Sus ojos: mí perdición y salvación.

Capítulo 2.

Lunes, 7:30 am, mi madre golpea mi puerta.

— Lina, ya es hora, levántate o se te hará tarde para el instituto. —dice calmadamente.

Busco qué ponerme en mi armario, dejo la ropa sobre la cama y voy a darme una rápida ducha. Me visto con toda la rapidez que la falta de sueño me permite, me miro en el espejo y veo mis enormes ojeras, me coloco un poco de corrector de ojeras y cepillo mi cabello dejándolo suelto. No es como si me importara mi aspecto, y lo que los demás tenga para decir sobre ello, pero en verdad parezco un zombi.

Bajo las escaleras sin mucho ánimo y me dirijo hacia la puerta dispuesta a irme, pero la voz de mi madre me detiene.

—¿No vas a desayunar? — pregunta cautelosamente — Jack te llevará, no te apures —el nombrado levanta la vista de su plato para mirarme, algo sorprendido por verme y luego su mirada viaja a mi vestimenta. 
Luego vuelve la vista a mi madre y ella escanea de arriba abajo mi vestimenta negra.

Nunca he vestido con colores neutros, pero juro que no ha sido aproposito, ni por darmelas de rebelde o chica mala, fue como un impulso, como si todo estuviera tan oscuro que ponerme algo de color sería una burla.

—No hace falta, iré caminando —me dirijo a la puerta y la cierro tras de mí, sin darles tiempo a que digan algo y emprendo mi camino al instituto.

Al llegar a este fue exactamente como pensaba, todos me miraban como si fuera un bicho, y en realidad no sé si es por lo que desaparecí por unos meses o por lo que visto, aunque la verdad no me interesa.

Paso por el corredor con la frente en alto y me dirijo a mi casillero a dejar lo que no voy a ocupar y sacar lo que sí, lo cierro y me dispongo a caminar hacia el salón en el que tendré…miro mis horarios y…genial, historia, nótese mi sarcasmo.

Voy prestándole atención a mis horarios cuando de repente algo, o mejor dicho alguien choca conmigo, por suerte no caigo al suelo, eso sería vergonzoso.

¿Cliché?

¿Dónde?

Levanto la mirada y me encuentro con un chico alto, pelo castaño claro, ojos azules  y… ¡stop! Ah sí, el imbécil que me chocó, me mira un poco avergonzado y yo solo me limito a mirarlo mal.

—Lo siento — me dice apenado. Tiene una voz ronca, pero suave a la vez rosando lo sex...¡Okey! —  Este... soy nuevo y quería saber si…— rasca su nuca y noto como sus mejillas toman un leve tono rosa — si podrías decirme donde está la dirección, por favor.

— Sigue derecho, al final del pasillo dobla a la izquierda. — respondo desinteresadamente haciendo un movimiento de cabeza hacia donde se tiene que dirigir. Él me sonríe y juro que me muero ahí mismo, por todos los dioses, esa sonr…¡ya!

—Gracias —responde sin borrar su sonrisa — soy Connor Lambert — dice después de un momento.

— Sí, como sea, no te pierdas — digo siguiendo mi camino.

Llego a mi salón y todavía no hay nadie, genial, voy hasta las mesas de atrás y me siento en la esquina que da hacia la ventana, me coloco mis auriculares, pongo mis brazos en la mesa y escondo mi cabeza en ellos. Siento que la campana suena, saco uno de mis auriculares y escucho como algunas personas empiezan a entrar al salón, algunos cuchichean cosas como, ¿Quién es ella? ¿Es nueva?, y otros solo pasan riendo como cualquier persona normal hablando con sus amigos, sin embargo, yo en ningún momento levanto la cabeza. Escucho que el profesor Smith entra haciendo callar a todos y comienza con su clase, genial nadie se sentó conmigo y lo agradezco.

No sé qué tiene de interesante aprender fechas y sucesos que ocurrieron hace 1000 años atrás, en no sé dónde.

¡Hombre, ya están diez mil metros bajo tierra, déjenlos descansar en paz!

Asique sigo en la misma posición, luego de unos minutos escucho al profesor decirle a alguien que se presente y este responde algo a lo cual no le prestó atención, pero escucho el tonto suspiro soñador que sueltan la mayoría de las chicas...

Estúpidas hormonadas.

Entonces escucho lo que no tenía ganas de escuchar.

— Muy bien muchacho...—habla el profesor — siéntese allí con…— se aclara la garganta un par de veces, y luego vuelve a hablar — señorita, si, usted, a la que no le interesa mi clase. Podría por favor al menos verme.— levanto la cabeza muy lentamente, curiosa por saber a que imbecil se refiere y...me golpeo metalmente al ver que su mirada está puesta en mi. ignoro el hecho de que me he llamado imbécil a mi misma y retiro mis auriculares con suma lentitud, luego acomodo mi cabello que se ha ido todo a mi cara y bufo, el imbécil que me llevó por delante hoy en el corredor está ahí.

Perfecto…

Ruedo los ojos al verlo sonreirme.

No puedo dejar pasar la cara de sorpresa que pone el profesor al verme, ni la de ninguno de los demás presente, es estupidamente graciosa.

— Señorita Andrews — dice con tono de sorpresa —mmm…bienvenida de nuevo — sigue, un poco nervioso, yo solo le dedico un asentimiento — bien, muchacho siéntate con la señorita Andrews.

Y aquí vamos, él se acerca con su estúpida sonrisa en su estupida cara. Cuando se sienta a mi lado suelto un bufido de fastidio y vuelvo a mi posición inicial.

Este va a ser un largo día. Vuelvo a colocarme los auriculares y no le presto atención a nada ni a nadie mas.

Llegada la hora del almuerzo, voy a la cafetería y oh sorpresa, fastidiosamente todas las miradas se posan en mi  ¡Aquí vamos! tomo una manzana y me dispongo a salir, pero siento surgir el nerviosismo en mí sistema al seguir notando las miradas.

— ¿Se les perdió algo? —levanto la voz enojada, y todos vuelven a lo suyo, menos la mesa de mi hermano, en la que se encuentra Marck, Liam, Rick, Él, y sorpresivamente Connor, quienes me miran con un deje de sorpresa.

Oh sí, chicos, ya no más de la chica tímida que andaba con la cabeza abajo y a la que ustedes regañaban por hacerlo.

Sigo mi camino sin darle importancia y me dirijo a las gradas a escuchar música. Pienso, pienso en cómo me he comportado con todos, y me siento mal pero sé que si dejo que alguien se me acerque voy a romperme y no quiero.




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