Luca
—¡Pásala! —el grito de Pablo se oyó hasta la otra mitad de la cancha. Matías llevaba la pelota al pie y Lautaro estaba al otro extremo, sin embargo, Matías decidió patear directo al arco y la pelota fue desviada por el jugador contrario— ¡Te dije que la pases, inútil!
El partido apenas iba por el primer tiempo, pero aun así el equipo contrario había tenido más acercamientos al arco que nosotros. Esto era un desastre.
Cuando la pelota llegó mi poder, corrí lo más que pude para llegar al campo rival, pero uno de los jugadores terminó barriéndome y dejándome en el suelo.
El árbitro marcó la falta y fue tiro libre para nuestro equipo.
Pablo se encargó de efectuar el tiro libre, mandó la pelota al centro, pero un jugador de Talleres la cabeceó antes que cualquiera de nosotros. Nuevamente la pelota estaba bajo su poder. La tensión volvía a notarse entre ambos equipos, ellos buscando marcar a toda costa y nosotros buscando evitar que marcaran.
A pesar de que buscamos hacer todo lo que estaba en nuestras manos para evitar el gol, terminó sucediendo lo inevitable. Talleres marcó el primer gol y pusieron el partido uno a cero.
La afición de Talleres gritó a los cuatro vientos el gol, mientras que nuestra afición se quedó callada, algunos llevaban sus manos a su cabeza, otros se mordían las uñas y otros cubrían sus rostros con sus manos. Eché la cabeza hacia atrás mientras me maldecía a mí mismo por no haber sido lo suficiente rápido minutos atrás.
El festejo de Talleres culminó cuando el árbitro hizo sonar el silbato y alzó sus manos formando la seña del VAR, de repente el estadio pareció quedarse en silencio por unos instantes, pero luego los insultos comenzaron a hacerse oír.
El árbitro volvió a ingresar al campo de juego, hizo señas con sus brazos y volvió a sonar el silbato.
Offside.
El gol quedó anulado y el partido siguió cero a cero. Nos salvamos.
El juego se reanudó nuevamente, los jugadores de Talleres estaban calientes por la anulación del gol y estaba claro que iban a hacer hasta lo imposible por volver a meter un gol que los dejara más cerca de la victoria.
Pablo hizo que la pelota nuevamente estuviera a nuestro poder, corrió acercándose cada vez más al arco contrario, tiró un pase hacia Sebastián, quien se las arregló para evitar que los otros le quitaran la pelota.
—¡Tírala al centro! —se escuchó gritar a Lautaro y de un momento a otro vi como la pelota se dirigía hacia donde yo me encontraba. Corrí para alcanzarla antes de que alguien la desviara. Cuando alcancé a patearla un par de jugadores se estrellaron contra mí tirándome nuevamente al suelo, pero eso no importaba pues la pelota había entrado al arco.
Nuestra afición hizo estallar el estadio con sus gritos, mis compañeros de equipo corrieron y se tiraron sobre mí festejando el gol, festejando que de momento íbamos ganando.
El silbato volvió a hacerse oír y todos nos giramos para ver que sucedía. Los primeros cuarenta y cinco minutos del primer tiempo habían terminado, pero se adicionaban cuatro minutos más.
El partido siguió hasta que el árbitro anunció el final del primer tiempo y todos comenzamos a retirarnos del campo de juego para ir directo a los vestuarios.
—Te dije que la pases, no sé qué estabas pensando al patear al arco. —le reclamó Pablo a Matías cuando todos ingresamos al vestuario.
—La tenía clara, si el otro no se metía iba a ser gol. —explicó Matías y todos lo observamos.
—Iban a anularlo si lo metías. —dije y los demás me dieron la razón.
—Estabas en posición adelantada. —dijeron los demás al mismo tiempo y luego todos nos quedamos en silencio cuando el técnico entró al vestuario.
Tras varias indicaciones por parte del técnico y unos pocos minutos de descanso, todos salimos de cara a jugar el segundo tiempo del partido.
Varios cambios dispuestos por los técnicos, dos cambios por lesiones, tarjetas amarillas para nuestro equipo y una tarjeta roja para el equipo contrario. El partido estaba siendo intenso, Talleres con un jugador menos, nosotros con uno lesionado que no podía abandonar el campo porque ya se habían efectuado todos los cambios y un marcador que seguía estando en uno a cero. Todo parecía indicar que la victoria sería nuestra, pero en el minuto final Talleres logró meter un gol haciendo que el partido finalizara con el marcador en uno a uno.
—No se tiren abajo, seguimos siendo punteros. —animó Pablo cuando ya todos estábamos en el colectivo, esperando a partir nuevamente a Buenos Aires.
—Que hijos de puta que son, en el último minuto van a querer ir a meter gol. —Sebastián lanzó su mochila al suelo y empujó a Mateo, quien estaba sentado a su lado y no dejaba de pellizcarlo— Deja de joder, hombre.
—Dale, no seas tan amargado. Yo estaría festejando la tremenda asistencia que le di a al pelotudo de Godoy.
—Que me bardeas a mí, al menos yo si jugué el primer y el segundo tiempo completos, vos ni entraste. —me defendí y no pasó mucho tiempo para que los demás comenzaran a burlarse de Mateo— ¿Contra quién nos toca después? —pregunté al acomodarme en mi asiento.
—Contra Godoy Cruz. —anunció Pablo y se sentó a mi lado— Hacemos de local, —completó y se dispuso a cebar mates.
—Escucha Godoy, jugamos contra tu familia. —bromeó Sebastián y el resto no tardó en reírse.
—Soy de Salta no de Mendoza, pelotudo. —respondí y ellos comenzaron a reírse y siguieron haciendo bromas durante el camino.
—No creas que no vi la foto que subiste a tus historias el otro día. —dijo Pablo de repente y yo me ahogué con el mate.
—¿Cuál foto? —pregunté mientras tosía y limpiaba mi boca con las mangas de la campera.
—No te hagas el tonto. —me retiró el mate de las manos y procedió a cebar nuevamente— ¿Cómo se llama? —preguntó y yo solo lo observé— La chica.
—Ah. —respondí acomodándome la campera— Olivia.
—¿Por ella estabas tan mal aquella vez? —asentí— Pensé que tu problema se debía más que nada a que no conseguías novia, y ahora de repente tienes una y resulta ser la chica de la foto ¿qué pasó?