Suplantado

Capitulo l

CAPITULO I

 

 

 

 

 

 

Ese límite entre la cordura y locura es tan delgado y desesperador que un alma errante puede perderse y divagar por siempre, totalmente desahuciado me doy por vencido, no hay nada bueno en mí, –ese Creo–, un alma vacía y sin rumbo llora, de eso se trata, seguir adelante.

La alarma desesperada sonó por más de tres minutos, me di media vuelta y trate de ignorarla, pero el ruido me atormento y de un solo golpe eleve el despertador por los aires y aun consiente asimile que la jornada de esclavitud empezaba muy temprano, me senté en la cama y trate de estirarme; aun la oscuridad reinaba podía sentir que un aguacero caía y retumbaba en el tejado.        

En ocasiones siento que soy un desastre como persona, la rutina me agobia y de nuevo los malos pensamientos me atacan como si se tratasen de una tortura donde un ser sin luz trata de ser parte del sistema; en la mañana mis pensamientos son más nublados y un tanto perturbados.    

Al mirar por la ventana pude observar mi reflejo en el vidrio y mi cara de recién levantado no era nada alentadora, mis ojos marrones apagados por la pereza y mi pelo despeinado me hacían ver como un loco, alguien cansado y con ganas de morir, el clima no era muy bueno, pude ver a través del cristal empañado que caía un fuerte aguacero y hacia ver esta mañana de octubre muy gris, me quite la pijama a rallas de dos piezas y quedaron al aire mis largas y velludas piernas, agarre la toalla me envolví en ella y me dispuse a salir de la habitación, hice un pequeño recorrido hacia las duchas y solo pensaba en lo desagradable que era este lugar, un complejo de habitaciones unidas entre sí por bloques de veinte o treinta separadas por baños comunitarios, todo pintado de blanco daba la sensación de que estaba en un sanatorio u hospital mental, todos los trabajadores y empleados de la compañía que vivían allí, madrugaban a ocupar los baños ya fuera los retretes o las duchas.

La mañana estaba tan gris que nadie se hablaba, ni se saludaba, un aire de oscuridad y mala vibra acompañaba la madrugada, Yo lo entendía, sabía que a nadie le gustaba esta actividad matutina, al igual que a mí, todos se sentían miserables, pero no había de otra y el solo hecho de ver hombres semidesnudos gordos, flacos, altos y bajos y uno que otro con buen cuerpo correr por lado y lado hacía que la actividad fuera lo más rápida posible, el duchazo fue rápido.

Rápidamente devuelta a la habitación tire la toalla a un lado deje al aire mi gordo y peludo trasero, me dispuse a vestirme, primero que todo los bóxer ajustados de buena marca, luego y con rapidez me atalajo con el uniforme distintivo de la empresa para la cual trabajaba, jean azules oscuros, camisa azul clara con el logo de la empresa “Building the Future”, botas cafés de plataforma y por último y que no podía faltar mi chaqueta beich de pana, la cual era necesaria por aquello del clima torrencial que opacaba los días.

Inicie el recorrido a atreves del campamento, el cual era muy extenso, unos ochocientos empleados vivían allí y el desfile de gente a esta hora era habitual, siendo las seis de la mañana atravesé el campus de obreros, pase la avenida que separaba la pequeña aldea El Limonar de las instalaciones de la obra, al ingresar solicitaban la identificación como de costumbre, por causa de la lluvia este día la fila era muy pequeña, el guardia en la entrada hacia su trabajo y no importaba el clima que hiciera y así viera todos los días a los empleados, la actividad de identificación del personal tenía que hacerse, la lluvia no paraba y yo solo miraba con desespero por fuera de la fila.

– ¿porque no avanza? –, saque mi cabeza y grite. –Hey men cuál es tu problema, necesitamos entrar o quieres vernos totalmente aplastados por la lluvia–. Mi mala vibra era visible y todos allí la podían sentir.

El guardia al ver que la multitud se agolpaba enfurecida decidió dejarnos entrar, al ingresar todos corrimos hacia el casino de alimentos, el cual quedaba a unos doscientos metros de la entrada, al llegar solo quería un café caliente, el frio me hacía temblar, la fila hacia la zona de despacho era muy poca, y al llegar la primera sonrisa del día aparecía.

– ¿Buenos días Alex huevos con jamón o cereal con yogurt? –. Pregunto la muchacha del servicio con una gran sonrisa, en sus labios bien pronunciados.

–Como de costumbre querida, huevos con jamón y café en leche muy caliente–. Respondí mientras la miraba con seriedad

– ¿Qué tal tu mañana Lily? –.

–Un poco mojada, pero muy feliz–. Respondió la chica de ojos verdes y gorro de cocinero, su simpatía matutina me asombraba, me parecía tan falsa que por mi parte solo solté un leve gesto, mientras me alejaba hacia alguna mesa vacía.



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Editado: 21.03.2018

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