Supro Solid - Orígenes

4. El doctor Devon 2

En esas desgastadas repisas se encontraba papelería y cosas de oficina y en las más altas unos pequeños tanques de gas flamable, mascarillas de soldar, y algunos frascos de vidrio con distintos liquidos, también había una caja metalica color negro, con algo de polvo por el poco uso, el doctor bajó la pesada caja y la colocó con cuidado sobre la mesa, ingresó un código en la cerradura y ésta se abrió.

Al abrirla se pudo ver el contenido: una serie de aparatos de medicina, pinzas, tijeras, bisturís, etc. pero también algunos otros que no eran precisamente médicos, un taladro, martillos de distintos tamaños, pinzas y demás herramientas de herrería.

La realidad es que el doctor Devon, tenía un problema mental serio, su profesionalismo y entrega contrastaba fuertemente con un placer enfermizo de hacer daño y llevar a los cuerpos de sus pacientes al extremo del dolor en pro de la ciencia y la investigación.

Muchas veces llevándolos hasta la muerte.

Seguramente que si se tratara de seres humanos estaría preso hace mucho tiempo, sin embargo dentro de esas oscuras paredes y al tratarse de criaturas que por naturaleza eran ocultadas de la opinión pública, el doctor podía ser el enfermo y sanguinario hijo de puta que no se tentaba el corazón para aplicar sus peculiares “métodos de examinación.”

A menudo se topaba con todo tipo de seres sobrenaturales y su reacción no siempre era la más profesional, desde el punto de vista médico y científico hacía lo posible para obtener la información que requería, el problema era cuando no obtenía dicha información y su desesperación lo convertía en ese carnicero bestial que era amante del sufrimiento ajeno hasta las últimas consecuencias.

Estaba frente a un caso muy peculiar.

Tomó el cuerpo esquelético y comenzó a aplicar terapia de choques, conectó las extremidades a una toma de electricidad y logró reacciones del cuerpo inerte aplicando unas pequeñas descargas, mientras el doctor permanecía con un semblante serio y en todo momento anotando en su libreta lo que iba sucediendo.

Después de ese primer experimento desconectó las pinzas que estaban sujetadas en las extremidades y nuevamente comenzó a analizarlo en búsqueda de algo que pudo haber cambiado en su organismo, lentamente analizó cada resquicio de la composición del paciente sin obtener ningún resultado concluyente, siguió anotando con impaciencia.

Nuevamente lo volvió a conectar, ésta vez con un nivel de descarga mayor y nuevamente el cuerpo tuvo una fuerte reacción al dolor, esta vez también estuvo expuesto más tiempo a los choques eléctricos, lo volvió a revisar en espera de encontrar algo revelador en su organismo una y otra vez sin que pudiera tener suerte.

Así estuvo en distintas frecuencias y nivel de descarga y el doctor comenzaba a impacientarse, su temperamento difícil hacía que su frustración y mal humor se elevaran rápidamente.

Eran casi las 5 de la tarde y el doctor estaba exhausto y molesto, habían repetido ya decenas de veces el ciclo de tortura y aparente muerte y luego la resurrección del chico, sin embargo todo era de manera natural, no había indicios de magia, brujería o algún fenomento extraterrestre, el chico simplemente volvía a la vida después de unos minutos.

Decidió calmarse y dejarlo en paz por un rato, volvió a leer todo el expediente, solo que esta vez, buscó también los testimonios recabados del internet, leyó toda la historia y se quedaba pensando, mientras jugaba con su lápiz en el poco cabello rizado que tenía sobre las orejas, luego volvía a leer, ocasionalmente realizaba algunos trazos y volvía a leer. Aquel trabajo lo tenía tan absorto que se había olvidado por completo de descansar y comer.

Ya sobre las 7 pm volvió a tomar el cuerpo, esta vez lo colocó bajo la luz de su escritorio y se dispuso a observarlo con detenimiento, sacaba algunas vendas y tomaba muestras de tejido, balbuceaba un poco y hablaba para sí mismo.

Después de las 10 pm el cuerpo del doctor ya no podía más, estaba totalmente exhausto, además la inanición que había sufrido había terminado por acrecentar su ya de por si terrible mal humor.

Para este punto estaba realmente harto de hacer lo mismo y no obtener respuestas, en uno de sus arranques de furia, golpeó con su gordo brazo al pequeño cuerpo vendado que salió diaparado hasta un rincón oscuro de la habitación, mientras gritaba:

—¿Qué eres? —Al tiempo que golpeaba con fuerza el escritorio.

El golpe movió la frágil estructura de repisas que tenía sobre su cabeza y pareció ponerse más cerca de colapsar.

Volvió a tomar sus apuntes con desesperación y anotó unas cuantas cosas más, la cabeza ya no le daba para mucho, entonces volteó de reojo y pudo ver a lo lejos el cuerpo tirado del pequeño y un ligero resplandor de color violeta saliendo de su pecho, giró lentamente el resto de su cuerpo, la cara pareció iluminarse, comenzó a regresar a sus anotaciones anteriores, tomó nuevos apuntes y comenzó a tomar notas con rapidez, parecía que toda la maraña de su cabeza se estaba destrabando por fin.

Así estuvo durante una media hora más, en ocasiones se levantaba de su asiento y comenzaba a caminar en línea recta en ida y vuelta, mientras hablaba en voz alta de sus descubrimientos, luego corría a realizar sus anotaciones en sus hojas blancas.

En un momento de su intensa concentración se levantó de su asiento con tal fuerza que la silla que tenía se cayó al piso, azotó con las 2 manos fuertemente en el escritorio y nuevamente las repisas lo resintieron seriamente.

Mientras tanto el doctor se volteó y comenzó a hablar con voz alta, “ya entiendo porque no no encontrábamos respuestas, es simple y sencillamente porque tu no eres de este mundo, ni de ningún otro, tú siempre has estado entre nosotros y siempre lo estarás, por fin me doy cuenta de que tu eres…” un fuerte crujido lo interrumpe, su visión comienza a tornarse en un color rojo intenso, gira la cabeza y ve lo que acaba de suceder.




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