Sus Ojos

La cita

Mis pulmones, mis piernas, todo mi cuerpo en realidad, pedía a gritos que tomará un descanso, sin embargo mi cerebro solo podía gritarme a mi mismo: "Apura el paso Ray, no la puedes dejar plantada".
Ahí estaba yo, entrando como un rayo por la puerta que llevaba al Hall de mi edificio, y juraría que sentí como Chuck me apuntaba con el taser de mano por el susto que se debió de haber llevado por culpa de mi tan exultante entrada.

-¡Chico! ¡Me diste un susto de muerte! ¿Todo esta en orden?- Chuck me paro los pies haciéndome la pregunta, a la que yo, sin tapujo alguno respondí.

-¡Debo asearme y llegar al parque lo más rápido posible! ¡La chica que me gusta esta allí!- Pude ver como Chuck esbozaba una amplia sonrisa que reflejaba orgullo y a la vez algo de picardía.

-¿Qué haces aquí todavía? ¡Mueve ese trasero, galán!- Chuck río, y logro hacer que yo también, me alegra que el sea mi amigo.

-En nada bajo, si no te saludo, ya sabes porque es.

...
 


 

Después de una ducha que ni yo me creí que haya pasado, porque estuve solo cinco minutos contados debajo del agua, me vestí con una campera gris oscura y unos jeans que me regaló Julie con dinero que tenía ahorrado y salí tan rápido como entre al apartamento, chocandome de lleno con alguien desgraciadamente conocido.
 


 

-Mira a quien tenemos aquí, si es el debilucho, ¿A donde va con tanta prisa alguien como tu?
 


 

-No tengo tiempo para tus idioteces Robert, apartate de mi camino.- Tenía prisa, y no dejaría que me vuelvan a fastidiar dos veces en un solo día.
 


 

-Ya, claro, vete a besuquear con tu noviecillo, Gay.
 


 

Oh no, no no no, si hay algo que no soporto, es que utilicen mi nombre para ese insulto tan infantil, pero no tengo tiempo para pelear.
 


 

-Pudrete, Robert.
 


 

-Y yo te quiero a ti, Gay.
 


 

...
 


 

En cuestión de minutos, estaba parado en la puerta del café en donde acordé verme con Erica, sorprendentemente desde que hablamos hasta que llegue aquí solo pasaron quince minutos, me sorprende ver lo rápido que puedo ser cuando estoy bajo presión.
 


 

Ahí estaba ella, sentada en una pequeña mesa con dos sillas, su pelo flameaba por el viento cual llamarada suave pero abrasadora, sus ojos esmeralda estaban mirando hacia abajo, hacia su pequeña libreta de dibujo, tenía un bolígrafo en su mano, como si más que escribir pareciera anotar algo, ¿Tarea tal vez? No lo sé... Pero se ve bellísima.
Lleva puesto un suéter color rojo que combina con su pelo, unos lentes redondos parecidos a los que suelo llevar puestos cuando leo... Solté el aire que tenía acumulado en mis pulmones, arregle mi cabello y camine lentamente por el umbral de la puerta abierta de el café "Cozy's".
 


 

-¡Haz llegado!- Me miró, sus ojos brillaban, se notaba alegría, sentí calidez en su mirada, como el abrazo de una madre cuando tuviste un mal día... Me gustaría poder decir como se siente realmente esa experiencia...
 


 

-Hey, ¿Creías que no lo haría?- Deje que mi cuerpo sea brevemente controlado por las emociones, y esboce una sonrisa que creí extinta en mi, una que en verdad demostraba felicidad.
 


 

-Por un momento, si- Sonrió, pero parecía algo triste.
 


 

-Así que... ¿Puedo sentarme?- Cambie de tema, no quería que nuestra charla se vuelva un circo en donde el drama fuera el principal protagonista, tuve suficientes problemas en muy poco tiempo como para agregar algo más a la lista.
 


 

-¿Se supone que debería decirte que lo hagas?- Soltó una pequeña risa, y sentí mi cerebro explotar, humor ligeramente cruel, me agradaba, lo tendría en cuenta.
 


 

Reí con ella, y es que, me había causado algo de gracia si debo de ser sincero conmigo mismo y es por dos motivos, uno, por su respuesta, dos, porque mi pregunta si fue bastante estúpida.
 


 

-Entendí la indirecta.- Sin más que decir, corrí la silla y me senté. -Así que... hoy fuiste al instituto, ¿No?
 


 

-¿Tú crees?- Soltó otra risa, al igual que yo, pero la mía ya empezaba a ser sarcástica. -Claro, aunque salí temprano, así que decidí venir aquí a tomar algo, y, como me hacía falta algo de compañía, me pareció buena idea llamarte.- Al terminar de hablar, se ruborizo un poco, y me di cuenta el porque, resulta que mientras ella hablaba no hice otra cosa más que mirar fijamente sus labios.
 


 

Aparte rápidamente la mirada y me quedé mirando el menú que no se en que momento llegó a mis manos.
 


 

-Cool...- Y, finalmente, me quedé sin nada más que decir, otra vez, pero al levantar la mirada pude ver como ella estaba mirando mi cabello fijamente, más concretamente, el residuo de golpe que había dejado mi tan apreciado matón en mi ya casi deformada cara.
 


 

-Ray, ¿Me dejas ver algo?- Lentamente acercó su mano hacia mi fleco, y cuando creí que vería mi golpe, la camarera trajo un latte humeante que ella debía de haber pedido hace unos minutos atrás, el cual significó mi salvación temporal.
 


 

-Y tu, joven, ¿Quieres algo?- La pregunta de la camarera me sacó de mis pensamientos, y al verme directo a los ojos note un pequeño sobresalto en ella, no se si es por mi mala cara, por mis notables ojeras o porque por algún motivo hoy todos pueden ver mi moretón.
 


 

-No, muchas gracias.- Y, dicho eso, esboce la sonrisa más falsa jamás vista, casi diciéndole que se vaya de la mesa.
 


 

-¿Que sucede? ¿No tienes hambre?- Erica me miró con algo de compasión, sabía más que nadie que en realidad estaba sin dinero debido a que me habían asaltado.
 


 



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En el texto hay: romance, amor, hermandad

Editado: 30.03.2020

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