad de historias destacadas; al parecer Olivia era de esas personas que prefería subir historias antes que publicaciones.

Sus destacadas no contenían ninguna información que resultara impactante o interesante, pero si mostraban algo que era evidente para cualquier persona que las viera y ese algo era la notoriedad de que Olivia gozaba de un buen pasar económico. Ahora entendía su manera tan cotidiana de tratarme a pesar de que sabía quién era.

El tipo de chica que no se sorprende de ver a un futbolista, a no ser que se trate de Messi.

—Te veo muy tranquilo, Godoy. —Pablo apareció de una manera repentina en la terraza, se acercó hacia donde yo estaba y tomó asiento en la silla frente mí.

—Día libre, se supone que es un día en el que puedo estar tranquilo sin tener que pensar en estrategias de juego. —respondí y recogí el libro del suelo para volver a ponerlo sobre la mesa.

—Yo no estaría tan tranquilo siendo vos. —Alcé mi cabeza para observarlo un tanto extrañado, él solo cruzó sus brazos y se echó hacia atrás hasta que su espalda chocó contra el respaldo de la silla— Tu nombre está en todos los titulares de todos los diarios.

Sonreí con sorna y dejé mi celular sobre la mesa antes de imitar su posición— ¿No era eso obvio?, eso pasa siempre que meto goles y anoche no solo metí dos, sino que también aseguré la victoria del equipo.

—Bien, señor "quieren llevarme a Europa". Pero tus goles no son el motivo por el cual están hablando de ti en todos lados. —su mano se deslizó por el bolsillo delantero de su pantalón, sacó su celular y buscó algo en el antes de arrojarlo en la mesa como si el mismo fuera indestructible.

—Despacio, simio, mira que el celular no es de acero. —dije y agarré el celular.

—Da igual, si se rompe compro otro. —respondió con desinterés hacia el estado de su celular. Negué con mi cabeza y di un suspiro mientras revisaba si el mismo no se había partido por algún lado.

Al comprobar que el dispositivo no tenía ningún rasguño, finalmente me fijé en su pantalla donde se mostraban un montón de titulares que tenían mi nombre.

Pablo tenía razón, los titulares no hablaban del triunfo de anoche, tampoco tenían nada que ver con mi desempeño durante el partido, ni de cuántos goles había metido ni desde donde. Los titulares hablaban acerca de una foto que alguien había tomado a las afueras del estadio, foto en la que salía abrazando a Olivia que, dicho sea de paso, no tenía la camiseta con mi dorsal.

—¿Por qué todas las chicas llevan la camiseta con el dorsal del uruguayo? —cuestioné un poco ofendido y Pablo se llevó una mano a la cara.

—Franco es un jugador con una gran historia dentro del club y es volante indispensable para el equipo tanto ahora como hace años atrás. Los fanáticos siempre argumentan que es una exquisitez verlo jugar, y si la chica con la que te relacionan sentimentalmente sabe de futbol, queda en evidencia que es de las que piensan de esa manera. —Respondió y yo solo lo escuchaba con la mirada aún puesta en la pantalla del celular— Pará, ¿me estás diciendo que te preocupa más el dorsal de su camiseta que lo que dicen de vos?

—Si van a vincularla a ella como mi pareja, mínimo tendría que tener mi camiseta ¿no? —Pablo negó varias veces y me quitó el celular de las manos.

—¿Quién es? —preguntó y yo solo lo observé— La chica, pelotudo ¿quién es?

—Que te importa. —contesté restándole importancia y agarré mi celular para intentar evitarlo.

—Vi que la sigues en instagram. Dale, decime quien es. —volví a verlo un tanto descolocado por la primera frase y volví a dejar mi celular sobre la mesa.

—Fua, hermano ¿tan pendiente vas a estar de las personas que sigo o dejo de seguir en instagram? —observé como el alzaba una de sus cejas mientras me miraba de manera acusadora y de repente me sentí chiquito ante su presencia.

—Como el capitán del equipo que soy, tengo que saber todo acerca de mis compañeros. Además, eso sirve de ayuda para, de algún modo u otro, saber posibles razones por las que puedan bajar su rendimiento. —reí ante sus palabras y volví a sentir aquella fuerte mirada sobre mí.

—Mira si voy a bajar mi rendimiento por una mina, ni que fuera el pelotudo de Lautaro. —Comenté entre risas irónicas y Pablo solo me observó en silencio— Quédate tranquilo capi, que eso no va a pasar. Si no bajé mi rendimiento tras el fallecimiento de mi nona, dudo que otra cosa pueda afectarme.

—Uno nunca sabe lo que pasa por la cabeza de los otros. —lo vi ponerse de pie y sacudirse los pantalones— Pero olvidaba que tu eres ese tipo de chico de "chicas de solo una noche". —Me dio la espalda y comenzó a caminar hacia el interior de la casa— Igual te voy a estar siguiendo de cerca, la próxima jugamos contra Talleres... usualmente no son un rival difícil, pero ya ves que con nosotros siempre se agrandan.

—Ya cansa. —dije y observé como él dejaba de caminar y se volvía hacia mí— Lo de solo tener acompañantes de una noche y no poder establecer una relación.

—No te compliques tanto la vida por eso, tienes un montón de minas que darían lo que fuera por tener algo por vos. Solo elegí la que más llame tu atención, le escribes un mensaje diciéndole que quieres una relación y listo. Dudo que te rechacen la oferta.




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