Susurros

V

—Camina— me dice uno de los guerreros de Tulok, mientras me pincha con su espada en el costado.

Hace rato que dejamos atrás el palacio en ruinas, al parecer estos hombres lograron destruir la mayoría de la estructura con siglos de antigüedad en tan solo un respiro.

Estoy preocupada por Susanit. ¿Llegaría a tiempo a su casa? ¿Encontraría a su padre? ¿Babet estará bien?

Estas preguntas me hacen querer sentarme a llorar por un buen rato, pero necesito buscar la manera de escapar y encontrarlas.

Annelh está en ruinas, por ningún lado se ve al Rey Picius y varios miembros de la guardia negra se encuentran muertos en varios rincones del reino.

Los guerreros salvajes están empujando con violencia a unos cuantos guardias sobrevivientes hacia uno de los cientos de botes que se encuentran a las orillas del río Pit que conecta con el mar Angosto.

Muchos ponen resistencia, pero son controlados a punto de golpes y escupitajos.

Por más que miro a mi alrededor no soy capaz de ver a su líder. ¿Tulok será el tal Conquistador?

Se ve realmente aterrador y es el más centrado de todos. Es el único que piensa con la cabeza y no con la espada, es lo que puedo observar.

—¿A donde vamos?— me arriesgo a preguntarle al guerrero que me custodia.

—Cállate— me dice sin siquiera mirarme.

—Al menos merezco saberlo, ya que seré su prisionera, ¿no?— el salvaje es joven y no tiene tantas cicatrices.

—Si te sirve de consuelo, eres lo suficientemente decente de ver y si tienes suerte podrás complacerlo.

—¿A quién?— pregunto entendiendo sus palabras.

—Al Conquistador.

Tomo una fuerte respiración tratando de calmarme, la sola idea de que ese hombre me tome contra mi voluntad me pone enferma y con ganas de morir ahogada en el mar Angosto.

Entonces Tulok no es el Conquistador.

—¿Su gran Conquistador es tan cobarde que no pudo acompañarlos en batalla?—pregunto desafiante, no soy estúpida ni ingenua, estos hombres me ven como un pedazo de carne que no vale nada, así que moriré en mis términos, al menos eso tengo.

—No sabes nada golfa estúpida—dice colocándose enfrente y soltando la bofetada que se veía venir—Zhendyak solo necesitó de dos movimientos de espada para poner a la gran guardia de tu reino de rodillas mientras su patético Rey huía.

Esa información es nueva, al parecer el Rey Picius se salvó, a costa de todo el reino.

—¿Eso es todo? Ni siquiera se toma la molestia de mostrar su patético rostro a los habitantes del reino que destruyó.

—Él hace lo que él quiera y ya cállate.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?— finjo que pienso—Ah sí, Zhendyak el Conquistador, debería ser Zhendyak el corredor— me río de mi propio chiste, porque ¿Qué más puedo hacer? Me llevan directo al matadero.

—Eres una maldita insolente— me toma del rostro con una mano y aprieta con fuerza haciéndome ver puntitos por todos lados—Si él no se molesta contigo, te aseguro que hay más de cien hombres que pueden divertirse contigo.

—No si les arranco sus pequeños huevos primero— sonrío.

Trata de sujetarme del cabello, pero al igual que con el Tuerto me suelta gritando de dolor.

—¡Ahhhh!— grita—¡Maldita ramera!— toma su espada y la levanta hacía mí. El golpe nunca llega porque Tulok lo detiene sujetando su espada.

—¿Qué no te quedó claro que es una esclava para el Conquistador?— le pregunta—No puedes tocarla.

—Esa maldita golfa me quemó— le muestra la palma de la mano que está completamente roja.

—¿Tú también?— Tulok frunce el ceño y me ve—¿Qué fue lo que hiciste?

—Yo no hice nada— levanto las manos que tengo fuertemente amarradas por una soga.

—Te dije que esa golfa me había quemado— dice llegando a nosotros el tuerto.

—Ya superame— le digo al hombre girando los ojos.

—¿Qué me estás ocultando niña?— pregunta Tulok colocándose en toda su altura frente a mí—Si eres una maldita bruja ten por seguro que te quemaré yo mismo.

—No soy una bruja— le digo, ni yo entiendo que sucede con estos hombres y sus quemaduras.

—Solo hay una forma de averiguarlo— dice sacando de sus trajes la punta afilada de lo que creo es una flecha, no estoy muy segura.

—¿Qué haces?— pregunto nerviosa.

No dice nada, en su lugar pasa la flecha por mi cuello, mi rostro y luego rasga una de la mangas de mi vestido y hace lo mismo.

—¡Oye!— grito indignada—No toques mi vestido.

Ignorando me sigue en lo suyo y cuando está completamente satisfecho guarda su cosa y me observa.

—No eres una bruja, pero no eres como nosotros.

—¿Y entonces que soy?— bufo.

—Un dolor en mi culo si no te subes de una maldita vez al bote y te quedas callada— me señala—Deja de hablar con mi guerreros y que te quede claro que si no le interesas a Zhendyak tu vida ya no me servirá y te arrojaré al mar.

Levanto las manos sin decir una palabra. Tulok en observa y por el ceño en su cara pienso que lo irrito bastante.

¿Qué esperaba? ¿Qué me fuera con una gran sonrisa y emoción al lugar donde claramente algún viejo horrendo y macabro me tome?

El guardia joven que me custodiaba se coloca un pedazo de tela alrededor de la mano mientras que el tuerto me empuja con fuerza con un palo.

—Avanza bruja— me dice pinchandome otra vez con el palo.

Me trago lo que quiero decirle al tonto y sigo caminando hasta subirme al bote.

Esperamos a que todos estén en sus lugares y dos guerreros que tienen troncos en lugar de brazos empiezan a remar.

Mientras más y más avanzados se aclara mi visión con lo que tengo al frente.

Cientos de barcos enormes están tras una espesa neblina que los ocultaba de la vista de todos en el reino.

Con razón la guardia negra no se preparó para el ataque, si no se miraba el peligro del enemigo.

El bote se detiene a un lado del barco que está al centro y un guerrero de los que estaba remando me levantada y me echa sobre su hombro.



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En el texto hay: aventura epica, fantasía drama, enemiestolover

Editado: 20.09.2024

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