La bestia de ojos tormenta me observa fijamente cuando hablo. Creo que ya he perdido la cordura, es imposible que este animal sea el Conquistador.
Cuando su mirada se concentra en la daga que sigo empuñando, la bajo lentamente.
—No haré nada, lo prometo— digo lo más suave que puedo pero sigue viéndome como si en cualquier momento fuera a atacar—Solo me protegía del espectro oscuro, mi Señor— cuando digo esto último sus ojos furiosos vuelven a los míos.
Respiro profundamente cuando su hocico lleno de sangre de su presa anterior choca con mi mejilla. Me quedo completamente quieta y trato de regular mi respiración, cuando enseña sus afiliada dentadura creo que moriré por este animal que bobamente creo es mi captor.
La criatura se aleja de repente y desaparece en las profundidades del bosque al mismo tiempo que una silueta con la forma de una persona se acerca.
—¿Tulok?— pregunto cuando se acerca más—Por todos los Dioses— murmuro cuando me doy cuenta que si es él.
—¿Qué haces aquí niña?—pregunta molesto—Te dije que no te alejaras, ¿Qué haces en el suelo?
—Un espectro oscuro me atacó— digo mientras me levanto—Luego un enorme oso monstruoso lo devoró de un bocado.
—¿Un oso?— pregunta levantando una ceja.
—No estoy diciendo mentiras, era un oso gigante con los ojos...— me callo, no sé si deba decir mis sospechas sobre la identidad del animal. Son solo ideas locas tuyas, Marderisa.
—En Antrez no hay vida animal, está repleta de criaturas malditas.
—Ya lo sé— murmuro—Pero sé lo que vi.
—Muévete ya niña— empuja en la parte baja de mi espalda—Ya es tarde y no quiero que me devore un maldito espectro o peor— me observa— Un gigante oso.
—Eres un...— me trago mi insulto. Guardo mi daga y limpio la tierra de mi pobre falda—¿Podrías conseguirme algo más adecuado para este tipo de lugares?— señalo nuestro alrededor.
—Veré que puede conseguir Sumbulg.
Es todo lo que dice mientras camina y hace un gesto para que lo siga.
Regresamos en un gran silencio al lugar donde está toda la tripulación de el Conquistador. Mi mente corre con tantas preguntas y suposiciones.
¿Este es el poder del que hablaba Tulok?
¿El Conquistador es capaz de cambiar a bestia cuando lo desee?
¿Y si Susanit tenia razón?¿Es descendiente de los Dioses antiguos, del Dios de la Guerra?
Tanta pregunta me pone al punto de no retorno.
Mientras arropo unas cuantas pieles para poder dormir sin pasar frío, guardo entre ellas mi daga y por el rabillo del ojo veo al tuerto acercarse.
—¿Podrás con lo que te dije?— pregunta, lo observo fijamente a la espera del resto—Marderisa la seductora— puedo escuchar como rechina los dientes.
—Para tu suerte y gracias a la compañía de Tulok encontré las cuatro Girtres que necesitaba— después del susto en el camino encontré las plantas—Mañana haré la pócima, la bebida tiene que hacerse con los primeros rayos del sol— suena irónico ya que es una planta nocturna.
—Nos vemos, Marderisa la seductora— dice en voz baja.
No digo nada pero sonrío, al menos ya no trata de golpearme. El barbon puede morirse en lo que a mí respecta, no va a recibir nada de mí parte para sus heridas.
Me acomodo para dormir algo. Ya acostada mis ojos se dirigen hacia los aposentos de el Conquistador. Solo espero estar equivocada, si ese hombre es esa bestia que vi hoy, no habrá duda de su poder.
Tengo que observarlo más de cerca. No sé que me espera mañana, pero hago una pequeña plegaria a los Dioses.
Protejan a Susanit y Babet.
Cuíden mi vida de los criaturas malditas.
Que Zhendyak no me mate.
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Cuando el Dios Sol da indicios de querer salir, preparo las Girtres ya cortadas en el frasco con agua del mar Angosto y las posiciono en un lugar donde sé que caerá un rayo de sol.
Cuando la luz ilumina el frasco doy un pequeño salto de alegría. El líquido toma el color dorado que necesito. Rápidamente lo tapo y lo guardo en mi nuevo atuendo.
Sumbulg vino esta mañana con un nuevo vestuario, me hace parecer parte de los guerreros y debo admitir que es cómodo y no me hace sentir tan expuesta como los trozos de vestido que portaba antes.
La mañana inicia con los hombres buscando que comer, parece que hoy tenemos que viajar más a lo profundo del reino. Maravilloso, volver a ser atacada por saber que criaturas esta vez.
—¿Existe siquiera personas que matar aquí?— pregunta el barbon a Tulok cuando este se sirve algo más de comida.
—Antrez posee un regente como todo Reino— le dice como si fuera estúpido, lo cual es—Pero no es como los gobernantes que siempre matamos, es el que controla todas las criaturas del bosque, así que puede matarnos fácilmente sin necesidad de levantarse de su trono.
—Lo mejor es atacarlo de día, las criaturas de Antrez son nocturnas— digo las palabras sin poder detenerlas.
—¿Nosotros bruja?— pregunta en burla el barbon— Tú solo eres una esclava.
—Cállate Rolf— le dice el joven guerrero que ahora conozco como Owek.
—Lo que ella dice es cierto— me apoya el tuerto—Es mejor acercarnos a su regente durante el día.
—No hay tiempo que perder— Tulok se levanta, haciendo que todos lo sigamos—Prepárense, no quiero a ninguna sola persona de esta tripulación sin portar una espada o lo que desee para defenderse, al Conquistador no le gustará.
—¿El Conquistador nos acompañará?— pregunto con cierta cautela.
—El nos dirigirá niña— me dice Tulok, se gira hacia todos los guerreros, saca su espada y la levanta—¡Conquistar o Morir!— les grita.
—¡Conquistar o Morir!— dicen al uniso todos.
—¿Lista para demostrar de lo que estás hecha niña?— pregunta guardando su espada—¿O sigues con tus estúpidos miedos?
—A veces creo que te gusto Tulok, siempre tan pendiente de mí— bato mis pestañas de forma exagerada.
Tulok me observa con el ceño fruncido y se aleja en dirección a los aposentos de el Conquistador.