Sweet Blood

Feliz cumpleaños Eileen

Sweet Blood, así se denomina la celebración que conmemora la exterminación vampírica en el pueblo de Betws-y-Coed, una pequeña comunidad ubicada al norte de Gales. Un precioso lugar que se encuentra en un predio rodeado de bosques y paisajes montañosos. 

Este festejo se lleva a cabo cada 31 de Octubre en honor a una vieja leyenda que relata como seres inmortales visitaban a la comunidad asesinando a cualquier persona que se atravesara en su camino. Sin embargo, la llegada de un consejo conformado por brujos acabó con cada criatura, sentenciando a los inmortales a la muerte. Al menos eso le hicieron creer a Eileen. 

Eileen cumplía el mismo día que la celebración Sweet Blood pero sus cumpleaños no eran los mismos desde la accidental muerte de sus padres. Añoraba profundamente su compañía, las noches y paseos familiares. Planeaba pasar la noche en su casa, encerrada en su habitación o simplemente cenar con su abuela, el único familiar que le quedaba. Pero sus tres amigas de la preparatoria no estuvieron de acuerdo con ella y no tardaron en entrometerse para convencerla de cambiar de opinión.

Obligada a sentarse en el gran sofá del living, inhaló profundamente y cerró sus ojos preparada para recibir reproches.

—¡Vamos Eileen! ¡Solo festejamos tu cumpleaños! —su adorable amiga Ailish fue la primera en reprochar—. Volveremos antes del amanecer.

Adivinando quién sería la segunda persona en dirigirle la palabra, se acomodó sobre él sumido sofá y cruzó ambas piernas imitando la posición de yoga.

—Yo sugiero que debemos pasar la noche en un bar y tomar cerveza —Wendy acomodó el lente que resbalaba en su tabique—. Solo nosotras cuatro.

Se tomó tiempo para meditarlo.

—Está bien, ustedes ganan —aceptó, pero dirigió su mirada a su mejor amiga—. ¿Tú qué dices, Alois?

Negarse no era una opción adecuada ya que ninguna la dejaría tranquila, pero no tomaría ninguna decisión precipitada si Alois no la acompañaba. 

—Si se trata de beber cerveza acepto —respondió la rubia con expresión desinteresada—. Tengo ganas de estar ebria esta noche.

Liberando un largo suspiro, dejó de cruzar sus piernas y se puso de pie, colocando ambas manos sobre sus caderas. Soportar su propio cumpleaños era aceptable, sólo bailar, beber y luego irse a casa a dormir. No obstante, detestaba ser partícipe de la celebración Sweet Blood. Todos tenían que vestir de dos colores, negro y rojo, además, obligatoriamente debían quedarse hasta la media noche en la plaza principal. De otra manera, se perderían los fuegos artificiales. 

Participar del festejo implicaba traer dolorosos recuerdos de sus padres pero quizás la compañía de sus amigas apartaría su tristeza por una noche.

—¡Si! —exclamó Wendy entusiasmada—. ¡Las amigas alcohólicas están de vuelta!

Inmediatamente rodeó el sofá, saliendo del living para caminar hacia las escaleras que conducían a su habitación. Todas se quedaron observándola expectantes de su abrupta actitud.

—¿Qué miran? ¿Me ayudarán a elegir un atuendo o simplemente se quedarán en el living? —subió dos escalones más hasta detenerse—. Si no me ayudan cambiaré de opinión.

—¡¡Claro!! —contestaron todas al unísono.

Luchar contra sus amigas se comparaba a intentar derribar un gran mural de hierro con los puños. Aun así, agradeció tener amistades que comprendan su dolor y se preocupen por su bienestar.

Desafortunadamente, faltaban pocos meses para terminar su último año de preparatoria y eso significaba que su preciado grupo se disolvería. Cada una tomaría caminos separados para perseguir sus sueños mientras que Eileen se quedaría sola y sin amistades. ¿Cómo podría sobrevivir sin la compañía de sus amigas? Para colmo, hace tres meses terminó su relación con su última pareja, Jimmie, y no sería capaz de soportar su acosos. Jimmie seguía sin superar la ruptura amorosa con Eileen y seguramente, estaría esperando el momento indicado para suplicar volver a ser amado.

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Después de incontables mudas de ropa, Eileen eligió usar un vestido corto de seda color rojo mientras que sus compañeras optaron vestir de negro. En cuanto a su cabello lacio azabache, prefirió soltarlo de modo que cayera sobre sus hombros hasta su cintura. 

Luego de despedirse de su abuela, el primer lugar que visitaron fue un restaurante cercano a la plaza principal. Pero Wendy insistió tanto en bailar que no tuvieron otra opción que pagar la cuenta y marcharse rumbo a otro bar cercano.  

Wendy sedujo al recepcionista para conseguir una mesa libre y cuando logró su propósito, pidió tragos exóticos para las cuatro.

—Quiero proponer un brindis —Wendy alzó su copa de vidrio—. Por nuestra querida amiga Eileen ¡Ahora es oficialmente legal!

—Comienzas a asustarme —respondió Eileen—. Un brindis por ustedes y por mi.

—Ahora la policía te podrá arrestar —musitó Alois sarcásticamente—. Tendrás muchos galanes.

—Mis únicos galanes son ustedes.

—Que tierna.

—¡Hora de bailar! —Wendy jaló de su brazo obligándola a caminar hacia la pista. 

No tenía noción del tiempo pero la noche parecía perfecta. Sus amigas pintaron sus días grises de colores y entre risas, bailes en el centro de un círculo y nuevos tragos, Alois fue la primera en embriagarse.

—Wendy acompáñame al baño —Alois se tapó la boca—. Tengo que vomitar.

—Claro ¡Ailish quédate con Eileen! ¡Volvemos en un momento!

Aparentemente la necesidad de Alois fue tan inmediata que Wendy en vez de caminar corrió chocando a varias personas a su paso. 

Eileen se sintió extraña. No quería teorizar que la bebida haya sido la causante de su estado pero una suave corriente eléctrica comenzó a recorrer su espina dorsal, deteniéndose justamente sobre su cuello simulando ser un hormigueo. 

—Eileen ¿Estás bien?

Los ojos celestes de Ailish la examinaron con preocupación.

—No lo sé —contestó—. siento como si alguien nos observara. 




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