Sus Ojos

Cuando la vi

5:00 AM, ¿Porque demonios estoy despierto?
Ah, si, lunes, en dos horas tengo que entrar al instituto.
Me levanto como puedo, y me pongo contra el respaldo de mi cama, confuso, siento que el mundo me da vueltas, como si mi cuerpo estuviera en el ojo de un tornado, pero esto es algo normal, siempre sucede lo mismo, muchos dicen que es por mi falta de actividad física, pero no les doy importancia, y es que, en una lengua conocida, soy un perdedor.

-¿Que ca...- Las palabras salen de mi boca al darme cuenta de la hora, y es que todavía faltan dos horas para que tenga que entrar al instituto -¡Maldita sea Ray! ¡¿Que diablos haces despierto?!- Molesto, me insulto a mi mismo.

Recalculo las cosas en mi cabeza, me pongo de pie difícilmente al lado de mi cama y tomo un largo suspiro, seguido de unas bofetadas a mi mismo para sacarme un poco el sueño. Me acerco al espejo y me doy cuenta que estoy hecho un desastre, otra vez he deshecho la cama dormido con todo lo que me muevo, tengo problemas para dormir, es un hecho.

-Carajo, debo despejarme.- Dicho esto, me dirijo a mi cocina, más concretamente, a mi nevera, en busca de algo para tomar.

A los dieciocho años de edad me independice de mis padres y empecé a vivir solo, en un apartamento de dos ambientes, no fue difícil en lo absoluto, odiaba mi vida en la casa de mis padres, todo era un desastre, lo único que me arrepiento es haber dejado a mi hermana menor, Julie, sola con esos dos idiotas, pero le prometí que en cuanto consiguiera un mejor trabajo la traería a mi casa para cuidarla como se merece ser tratada una niña de catorce años.

Ahora tengo diecinueve años de edad, he repetido un año de instituto a causa de tantas peleas y discusiones con mis padres, además, apenas cumplir los dieciséis me puse a trabajar para que con el dinero pueda cuidar a mi hermana y a mí, he tenido diversos problemas con los estudios a causa de esto, pero por fin, después de tanto, estoy por terminar la secundaria.

-¡Te atrape!- Al decir esto, agarre entre mis manos un cartón de leche a medio tomar y me lo lleve a la boca, lo bebi de un solo trago y, con mi sed saciada y mi "desayuno" ya ingerido, me dispongo a pensar en que debería hacer ahora, todavía tengo mucho tiempo libre antes de tener que ir al instituto, por suerte, soy un alumno promedio, por lo cual mis notas no están para nada mal.

Recordando el mal momento que pase hoy por la mañana, me decidí por hacer algo de ejercicio, empezar una pequeña rutina de entrenamiento podría mejorar mi salud, así que pensé que salir a correr no me haría mal.

Con la idea en mi cabeza, voy velozmente hacia mi habitación, me pongo unos chandal, una campera cómoda y unas deportivas, y me dispongo a salir de mi apartamento, pasando por las escaleras y por último llendo hacia la puerta, encontrándome así con una gran espalda peculiarmente familiar.

-¡Hey Ray!- El guarda de seguridad me da un sobre salto, saludándome con la mano arriba y una sonrisa muy típica de el.

-¿Que tal, Chuck?- Lo saludo intentando mantener la calma, y es que de verdad me ha dado un buen susto.

-¿Que haces despierto tan temprano pequeño bribón?- El levanta una ceja y yo me encogo de hombros, por lo general el me trata como si fuera su hijo, podría decirse que somos amigos.

-Pensaba en salir a trotar, ya sabes, para mejorar mi respiración y tal vez ayudar a mi salud- Sin más que decir, me dispongo a salir, no sin antes darle un apretón de manos a mi "camarada".

Pongo música, una buena de rock para despejar mi mente y empezar a moverme sin preocupación y empieza mi carrera.

Cuando la música se escucha en mis auriculares, los pongo en mi oido, dando inicio a mi trote, no sera algo muy exagerado, solo iré a el parque cerca de mi edificio a dar algunas vueltas para despejarme un rato.
 


 

...
 


 

Mientras troto siento que alguien me observa, pero no me importa mucho. Tan solo dos vueltas hacen que mis piernas pidan un descanso, así que pienso en sentarme cerca de la fuente que está en medio de el parque, es una gran fuente, pero solo se enciende a eso de las tres de la tarde.
 


 

Cuando me siento en la banca frente a la fuente me dispongo a mirar al cielo, es una bella mañana, veo varias aves surcar el cielo.
 


 

-lindo día ¿No crees?- Una melodiosa voz me saca de mi ensoñación, miro rápidamente y veo a una chica pelirroja sentada a mi lado, también mirando hacia el cielo.
 


 

Se que mis mejillas tomaron un color rojizo al sentir la sangre hervir en mi cara, rápidamente me reincorporo y miro a la muchacha, parece tener mi misma edad, tal vez un poco menos.
 


 

-¡Oh! Lamento aparecer tan de la nada- Sus ojos conectaron con los míos, y sentí que mi mundo empezó a dar vueltas.
 


 

Sus ojos eran verdes con una pizca de amarillo al rededor de el iris, eran los ojos más hermosos que haya visto nunca, y es que me perdí en su mezcla de colores. Sus pupilas estaban ligeramente dilatadas, y me miraba fijo, parecía analizar mi expresión.
 


 

-No, tranquila, un placer- Extiendo mi mano para saludarla, y se que estoy temblando, porque los nervios me están torturando.
 


 

-El placer es mío, mi nombre es Erica- La chica se presenta, parece animada, sus ojos rebosan felicidad.
 


 

-Mi nombre es Ray- Estrecho su mano, aunque creo que por mucho tiempo, así que la suelto rápidamente.
 


 

-Encantada, Ray- Parece algo confundida, probablemente sea porque debo estar rojo como un tomate, lo siento en mi rostro.
 


 

-Lo mismo digo, Erica- Miro hacia la fuente, intentando disimular mi vergüenza, y me dispongo a crear charla -Asi que... ¿Que haces aquí?
 


 

-Nada en especial, solo miro la fuente, siempre me gustó este lugar, vivo aquí desde pequeña- Se encogió de hombros.
 



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En el texto hay: romance, amor, hermandad

Editado: 30.03.2020

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