Susurros de una Ciudad sin Escribir

La Viuda pálida

Las malas lenguas susurran entre los callejones enmarañados y sucios de Medellín, donde siempre resuena el mismo eco. Todos en la ciudad creen que es solo una alucinación… hasta que les llega su hora.

Se dice que en las calles del barrio El Poblado solía deambular una mujer de rasgos indescriptibles, envuelta en harapos blancos. Su piel pálida reflejaba la luz del sol de forma antinatural, y su cabello, oscuro como la noche sin luna, parecía devorar hasta el más mínimo atisbo de bondad. Su sola presencia era suficiente para robar el sueño hasta al más extenuado trabajador.

En bares y cantinas se murmuraba que aquella mujer era la perdición hecha carne. Nadie sabía si era un mito o una advertencia real, pero todos coincidían en algo: quien cruzaba palabras con ella, desaparecía sin dejar rastro.

Las desapariciones se hicieron cada vez más frecuentes, y el miedo se instaló en cada rincón del barrio. Hasta que, en una noche lluviosa de mayo, ocurrió lo impensable. Un grupo de campesinos, embriagados por la valentía que solo el alcohol concede, decidió enfrentar a la extraña mujer. Entre risas y bravatas, la invitaron a parrandear en uno de los bares más famosos de la zona. Creyeron haber conquistado lo desconocido. Pero solo habían sellado su destino.

A medida que la noche avanzaba, el bar comenzó a volverse frío, oscuro. La neblina, al principio ligera, fue espesándose hasta ocultar todo a su alrededor. Las risas se ahogaron en un silencio sepulcral. Afuera, los pocos testigos que se atrevían a mirar escucharon gritos sofocados y lamentos que helaban la sangre. Nadie volvió a ver a los campesinos.

Se dice que las almas de los impuros son su alimento, que ella les roba el calor de sus cuerpos para entregárselo a quienes verdaderamente lo necesitan: los desamparados, los olvidados de la ciudad.

Por eso, si alguna vez te sientes sin rumbo, si la desesperanza te pesa más que la vida misma, tal vez una mujer vestida de blanco se acerque a ti. Y, en su abrazo gélido, encuentres el amparo que tanto necesitas… o el fin que nunca viste venir.




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