Susurros

XII

—Que esas palabras no vuelvan a salir de tu maldita boca niña— Tulok me alcanza en rápidas zancadas.

Ambos seguimos a una distancia prudente al tuerto y a Owek. No hay rastros de el Conquistador por ningún lado.

Mucho mejor, así no tengo que ver su maldito rostro. Cuando cierro los ojos puedo ver claramente la total indiferencia con la que veía a Owek mientras agonizaba.

Es una bestia.

En todos los sentidos.

—No puedes prohibirme nada— le digo firme—Talvez no sea en un destino cercano, pero recuerda mis palabras—observo al Dios Luna dejar caer un poco de sus rayos—Acabaré con el Conquistador.

—Te creía más lista— niega con su cabeza—Lo que dices es una total estupidez— me toca la frente—Que se meta en esa cabeza tuya que ni tú ni nadie en todos los ocho mares puede contra el poder de Zhendyak.

—¿Le temes tanto?— lo provoco. Tulok es tan cerrado, al menos él habla. A diferencia de su líder que no hace más que mirar con la muerte en sus ojos.

—Todo el que no lo haga es un idiota— detiene sus pasos y se coloca frente a mí—Hay muchas cosas que no sabes niña, pero te daré una advertencia— levanta su mano y con la punta de uno de sus dedos traza líneas imaginarias en el aire—El poder de Zhendyak no es natural— ¿está diciendo lo que creo?

—Es un descendiente de los Dioses de la guerra— afirmo recordando lo que me dijo Susanit en el palacio del Rey Picius.

—No— ríe— Él es la guerra— su dejo se mueve hasta estar a una pulgada de mi cabello—Mantén tu pequeño don oculto, no de mí ni de él— sube su dedo y lo gira en pequeños círculos—Las criaturas de la oscuridad son las que te comerán viva.

—¿Desde cuando lo sabes?— pregunto, es absurdo tratar de negar lo que ya sabe. Pero mi mayor temor es que ahora sé que el Conquistador es consciente de lo que puedo hacer.

—¿Crees que te traje al barco por casualidad?— bufa—Piénsalo, fuiste a la única que traje de Annelh y la presenté ante él, ¿Por qué crees que le dije a Sumbulg que te prepara para bailar para él?

Su derroche de preguntas me hacen dar un paso atrás. Todo esto me nubla la mente, ¿Sabían de mi existencia? ¿Desde cuando? ¿El baile?

Por todos los Dioses ya no sé lo que es verdad y lo que no.

—Habla claro Tulok— aprieto la daga con mucha fuerza—¿Sabias de mí antes de llevarme como esclava?

El hombre responsable de mi actual paradero me observa con su dura mirada.

—¡Responde!— grito.

No me importa si atraigo a más espectros u otra criatura infernal de este maldito Antrez.

Sumbulg, el baile, el palacio de Picius, ¿Todo fue planeado?

Cuando Tulok abre la boca y creo que hablará, una ráfaga de viento agita los árboles del bosque.

Ambos vemos como otro rastro de neblina se arremolina a nuestros pies.

—Quédate junto a mí niña— me observa serio—Tenemos que volver con los demás.

—Todos pueden irse al último rincón del mar Angosto— lo observo con furia—Me separaron de mi hogar, de mis amigas...— me voz se quiebra—De mi vida.

Siento como el dolor que no se había manifestado antes llega a mi cuerpo y mi alma.

—Respira niña— dice esta vez con suavidad, no me había dado cuenta de que estaba conteniendo el aliento—Solo tranquilízate y mantén la compostura, no te atrevas a quebrarte ahora.

—Me quebré en el momento en el que me alejaron de Susanit— murmuro.

Sintiendo todo el peso de la revelación me alejo de la cercanía de Tulok y corro.

Corro lo más rápido que me permiten mis piernas.

—¡¡Niña!!— grita Tulok.

Pero no escucho, no lo veo. No me importa, solo quiero huir.

Dioses ¿Por qué yo?
Lo poco que tenia en Annelh me lo arrebataron.

La oscuridad de lo profundo del bosque me rodea pero sigo corriendo. Siento que no respiro y que los troncos de los árboles se cierran a mi alrededor.

Siento que todo da vueltas. Trato de calmar mis respiraciones irregulares.

Trato de contar para calmarme mientras corro:

1, 2, 3, 4 ...

Por mi distracción y la oscuridad no me fijé en la enorme roca al frente y terminó estrellándome contra ella.

Solo recuerdo un fuerte dolor en mi cabeza y luego todo se vuelve negro.

⚔️⚔️⚔️

Siento algo húmedo en mi mejilla y una fuerte punzada en mi cabeza.
Los párpados los siento cansados, pero hago mi mejor esfuerzo y lentamente los abro.

Todo sigue oscuro. Levanto mi mano y toco el lugar donde duele y siento como un poco de sangre se queda en mis dedos.

Trato de sentarme sin marearme.

—Solo tú no ves una gigante roca en tus narices Marderisa— me reprendo.

Escucho como unas pesadas pisadas hacen crujir las ramas en el suelo.

Trato de buscar mi daga, pero no sé si sea por el golpe o si sigo soñando, pero una enorme sombra se acerca lentamente.

Bueno, ahora voy a morir en manos de alguna criatura maldita de este reino.

Trato de apretar mi herida y aclarar mi vista, parpadeo varias veces para aclarar la sombra y cuando lo hago, preferiría no haberlo hecho.

El mismo animal gigante que me salvó de aquel espectro cuando buscaba las plantas del tuerto, está frente a mí.

Muevo mis manos por el suelo buscando mi daga pero no la encuentro.

—Sé que eres el Conquistador— digo lentamente—No le he dicho a nadie nada.

El oso se acerca hasta estar a una pulgada de mi rostro. Abre su enorme boca y muestra sus afiliados colmillos.

Cuando creo que va a devorarme, siento una presión y luego algo húmedo.

—¿Qué...?— cuando la sensación se repite, me doy cuenta.

El animal me está lamiendo la herida en mi frente. Confusa y algo perdida me quedo absolutamente quieta y espero que termine.

Cuando el oso parece satisfecho, se detiene y se aleja solo un poco. Levanto mi mano nuevamente y toco mi herida, ya no hay dolor y tampoco rastros de sangre.

No tengo ni la menor idea de lo que haya sucedido, pero no voy a seguir ni un momento más en compañía de el Conquistador.



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En el texto hay: aventura epica, fantasía drama, enemiestolover

Editado: 20.09.2024

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