Susurros

IV

—¡Susanit!— grito por cuarta vez mientras levanto mi vestido para correr más rápido.

El caos está cada vez peor y no encuentro a mi amiga. Ya estoy empezando a perder las esperanzas cuando un destello rojo llama mi atención.

Escondida en la parte trasera de uno de los pilares del palacio está mi chica.

—Marderisa— se abalanza cuando me ve llegar hasta ella y tomarla de los brazos.

—¿Te encuentras bien?— pregunto mientras la observo de pies a cabeza.

—Yo debería preguntarte eso, estabas bailando con el diablo— me dice tomando mi mano.

—Eso es lo de menos, necesitamos salir de este lugar o quedaremos en medio del fuego.

—Es más seguro si salimos por las puertas en las que tú entraste— me dice, la miro confusa—No entiendo porqué, pero fuiste a la única que llevaron en esa dirección, solo tú la conoces, los demás saldrán por donde yo entré.

—Esto es extraño, pero tienes razón— aprieto su mano—Vamos.

Con Susanit de mi lado ahora solo me preocupa salir de este lugar.

El sonido de gritos y lo que deduzco son cañones, llegan a mis oídos diciéndome que el tal Conquistador ya está en el reino y que si su nombre indica algo, no se irá hasta tenerlo.

—¿Has escucho alguna vez del Conquistador?— Susanit se detiene abruptamente haciendo que choque con ella.

—¿Dónde escuchaste ese nombre?

—Cuando estaba junto al Rey, un soldado de la guardia negra le dijo que el reino estaba siendo atacado por el Conquistador.

—Esto no es bueno— dice.

Uno de las puertas del frente del palacio es derribada por una jauría de hombres vestidos como nunca había visto antes.

Sus vestimentas parecen hechas con pieles de animales, al igual que su calzado y tienen grandes cabelleras, nunca en Annelh se había visto un hombre con el cabello largo.

Sus rostros están cubiertos de lo que parece cierta pintura y sangre, mucha sangre.

—Por todos los Dioses, son ellos— dice Susanit.

—Abajo— le digo mientras nos agachamos, observo que nadie nos haya visto—¿Quiénes son estas personas y quién es ese Conquistador?— susurro-grito a Susanit.

—Hace unas lunas leí un escrito antiguo que hablaba de los mayores guerreros del mundo—observa con verdadero horror a todos los hombres en el lugar—Esas son las tropas del Conquistador, el guerrero más sádico que el mundo haya visto.

—No puedo creer que esté atacando el reino.

—Pues créelo, su vida es esa, atacar y tomar lo que desee.

—Tenemos a la guardia negra, deben de poder detenerlos.

—No lo entiendes— niega con la cabeza—El Conquistador puede con todo y con todos, Marderisa tenemos que huir lo más lejos posible, si caemos en las garras de esos salvajes no hay manera de que sobrevivimos.

Los golpes y aullidos de agonía de quienes están siendo asesinados nos llegan.

—Deprisa, por ahí— le señalo el pasillo por el que entré.

Nos arrastramos por el piso de manera sigilosa, no permitiré que esos hombres nos descubran.

Tengo que sacar a Susanit de aquí.

—¿Y de dónde viene ese tal Conquistador?— le pregunto mientras seguimos avanzado.

—No se sabe exactamente, muchos dicen que es descendiente de los Dioses Oscuros, como el Dios de la Guerra.

—Eso no puede ser posible, fueron eliminados por nuestros Dioses del Sol y la Luna.

—Son solo especulaciones, no estoy completamente segura.

Ya casi llegamos al pasillo cuando dos de los hombres de la guardia negra y uno de esos extraños guerreros luchan violentamente.

—Por todos los Dioses— Susanit se pega a mi costado y comienza a temblar como una hoja.

Cubro sus ojos con mis manos para que no vea el momento exacto cuando el guerrero salvaje le clava su espada en el corazón a uno de los guardias mientras que al otro le atraviesa los ojos con dagas.

Los cuerpos caen inertes frente a mis ojos. Esto es lo más cerca que he estado de la muerte, pero por la mirada del guerrero creo que estoy por conocerla personalmente.

—Susanit— la llamo con mi rostro pegado al suyo—Voy a tratar de apartarlo del camino, cuando lo haga tú corre.

—No— niega con su cabeza—No voy a dejarte— dice con la voz rota.

—Tú tienes un padre que te ama y te espera— le digo segura—Ve por él y huyan de Annelh.

—Marderisa

—Hazlo, vete— la tomo del rostro— Vete y vive, hazlo por mí.

Le doy un beso en la frente y la empujo al pasillo al mismo tiempo que tomo una de las espadas de los dos guardias caídos.

Está pesada, pero pasar toda una vida paleando el fogón mantiene mis brazos fuertes.

Cuando el salvaje observa mi postura desafiante, sonríe de forma siniestra. Tiene una gran cicatriz en el ojo izquierdo mientras que el otro lo cubre un parche.

Siendo tuerto pudo contra dos hombres de la guardia negra. Definitivamente no duraré ni un segundo en pie, pero solo necesito que Susanit salga.

—Eres valiente pequeña golfa— dice con voz rasposa—Voy a conservar uno de tus huesos como recuerdo.

—¡Vete ya Susanit!— grito mientras levanto la espada y corro hacia el hombre.

Esquiva fácilmente el golpe y en su lugar gira mi cuerpo y levanta su espada.

Muevo la mía para bloquear el golpe y empujo con fuerza.

No creo poder resistir más la posición, pero gracias a todos los Dioses, Susanit pudo llegar al pasillo.

El salvaje empuja su espada y me golpea un lado del rostro con la empuñadura.

—Crees que esa pequeña zorrita amiga tuya podrá escapar—me da una fuerte bofetada—Nadie escapa de el Conquistador.

Cuando trata de agarrarme del cabello para someterme aún más, suelta un fuerte alarido de dolor.

—¡Ahhh!— grita sostenidose la manos y suelta su espada—¿Qué me hiciste maldita?

Observo su mano y tiene la piel en carne viva, de un color rojo. Se ve muy doloroso.

No tengo ni idea de lo que sucedió, pero no me detengo a averiguarlo. Tomo la espada y busco como escapar.

—No tan rápido— dice otra voz en mi camino. Levanto la vista y me encuentro con un hombre vestido como los salvajes, solo que este no tiene cicatrices y posee un cabello blanco que llega a sus hombros.



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En el texto hay: aventura epica, fantasía drama, enemiestolover

Editado: 20.09.2024

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