XVIII

Seguimos huyendo lo más lejos que podemos, no sé si el Conquistador logre ver bien con por dónde vamos.

La Diosa Luna nos brinda unos cuantos rayos de luz para poder guiarnos, pero a la velocidad a la que vamos es imposible que el vea algo de manera clara.

Estar en lo alto de este animal, de este Conquistador me hace sentir fuerte, estoy desafiando este reino y a su rey. No me importan las consecuencias.

No soy un objeto de cambio, mucho menos una doncella que agachara la cabeza mientras es obligada a casarse.

No soy ninguna ingenua, todo lo que me ha llevado hasta acá, me demuestra que solo me tengo a mí, la bestia que me lleva sobre su lomo es mi principal enemigo y no entiendo del todo sus razones ocultas para regresar por mí y liberarme.

Tengo que ser más astuta que este malnacido, tengo que estar siempre adelante, porque mi único propósito ahora es salir de aquí y llegar a Anelh, tengo que encontrar a Susanit y protegerla, proteger a todo mi reino.

—¡Detente! —Grito a la bestia cuando una gran figura negra se alza al frente.

El Conquistador obedece y se detiene a contemplar al monstruo que intercepta nuestra huida, incluso esta bestia y supuesto Dios, parece cauteloso ante la figura.

—No creo que sepa que hay alguien más a su alrededor, es demasiado alto para notarnos, tenemos que aprovechar esa ventaja y alejarnos lentamente, quien sabe lo que es capaz de hacernos—murmuro junto a una de sus orejas que están alzadas escuchando todo sonido a nuestro alrededor, esta demasiado oscuro y estamos muy adentro del bosque de Antrez y solo los Dioses saben de la cantidad de criaturas malignas que veremos a nuestro paso.

Pero esta es particularmente mas tenebrosa que los mismísimos espectros oscuros, es como un maldito gigante hecho de sombras, el cuello se me romperá si sigo tratando de ver hasta dónde termina su cuerpo, solo logro divisar una especie de cuernos con muchas ramificaciones que se alza en lo alto de su cabeza.

Trato de entender la forma de la gran criatura mientras pienso hacia dónde dirigirme, en algún momento tengo que deshacerme de este oso y huir sola a Anelh, mientras ideaba mi plan, la criatura parece haberse dado cuenta de nuestras presencias, ya que gira muy lentamente su cuerpo oscuro y nos golpea de frente una oleada de vientos fríos, sus ojos son tan rojos que siento que queman mi piel y cuando una sonrisa de dientes puntiagudos se asoma en su cara de sombras, mis instintos se activan.

—¡Corre!

El Conquistador no lo piensa y mueve sus patas a una velocidad tan potente y sorprendente que tengo que sujetarme con mucha más fuerza de la que tengo, los sonidos de ramas crujiendo y fuertes pisadas que hacen retumbar la tierra, nos advierte de la proximidad que hay entre la criatura y nosotros.

—¡Nos alcanza! —digo cuando noto sus ojos rojos casi en mi hombro.
El miedo me invade, pero lo aparto y pienso en ella.

Dalila.

Mi cuero cabelludo comienza a pesar y el ya familiar sentimiento de fuerza llega a mí.

Dalila.
Dalila.
Dalila.

Rápidamente mis mechones oscuros son reemplazados por el color vivo del fuego, esta vez el dolor es más fuerte y la luz más brillante.

—¡Ahh! —el grito de dolor que escapa de mis labios, advierte a Zhendyak de mi situación, lo que hace que se detenga abruptamente y se gire hacia la criatura que me observa desconcertada.

El conquistador siente que mi agarre sobre su cuerpo peludo se debilita, se pone en una posición de pelea y empieza a rugirle a la criatura, mi cabello duele como nunca y algo raro sucede.

Mi cuerpo se levanta por si solo de la espalda del animal y se eleva hasta estar al nivel de los ojos de la bestia, mi cabello esta tan encendido que ilumina más alla del punto en que nos encontramos en este bosque, tratando de mantener las fuerzas de mi ser, noto con completo asombro como mis brazos son cubiertos por pequeños riachuelos de fuego, siento que lo que veo es una especie de sueño, no puede ser real.

Estoy flotando y convertida en una especie de luz, cuando los rayos de fuego se hacen más grande la claridad llega a la criatura y la luz deja ver lo que ocultaban las sombras, huesos.

Cientos de huesos lo forman, la bestia rápidamente al verse expuesta retrocede asustada y soltando un sonido estruendoso como de animal herido, cuando se ve completamente derrotado, desaparece en las sombras.

El Conquistador me observa con una mirada extraña, es como si estuviera fascinado, hasta podría jurar que se ve orgulloso, pero esto es ridículo.

Nada tiene sentido, ni lo que me pasa, ni ese animal, ni mi estadía en este reino repleto de criaturas dedicadas a matarme.

Observo mis manos y ya no puedo distinguir ningún rastro de mi piel pálida, todo mi cuerpo está cubierto por el fuego.

No sé cómo sucedió, ni se si puedo controlarlo, lo que si se, es que me esta consumiendo y es doloroso, muy doloroso.

Mi cuerpo tiembla y se sacude violentamente.

El oso suelta quejidos lastimeros, cuando observa las sacudidas de mi cuerpo.

La brillante luz que iluminaba casi todos los alrededores se va debilitando poco a poco.

Cuando ya no resisto mas, mi cuerpo cae al suelo y todo el aire sale de mis pulmones, ya en el suelo boscoso el Conquistador se acerca y comienza a lamerme la cara, los brazos y todo retazo de piel que encuentra.

La sensación de su lengua húmeda, parece aliviar un fragmento de todo lo que me agoniza.

El crujir de unas ramas, nos pone alerta a ambos, no creo resistir mas enfrentarme a otra criatura de este maldito reino o peor aún, que el rey Pascus me haya encontrado, teniendo a esa maldita bruja es probable que ya sepa de mi paradero.

—Si me escuchas Shallet—digo tosiendo—. Puedes morirte en el peor de los Moxthan.

El aire no esta llegando a mi organismo y creo que es el fin, el oso tiene sus orejas en alerta ante los sonidos que se van haciendo más y más notorios, un indicio de su proximidad, gira su cabeza hacia donde estoy tendida y presiona su nariz mojada en mi mejilla, es como si me estuviera diciendo algo.
Sin fuerzas y completamente perdida, observo como se aleja y me deja sola ante el intruso que se acerca.