Sus Ojos

Una broma pesada

Me dispongo a caminar hacia mi trabajo, las noches aquí suelen ser muy tranquilas, nunca he escuchado en este año de vivir aquí que haya ocurrido algo con alguien... O con algo... O con cualquier cosa en realidad, por eso amo Londres, por eso y por el clima.

Está vez decidí tomar un atajo, llegaría más rápido a mi trabajo por ese camino, además, es bastante solitario, es perfecto para gente que no le gustan los gentios.

-Erica...- Repito con serenidad, sin darme ni cuenta de que lo he dicho, y no solo lo he pensado.

-Mi nombre no es Erica, pero te aseguro que desearías que fuera ella- Escucho una voz cortante detrás mío, siento un horroroso escalofrío subir por toda mi espalda y, posteriormente, me doy media vuelta, muy lentamente.

"Oh diablos" pensé ¿Por qué todo me tiene que suceder a mi?
Al terminar de voltearme me cruce las caras con un encapuchado, un jodidamente enorme ser de la creación, que ni los mismísimos guardaespaldas de una estrella nacional de rock podría vencer en un mano a mano, y, si debo admitirlo, estaba malditamente aterrado, solo quiero que todo esto sea una pesadilla.

-Disculpe... Señor, ¿Que es lo que quiere?- Mi voz, mejor dicho, todo mi ser, temblaba ante lo que podría llegar a intentar hacer este sujeto, estoy demasiado aterrado.

-No me hables, y entrégame todo tu dinero, mocoso- Al sentir estas palabras llegar a mis canales auditivos con suma violencia, tomé de mi pequeño morral mi billetera, la cual, estaba casi vacía.

-Tome, por favor no me haga daño- Recé por qué alguien pasará para auxiliarme, o al menos llamar a alguien que si pudiera hacerlo

-Ya quisieras, lo que le hiciste no tiene perdón, estúpido... ¡Toma ésto!- Como una bala, me dió un golpe en la boca de el estómago, haciendo que mi cuerpo caiga sin aire al suelo.

Después de tenerme a su merced, me arrastró hacia un callejón oscuro, yo estaba en el piso ligeramente atontado, no sabía con exactitud que sucedía.
Llegamos a una zona en dónde ni al más valiente policía se le ocurriria ir ni en diez mil vidas, y, hecho esto, comenzó a darme patadas, sin parar, sin detenerse, sin dejarme siquiera levantarme.

-Piensa dos veces cuando intentes hacerte el geniecillo, Ray- Mi nombre... Ese tipo sabía mi nombre, el, mi posible asesino, sabía mi nombre.

Poco a poco empecé a perder visibilidad, cada vez todo se me hacía más oscuro ¿Que acaso así es como terminaré? ¿Un inútil, sin amigos, sin familia, sin nada, moribundo en un callejón?
No.

Después de haberme pateado por unos tres minutos seguidos, el hombre se fue, y yo, como pude, auné fuerzas suficientes como para poder irme de ese lugar, desplomandome apenas logré divisar la calle.

...
 


 

Puedo escuchar unas voces a lo lejos... ¿En dónde estoy?
 


-Oh, veo que despertaste- Escucho una melodiosa voz a mi lado.

Intento levantarme, y, como puedo, lo logro, me apoyo sobre el sillón en el que estaba acostado, ¿Que sucedió?

-Seguro te preguntas que sucedió, ¿Verdad?, Pues, te encontré en la calle, ensangrentado, sin conocimiento, con un uniforme algo roto, estabas en mal estado, así que llame a mi hermano mayor para que pudiera ayudarme a cargarte hasta aquí.

¿Quien diablos es esta persona tan amable y porque me ayudó?
Intento mirar a el desconocido, o, mejor dicho, la desconocida
No me lo puedo creer.

-Eres... Tú- Las palabras salieron disparadas de mi boca, como flechas.

La observo, me quedo perplejo, y se que mis mejillas están rojas, porque la sangre me hierve, lo siento...

-Erica ¿Como me encontraste? ¿Que hacías en ese lugar de noche?

-Pues... Las personas caminan, ya sabes, y no es raro que intente ir a hacer las compras por aquel atajo ¿Tu que hacías ahí? Mejor dicho, ¿Qué te sucedió ahí?

Intento hacer memoria, me duele mucho la cabeza ¿Qué sucedió?

-Intentare recordarlo...- Me froto la cabeza, un dolor agudo la invade como una estaca -Estaba caminando hacia mi trabajo y... Luego...- Me corto a mi mismo, ¿Qué hora es?

Las diez, estuve inconsciente una hora, oh no, el trabajo.

-Espera, ¿Trabajas? Pero... Eres muy joven ¿Y tus padres te lo permiten?

Me río con ironía, pero no es momento para esto, debo correr.

-Lo siento Erica, me encantaría quedarme a hablar, pero necesito irme ahora, si no llegaré tarde a mi trabajo.

-Oh, si... Bueno... Al menos dame tu número telefónico así si tienes algún dolor o problema, me lo avisas ¿Está bien?

Pude sentir como mi mundo empezó a girar a toda velocidad, ¿La chica de mis sueños quiere mi número telefónico? No me lo creo, simplemente no puedo creerlo.

Sin pensármelo dos veces, anoté mi número en una pequeña libreta que siempre llevo en mi morral, y luego le di el papel, pude sentir como mis manos temblaban.

Posterior a esto anoto su número en uno de los papeles de mi libreta, para que yo pudiera agendar el número en cuanto tuviera mi celular en la mano.

-Erica, debo irme, lo siento en serio.

-No hay problema, ven que te abro la puerta- Su tono era algo triste, me resultó extraño.

-Asi que se despertó tu amigo ¿Qué tal?- Una peculiar voz inundó la habitación.

-Leti, vete de aquí, por favor- Erica empleo un tono más duro con la aparente pequeña, la cual, se dejó ver luego de ser regañada.

Ella era una niña más pequeña que Julie, no debía tener más de diez años, su pelo y ojos eran como los de su hermana, tenía la piel de un tono blanquecino, era una ternura.

-Oh, hola, pequeña- Mi voz era dulce, quería saludar a la niña, pero debía irme- Ahora mismo debo irme, pero es un placer conocerte.

Sin más palabrerio, la niña se fue algo ofendida, y, sin decir nada, Erica me abrió la puerta.

-Muchas gracias Erica, cualquier cosa que necesites, estoy para ti, dale las gracias a tu hermano por mi.

-No hay de que agradecer Ray, fue un placer, tranquilo, le diré a mi hermano que le agradeces, y disculpa a mi hermanita- Al decir esto se le notó la vergüenza, lo que se me hizo sumamente adorable.



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En el texto hay: romance, amor, hermandad

Editado: 30.03.2020

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