Olivia
Madre mía.
Era lo único que podía decir.
Madre mía.
Llevaba ya casi media hora en el auto, con la misma canción sonando una y otra vez en bucle y, aun así, no encontraba la fuerza de voluntad suficiente para abrir la puerta y enfrentarme de una al golpe de la realidad.
Una parte de mí quería acelerar el auto e irme a cualquier lugar, cualquiera que no tuviera que ver para nada con él. Pero eso solo me haría quedar como una cobarde.
Estuve a punto de abrir la puerta luego de quitarme el cinturón de seguridad, pero una llamada entrante interrumpió mi intención inicial.
—Habla ya. —pedí y escuché un quejido por el altavoz del celular— Jasmín, estoy a punto de meterme en un gran problema en este momento. Habla ya o me lo dices otro día.
—Genial, porque estoy a punto de sumarle un problema más a tu enorme problema. —me quedé en silencio y ella volvió a retomar la palabra— Fíjate en la foto que te mandé por whatsapp. —corté la llamada y de inmediato abrí su chat para ver la dichosa foto.
Y... sí, eso era justamente lo que necesitaba en este momento.
Un impulso.
Salí del auto cerrando la puerta con una fuerza que no me esperaba, caminé hacia donde él se hallaba, lo miré con una expresión seria y el solo se rio al verme.
—Eres increíble. —pronunció dando un par de pasos hasta quedar a menos de un metro de mí— Ese discursito tuyo de que decías amarme y toda la cosa. —oí como reía de manera forzada— Felicidades, fuiste tan buena actuando que lograste que me arrepintiera y volviera a buscarte.
—Déjate de estupideces, Tomás. Mejor dime qué quieres.
—No, déjate tú de estupideces. —dijo alzando el tono de su voz y me arrojó su celular, el cual logré atrapar a tan solo un par de centímetros de mi pecho— Me culpas de ser alguien nefasto por tomar la decisión de dejarte, hiciste que me sienta mal conmigo mismo y resulta que todo este tiempo estuviste con alguien más. Mira que hay que ser cara dura eh.
Lo miré durante un par de segundos, intentando adivinar o al menos sacar una breve hipótesis acerca de que era lo que estaba tratando de decirme. Entonces me fijé en la pantalla de su celular y de inmediato comprendí todo.
Todo este drama era por la dichosa foto.
—¿Desde cuándo te ves con él? —me quedé en silencio— ¿Cuánto tiempo estuviste viéndome la cara de pelotudo?
—No sé. —respondí y noté su mirada de confusión— Tu estuviste viéndome la cara de boluda durante seis meses y yo no te estoy armando un escándalo por eso. —mi tono de voz era sorpresivamente tranquilo a pesar de que me hervía la sangre.
—No vine para hablar de eso. —afirmé con mi cabeza ante sus palabras.
—Sí, me di cuenta. Pero viendo que al parecer los dos tenemos tiempo de sobra, podríamos hablar de eso también ¿no? —su expresión denotaba sorpresa, quizás porque no se esperaba que yo supiera aquello, quizás porque no esperaba que yo reaccionara de tal manera o quizás porque su intención era ponerme histérica.
—Me aburriste. —confesó— Me aburría estar contigo, me aburría tu maldita perfección y tu postura de "estoy muy enfocada en mi carrera". Me aburriste tanto que decidí verme con alguien más y la conocí a ella. A diferencia de vos, ella es divertida, despreocupada, está enfocada en el ahora...Ella es.
—Mediática. —lo interrumpí— Es mediática, tiene a todos los programas de chismeríos hablando de ella o teniéndola como invitada. Tiene cerca de un millón de seguidores que se consiguió por su participación en Gran Hermano, una simpatía innegable y todos quieren saber todo de ella en todo momento. Claramente todos van a estar interesados en saber más acerca del futbolista con el que está saliendo la bellísima Sofía Martínez.
—Ves, eso es lo que odio de ti. —el volumen de su voz subía con cada palabra que salía de su boca— Crees que lo sabes todo, cuando ni siquiera sabes lo que estás haciendo al ser la novia de Luca Godoy.
¿Novia?, ¿qué mierda estaba diciendo?
—Estoy haciendo lo mismo que vos. —respondí y me sorprendí cuando su expresión cambió de una molesta a una horrorizada y casi al instante quise saber que era lo que pasaba por su cabeza en esos momentos. Pero esa curiosidad desapareció cuando mi mente me recordó las palabras de Luca— Tener una pareja que esté a mi nivel.
—A tu nivel, por favor, como si estuvieras al nivel de él. —dijo entre risas y yo solo mantuve mi expresión seria.
—Quizás no, pero coincido en una cosa.
—¿En qué?
—En que soy el primer puesto en todo, como él. —le arrojé su propio celular, pero él no fue tan habilidoso al atraparlo, así que el celular se terminó estrellando contra el asfalto— En cambio tú...tú ni siquiera figuras en la lista, solo das pena.
No dijo nada, solo se quedó observándome en silencio. Hizo el intento de hablar varias veces, pero en ninguna de ellas logró pronunciar una palabra.
Dejé escapar un suspiro y le di la espalda para volver hacia mi auto sintiendo que la escena del estadio se volvía a repetir, solo que esta vez los papeles estaban invertidos.
—Vas a tener que pagarme el celular. —habló cuando yo ya tenía mi mano puesta en la puerta del auto.
—¿Eres futbolista profesional? —el afirmó con su cabeza en respuesta— Entonces tienes el dinero suficiente para comprarte otro.
Subí al auto, arranqué y tomé un camino completamente contrario y distinto al que me llevaba a casa.
No tenía ni idea de a dónde iba, tampoco me interesaba. Solo necesitaba una terapia de un par de horas que consistiera en gastar combustible andando por caminos desconocidos con música melancólica sonando a todo volumen.
Duré bastante tiempo paseándome por la enorme ciudad sin ningún propósito más que relajar mi mente, hasta que mi estómago comenzó a sentir los efectos de no haber recibido alimento durante más de ocho horas. Busqué en mi celular la ubicación de la estación de servicio más cercana y la marqué para seguir el camino hacia ella.