Sus ojos: mí perdición y salvación.

Capítulo 5.

POV LINA.
 


Después de aquel día todo volvió a ser como antes, o al menos en una parte y aunque me fue dificil, les expliqué lo que había sucedido, despues de todo, se los debía. Ellos entendieron, pero me regañaron por alejarme de ellos ya que era un momento en el que necesitaba apoyo. Costó, no voy a negarlo, volver con las bromas, las risas y todo los demás, pero poco a poco todo se fue reconstruyendo y así pasaron los días. Con Connor nos hicimos más unidos, jugábamos y bromeábamos, con los demás igual, volvimos a lo de siempre y estaba feliz por ello.

— Último día. — dice Connor sentándose a mi lado en las escaleras del porche de la cabaña, me había quedado embobada mirando como el sol se iba escondiendo.

— Lo sé...— suspiro — ha sido divertido...

— Así es. — concuerda — vamos, el sol se está escondiendo y los chicos nos esperan.  — se levanta y me tiende la mano, bufo pero la acepto. Caminamos unos metros hasta llegar donde están los demás jugando con nieve.

— Yo no juego. —Connor me mira extrañado.

— ¿Por qué no?

— Porque no.

— Sigues enojada ¿No es así? — suelta en un suspiro pero lo ignoro — Por dios, Lina... no sabía que era tu oso. — dice alterado — Además...el peluche ya estaba roto, no me puedes culpar.— levanta las manos al cielo — Yo solo lo lancé, nunca pensé que se le saldría la cabeza.— lo miro con los ojos entrecerrados y dirijo la mirada a los demás ignorandolo nuevamente.

Escucho su suspiro de resignación y luego sus fuertes pisadas, bueno, tan fuertes como pueden ser las pisadas sobre la nieve, alejándose.

Sí, llámenme inmadura, pero era mi osito y él lo degolló, y sí, estoy enojada con él por ello. Bueno, en realidad no estoy enojada, ya no, solo lo molesto.

Todos comienzan una guerra de bolas de nieve y yo solo miro, están un rato así hasta que una da en mi hombro quedando allí, levanto la vista y todos me están mirando.

Si humanos, temed.

Me conocen muy bien para saber que no se tienen que meter conmigo cuando estoy "enojada".

Los miro con una ceja alzada y todos automáticamente se hacen hacia los costados dejándome ver al culpable.

Me acerco mirándolo fijamente a los ojos, siento los ojos de todos encima.

Pff, ni que fuera a matarlo.

Aunque ganas no me faltan.

Miro mi hombro y vuelvo a mirarlo a él, quien traga saliva, sonrió internamente, entonces de forma muy lenta levanto mí mano y tomo la nieve que me ha quedado pegada y la observo con falsa curiosidad.

—Lina...—dice cautelosamente, yo lo miro sin ninguna expresión — Manzani...

Con un rápido movimiento mi mano queda en toda su cara mandándolo a callar, los demás ahogan un sonido de sorpresa y cuando saco la mano de su cara él empieza a escupir una y otra vez tratando de sacar toda la nieve de su boca, me mira sorprendido y yo no aguanto la carcajada que se escapa de mis labios mientras que los demás se unen.

— Oh, no sabes con quien te has metido manzanita. — amenaza mientras sigue escupiendo y yo me echó a correr con él pisándome los talones.

Y así pasamos nuestro último día, en la nieve, divirtiéndonos sin preocuparnos por nada ni nadie.

Esto es vida.

 

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— ¡Llegamos! — grita Jack al entrar en casa.

Mis padres llegan a recibirnos y abrazan a mi hermano, me miran algo dudosos pensando si abrazarme o no, pero me les adelanto y los abrazo a los dos ellos quedan estáticos por un tiempo y luego me abrazan con fuerza.

— Oh, mi niña.—  susurra papá, mi madre solloza en mi cuello, al separarme de ellos le dedico una sonrisa a ambos, mi padre limpia las lágrimas que inconscientemente he derramado y me acaricia la mejilla dejando un beso en mi frente.

— Lo siento —  digo por millonésima vez — Sé que me he comportado pésimo con ustedes y de verdad lo siento tanto. — ellos asienten y me abrazan de nuevo.

— Todo está bien, hija. — dice mi madre, se separan de mí y me miran con una sonrisa — ahora vallan, vallan a desempacar que ya casi esta lista la comida.

Me rio por su entusiasmo y ella me sonríe con ternura, subimos las escaleras con Jack y me adelanto pero antes de entrar a la habitación me llama, cuando me giro para preguntarle lo que necesita, no puedo hacerlo, ya que me está abrazando con tanta fuerza que siento que no respiro, pero yo lo abrazo con la misma intensidad, entonces escucho algo que nunca creí escuchar de Jack, algo que me desgarra el alma y provoca que mis ojos se llenen de lágrimas.

Un sollozo.

Un sollozo tan desgarrador que hace que deje de respirar por un momento.

— Te amo ¿Lo sabes verdad? —su voz quebrada hace trizas aún más mí corazón — me alegra que hayas vuelto.

— Lo siento —  le digo abrazándolo con fuerza — también te amo. — logro decir.

Él se separa de mí con delicadeza y me sonríe, limpio sus lágrimas y él las mías, deja un beso en mi frente y me dice que me espera para ir a comer.

Cuando salgo de la habitación Jack está esperándome, tal como me dijo, bajamos juntos y nos disponemos a comer, luego nos sentamos en el living y sé que es momento de contarles el porqué de mi comportamiento. Les cuento todo entre lágrimas  pero ya no duele tanto, al contrario, me alivia el poder contárselo, ellos lloran conmigo, pero todo vuelve a la normalidad.

 

~~~~~~~~~~°~~~~~~~~~~

 

Pasaron semanas en las que no nos hemos podido juntar muy seguido con los chicos ya que están con sus familias y todo eso, pero las veces que lo hacemos es genial, todo ha mejorado bastante y salimos juntos siempre que podemos. Estamos en casa con mis padres y Jack y como no tenemos nada que hacer y ya es un poco tarde, nos disponemos a ver una película, hasta que me da sueño, me despido de todos con un beso y subo a mi habitación.




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