Sus Ojos

Un recuerdo

Al cerrar la puerta detrás de mí me pongo en marcha, no sin antes poner música en mis auriculares, aprieto mi mochila para que quede más ajustada a mi espalda y doy pasos lentos acompañados por un largo y tendido suspiro.

Cierro los ojos para suspirar, y en cuanto lo hago, una imagen cruza como un destello mi mente, eran aquellos hermosos ojos que tanto me habían atrapado está misma mañana, podía ver en mi imaginación su rostro cubierto por algunas pecas, y su cabellera rojiza flameando por el viento, diablos, que bella muchacha.

Un bocinazo me saca de mi ensueño.

-¡Ey idiota, muévete!- Era un auto, resulta que de tanto imaginar a Erica en mi cabeza casi soy arrollado, debería de tener más cuidado.

-Disculpe, no era mi intención- Me quito rápidamente de el camino no sin antes disculparme amablemente con ese sujeto, y es que solo soy eso, un estorbo en la vida de otras personas.

Intento pensar en otra cosa, pero se me hace imposible, simplemente no puedo sacar esos hermosos ojos verdes de mi cabeza, su mirada a penetrado como un estoque en mi cabeza, en mi imaginación, que tal vez de tan profundo que llegó no me la pueda sacar.

...
 


 

Llegó a las puertas de mi instituto y logro divisar a uno de los simios más odiosos de ese lugar, Aarón.
 


 

Aarón es el chico malo, al que todas las chicas adoran y todos los chicos debiluchos temen, y es que soy eso, un debilucho.
 


 

Aarón tiene un cuerpo fuerte, es alto, cabello rubio, ojos avellana y labios grandes, es el típico chico de el que cualquier chica se enamoraría. En cambio yo soy un chico flacucho, estatura promedio, con lentes redondos, pelo castaño en flequillo y por lo general algo amargado, no soy hombre de muchos amigos.
 


 

-¡Hey, pero si es mi buen amigo Raymond!- Como una estocada de ironía, veo a Aarón acercarse con aires de malote, sabía lo que quería, e iba a rechistar, no me dejaré pisotear otra vez.
 


 

-Soy Ray, simio- Las palabras salieron de mi boca demasiado fuertes, con demasiada crudeza.
 


 

Genial, había ganado una paliza.
 


 

-¿Que dijiste enclenque?- Estaba cabreado, lo sabía, lo sentía en su voz, yo, al contrario, estaba atemorizado, pero no dejaría ni por todo el dinero de el mundo que el supiera eso.
 


 

-Que mi nombre es Ray- baje la vista al suelo, no quería ser golpeado, pero solo estaba incitando más a que me dieran una paliza- Ahora, no busco problemas, toma el dinero de mi almuerzo- saque de mi billetera diez dólares y se los tendí con mi mano, el los agarro bruscamente junto con mi brazo, acercándome a el.
 


 

-Se lo que dijiste, gay, y...- Antes de que pudiera terminar la oración me solté de su agarre y le di una bofetada.
 


 

-¿Tanto le cuesta a tu pequeño cerebro de mandril entender que mi nombre es Ray?- estaba por perder los estribos, y no me importaba si me darían la paliza de mi vida, me haría respetar.
 


 

-¿Como me llamaste?- Se le oía claramente molesto, y eso de alguna forma me gustaba.
 


 

-Oh, pobre, eres tan idiota que no sabes lo que significa el adjetivo que utilice para describirte...- Vi como Aarón cerraba su puño.
 


 

Lo próximo que logré divisar fue una gigante bola de huesos acercándose a velocidades abismales a mi cara, y es que si, Aarón me había asestado un golpe, tan contundente que fue suficiente como para dejarme tumbado en el suelo.
 


 

Luego de esto, el y su tribu de chicas estúpidas se van caminando adentro de el instituto. Yo me levanto como puedo, y es que nadie siquiera pensó en ayudarme, así es, nadie, de todos los cientos de personas que estaban en ese lugar, tuvieron una pizca de misericordia por mi.
 


 

Luego de arreglar mi uniforme a medias, me dirijo a mi salón, estaba ligeramente dañado, tenía un gran moretón en el ojo y de seguro eso se inflamará.
 


 

Me siento en mi banco, atrás de todo, solo, como siempre, al no tener ni un amigo pasó todo el día solo, pero miren el lado bueno, tengo toda la mesa para mí.
 


 

...
 


 

-Bueno chicos, habrán sus libros en...- Mientras el profesor hablaba y nos daba tarea, yo solo podía pensar en aquellos ojos, en ese fulgor, en ese momento, en esa risa, en esas palabras, en su sonrisa, en su hermoso cabello que parecía hecho de fuego.
 


 

-¿Ray?- Al escuchar mi nombre salgo de mi ensueño, y veo al profesor mirándome, junto con todos los demás de mi curso, los cuales estaban riendo por lo bajo debido a mi ligero entumecimiento.
 


 

-Ah, si, disculpe profesor ¿Podría repetir lo que me pidió?- Mi confusión se nota en mi tono de voz, y es que de tanto pensar en aquella mirada, estaba completamente absorto de todo.
 


 

-Solo quería ver si prestaba atención señor Ray- Se escuchaba algo prepotente, cosa que me molestaba, pero decidí no darle charla, odio hablar en público.
 


 

Lo que resto de el día fue más de lo mismo, y es que simplemente no podía sacarme a esa mujer de mi cabeza, su nombre, Erica, era todo lo que había en mi cabeza, Erica, no quería nada más en este mundo que poder volver a escuchar a la chica que si vio que yo existía, Erica.
 


 

...
 


 

Estoy de camino a mi apartamento, y es que en verdad no quiero saber nada más con nada ni con nadie, solo quiero llegar, recostarme, beber una soda y probablemente no hacer nada hasta la noche, cuando tenga que volver a salir por mi trabajo.
 


 

Al llegar a la puerta de mi edificio Chuck está sentado ahí, me saluda de manera amistosa, pero yo simplemente no le puedo devolver el mismo gesto de amabilidad, así que el, confundido, pregunta.
 



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En el texto hay: romance, amor, hermandad

Editado: 30.03.2020

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