-Eso es todo por hoy niñas- les dice Sumbulg a las bailarinas que no dejan de lanzarme dagas con sus ojos, cuando ninguna se mueve agita su bastón-¡Que se vayan!
Todas desaparecen de la cubierta dejándome sola con los guerreros serios y con Sumbulg.
-Sigo sin comprender que pasa- digo bajito, más para mí que para el resto.
-No puedo creer que esa bruja se sepa mover.
-De seguro lo ha hechizado.
-Sabes que los conjuros no pueden con el Conquistador.
-La verdad yo si le daría buen uso a esas piernas.
-Tiene también un buen...
-Larguense a preparar sus armas que mañana embarcamos al amanecer-dice Tulok interrumpiendo las muy innecesarias intervenciones de los salvajes-Tú vete a preparar que a Zhendyak no le gusta esperar.
-Yo... yo no...- balbuceo sin saber que decir o hacer.
-Yo me encargo Tulok- le dice Sumbulg mientras me toma del brazo y me arrastra al pequeño lugar donde me cambié antes-Ya conseguiste el primer paso, salvaje.
-¿Ahora qué debo hacer?- pregunto sentándome al pie de una vieja cama-Dímelo Sumbulg, ya bailé ¿Ahora qué?
-No puedes hablar en serio- cuando mira mi rostro serio niega con la cabeza-Pues ahora vas a sus aposentos y le das una noche inolvidable.
-¿Y cómo hago eso?- pregunto confusa.
-Pues te subes a su cama y...- se detiene y me observa con lo que ya he nombrado, su mirada de "te estoy analizando hasta el alma"- Nunca has estado con un hombre-no es pregunta, pero aún así asiento-¿Por qué no me lo dijiste?
-Pues no sé- me paso las manos por la cabeza-Creía que si te lo decía ya no querrías ayudarme.
-No sé si esto sea bueno o malo- dice-Al Conquistador le gustan las mujeres salvajes, atrevidas y que sepan satisfacerlo- me señala-Con ese baile que diste cualquiera creería que trabajabas en un burdel.
-Solo hice lo que me pediste- le digo indignada-Ahora solo dime como lo hago querer volver a estar conmigo, según Johanen solo con ella a pasado más de una noche.
-Esa niña con aspiraciones de Reina me produce dolores de cabeza- pone cara de molestia-Pero está en lo cierto, el Conquistador solo a estado con ella más de una vez.
-Eso ya no será así- digo firme recordando la estúpida cara de grandeza de la Princesita-Yo seré la única.
-¿Y cómo lo harás?- se burla-¿Con tu experiencia?
-No tengo idea de lo que le guste- lo veo a los ojos-Tú debes de saber algo- me observa y observa, parece como si estuviera a punto de lanzarme por la borda.
-Por lo que sé, al Conquistador solo le interesan dos cosa- levanta un dedo-Conquistar- levanta otro- Y matar, si rompes ese patrón, créeme salvaje, no hay nada en el mundo que no consigas.
-¿Si consigo que guste de mí podré tener lo que desee?
-Sí sucede ese hecho imposible, créeme cuando te digo que no hay nada que no puedas hacer- se acerca más hacia mí-Si logras que te ame serás invencible.
-¿Seré algo así como su Reina?- pregunto algo perpleja.
-Nada de eso- niega con la cabeza- Serás la Conquistadora de los ocho mares, ¿Es que no sabes del poder de nuestro Conquistador?
-Nunca había escuchado de él- observo todo el pequeño espacio- O de ustedes.
-Solo Tulok sabe realmente del poder del Conquistador- por sus ojos pasa un rayo de miedo- Nunca te atrevas a contradecirle o hacerlo enfadar, nadie quiere ser blanco de la ira de Zhendyak.
-¿Y si quiere lastimarme?- pregunto con miedo.
-Tendrás que lograr que esa idea le resulte tan aborrenda como a ti.
La puerta se abre y un Tulok tranquilo entra.
-Sumbulg- dice, mi muy agradable maestro no espera que diga nada más y se va, dejándome sola con este hombre-De espaldas- me dice.
-¿Qué?- pregunto con el ceño fruncido.
-Quiero asegurarme que no tengas nada encima niña- cuando no hago nada me gira bruscamente.
-¡Salvaje!- grito.
Me ignora como siempre y como lo hizo en Annelh antes de venir aquí, saca su especie de punta de flecha y lo pasa por mis piernas, sube lentamente por mi estómago, en medio de mis senos y termina en mi rostro.
-¿Seguimos con el tema de la bruja?- enarco una ceja.
-No sé que es lo que les haces a mis hombres, pero si Zhendyak ve que le traje como presente a una esclava bruja no quiero ni saber lo que me hará.
-Vaya- digo-El gran Tulok con miedo, eres tan patético- me toma del rostro con ambas manos y aprieta, fuerte.
-No tienes ni idea del poder que carga consigo el Conquistador- me observa- Nunca se ha detenido cuando sentencia a alguien a muerte. Ni las súplicas de rodillas, ni los ruegos de piedad, ni las miradas de siervo de mujeres lo han compadecido para perdonarles la vida- me suelta.
-Quieres decir que si respiro mal en su dirección y eso le molesta, ¿Me matará?
-Básicamente.
-Que maravillosa noticia ahora que iré y estaré sola con él- siento como el miedo y pavor se apodera de mi cuerpo.
-Ya lograste llamar su atención niña- guarda su flecha anti-bruja-Nunca había usado el pañuelo negro antes, simplemente toma la mujer que quiera y listo, pero esta vez te eligió.
-¿Y eso es bueno?
-Con él nunca se sabe- me señala la puerta-Muévete que no le agrada que lo hagan esperar.
-No debería cambiarme a algo más apropiado- digo viendo lo que era mi hermoso vestido.
-Cómo si a Zhendyak le interesaría tu vestimenta- dice con burla- Esta niña idiota- murmura.
-Escuché eso.
-Sí, lo sé.
Cuando salimos a la cubierta, los guerreros ya no están y solo quedaron las mujeres que se encargan de limpiar todo.
Entre más nos acercamos a los aposentos del Conquistador más late mi corazón. Tienes un plan, Marderisa, solo enfócate.
Tengo que volver con mis únicas amigas, ellas son la única familia que tengo. Por volver con ellas soy capaz de lo que sea, incluso lograr que el Conquistador de los ocho mares penda de mi palma.
-No lo hagas enojar y estarás bien- abre la puerta y me señala el interior con la mano-Si tienes suerte.