Susurros

XVII

—Mientes, yo no tengo una madre— digo negándome a creer nada de lo que salga de la boca de Shallet, ella está en toda esta red de traiciones junto al lunático de Pascus.

—Quieras creerlo o no, esa es la verdad—el brillo de su vestido se hace más fuerte—. Dalila, tu madre era la mujer más bella de todos los quince reinos, cada Rey, Señor y Caballero soñaba con la posibilidad de poder llamar suya a Dalila, pero ella solo tenía ojos para él.

Todo esto me está poniendo el cabello tan pesado, creo que las palabras que dice esta bruja son ciertas. Este Rey amaba a mi madre y ella lo amaba a el, pero solo los Dioses saben que le sucedió.

—Murió dándote a luz mientras estaba huyendo de Pascus— me explica.

—¿Si lo amaba, por que huir? — Shallet calla.

—No es salgo que debas saber, solo enfócate en que serás la nueva Reina de Antrez y si tenemos éxito, también lo serás de todos los quince reinos.

—Ya te he dicho que primero muerta antes que ser la esposa del hombre que no solo me mando a secuestrar y dejo mi reino en ruinas. Sino que también fue de alguna manera responsable de la muerte de Dalila— mi cabello brilla con fuego resplandeciente, es como si estuviera de acuerdo con mis palabras.

—Esta unión es inevitable, esta en tu futuro Marderisa— sus uñas afiladas me señalan—. Estarás casada antes de abandonar Antrez, eso es algo que puedo jurar—. Con esas palabras resonando, la veo irse por el pasillo oscuro.

Sola en el calabozo pienso muy bien todo esto que está sucediendo.

Fui cambiada como un simple objeto.

Me quieren obligar a casarme con el asesino de mi madre.

Y quieren que forme parte de este plan tan macabro que tienen de querer aplastar cada uno de los reinos existentes.

Dioses por favor, no sé por qué me ponen a prueba viviendo todo esto, pero ayúdenme a salir de aquí. Por favor, solo eso y el resto lo hare yo.

Me recuesto en una de las paredes del calabozo y rodeo mis piernas con mis brazos para comenzar a balancearme.

Dali, dali, dalila.
Dali, dali, dalila.
Dali, dali, dalila.

Tarareo la melodía de mis sueños. Tuve una madre, sonrio con pesar al imaginar su muerte, ella sola luchando por traerme a la vida.

—Ojalá pudiéramos cambiar las cosas, madre— susurro mirando a la pared que hay en el fondo— mis hebras brillan, mi cabeza palpita.

Me levanto de pronto sintiéndome mareada, desde que descubrí lo de mi cabello y estoy aquí en este reino de muerte, solo me han dado estas fuertes sensaciones cuando tengo que defenderme o cuando algo se acer...

Mis pensamientos son interrumpidos por el fuerte golpe que retumba en todo el calabozo en el que estoy encerrada, pero el golpe que le sigue a ese es tan potente que termino por alejarme lo más que pueda cuando los escombros de lo que antes era la pared del fondo caen uno a uno para dar paso a la figura gigante e imponente de una gran bestia.

Una bestia que reconozco por sus magnéticos ojos azules.

—¿Y tú qué demonios haces aquí? —pregunto con la ira pasando por mis venas, hace tan solo esta tarde ya me había cambiado por esa joya y ahora entra así, ¿Ya sabrá que el Corazón que le dieron es falso?

Pero eso no tiene sentido, si ya lo hubiera descubierto estaría despedazando al Rey Pascus, no estaría aquí, derribando el calabozo donde me mantienen prisionera y dándome una oportunidad para escapar.

Escapar...

El gran oso inclina todo su cuerpo de manera que me ofrece su lomo, ¿Qué está haciendo?

—¿En serio crees que me subiré ahí? — el descaro de este hombre.

La neblina espesa comienza a llenar el lugar, lo que solo puede indicar una cosa.

Los espectros oscuros están llegando.

Tengo que tomar una decisión ya, si corro por mi cuenta me alcanzaran pronto, suelto un suspiro derrotado.

—Ni creas ni por un solo momento que a la primera oportunidad que tenga no te clavare mi daga en tu ojo— digo mientras me apresuro a subir a su gran cuerpo.

Tengo que sujetarme de su pelaje para no caerme. Cuando ya estoy arriba de la gran bestia, las puertas de mi calabozo son abiertas y un grupo de espectros oscuros junto a una Shallet agitada me observan.

—No lo hagas, estas cometiendo un grave error Marderisa— me dice con voz firme.

—Su único error fue haberme encerrado a mí y no a Zhendyak— con eso el oso suelto un fuerte rugido y sale corriendo lo más veloz que puede, dejando a todos atrás.

Me sujeto con toda mi fuerza al pelaje de este gran animal, sigo sin entender por qué no se ha ido de Antez y me ha ido a buscar.

Cualquiera que sean sus razones, preferiré escapar con su ayuda que casarme con el maldito hombre que mato a Dalila, mi madre.



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En el texto hay: aventura epica, fantasía drama, enemiestolover

Editado: 18.12.2024

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