Sweet Blood

Apetecible

Eileen consideró interesante las visitas de Declan. El inmortal la visitaba todas las madrugadas para platicar y beber su sangre pero toda esa amistad era inexistente al otro día en la preparatoria. Declan la ignoraba y actuaba como si no la conociera, eso la entristeció al principio pero pensó que él tenía sus razones para hacerlo. 

Lamentablemente las malas noticias no tardaron en llegar. Alois empezó a ausentarse. Todos los días marcaba el número telefónico de su amiga y le enviaba mensajes pero Alois no contestaba. Su amiga era caracterizada por poseer un temperamento frío pero también existía su lado amable que siempre avisaba cuando no podía asistir a un determinado lugar. Esta vez fue la excepción y comenzó a ser preocupante para todos.

Caminando solitariamente por los pasillos de su preparatoria, llegó a su respectivo casillero e insertó su llave personal abriendo la pequeña puerta metálica. Las materias que le tocaban eran historia y biología. 

Ignorando la molestia en su muñeca izquierda, debido a la mordida de Declan, agarró los libros sosteniendo a los dos por debajo de su brazo. Pero antes de cerrar el casillero, la aguda voz de Ailish clamó su nombre.

—¡Eileen!

Miró a un costado, observando a su adorable amiga venir hacia ella.

—¿Hmm?

—Alois aún no aparece.

Ailish también estaba tan desesperada.

—Lo sé, es preocupante —recordó el mensaje que le envió durante la mañana—. No me dijo una razón para su ausencia.

—Es raro —Ailish juntó las manos—. ¿Crees que sucedió algo malo? 

—Espero que no. Solo ruego que aparezca.

—Entiendo —respondió su amiga entristecida—. Podemos visitarla mañana. 

—Pero ninguna sabe dónde vive.

Ambas se sintieron estúpidas. Durante los años de amistad que tuvieron con Alois jamás conocieron su casa y en qué parte del pueblo vivía. Por otro lado, intentando crear un plan para saberlo, antes de responder fue interrumpida por la presencia de Bryana.

—Creo que alguien quiere hablarte. 

—¿Eh?

Ailish volteó curiosamente.

—Hola, Ailish.

La voz de Bryana expresó una extraña seriedad.

—Hola.

 Ailish correspondió el saludo.

—Las dejaré solas —Eileen cerró su casillero sin antes cruzar miradas con su amiga—. Te veo más tarde.

Sin más rodeos dejó a las dos mujeres platicar y se dirigió al aula. Al momento de entrar imaginó a Alois esperándola sentada en el típico lugar pero nadie estaba. Alois se había ausentado como arte de magia y era sospechoso.

Mientras se rascaba la venda que cubría la herida de su muñeca, se sentó en silencio liberando un largo suspiro. Sin embargo, la escandalosa discusión entre sus compañeros Suria y Oliver capturaron su atención. Inmediatamente miró a los individuos luchando en una interminable batalla de argumentos y entre medio de los dos se encontraba Bruce, durmiendo con su hombro apoyado sobre la pared.

—¡Quizás solo fue un accidente!

Suria habló con la boca llena, terminando de comer un sándwich. 

—¿Acaso no tienes cerebro? El sujeto tenía mordidas en todo su cuerpo ¿Qué clase de accidente podría ser? 

Refutó Oliver rascándose la nuca.

—¡Entonces fue un animal! —Suria pensó detenidamente—. Un cocodrilo quizás 

Pero Oliver no se dió por vencido.

—¿Y qué me dices de la persona que encontraron flotando en el lago? Ambos brazos estaban arrancados.  

—¡¿Pueden hacer silencio?! —interrumpió Bruce liberando un largo bostezo—. Solo era un animal. La policía y los guardabosques se encargarán de eso.

Por un momento, Eileen pensó si Declan y Bryana estaban relacionados con esas muertes, ya que de ser cierto no solo ella corría peligro, Ailish también. El timbre sonó y Ailish entró junto con Wendy. Detrás de sus amigas venía Declan quien sorpresivamente se sentó a su lado. Luego apareció el profesor.

—Muy bien, chicos —dijo el docente—. Hoy analizaremos la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de tener a Declan como compañero, Eileen no se esmeró en saludarlo, prefirió mantenerse en silencio sin hacer contacto visual. Lamentablemente la picazón apareció y tras rascarse la tela, Declan aprovechó el momento para iniciar una plática.

—Te dije que no tocaras tu herida o no sanará —regañó Declan—. Eres testaruda.

Pero Eileen eludió sus palabras.

—Encontraron a dos personas muertas cerca del lago.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—Si ambos quieren pasar desapercibidos deberían cazar en las afueras del pueblo ¿No crees? 

Su compañero liberó una corta risa sarcástica.

—Bryana y yo no asesinamos a esas personas.

—Pero ustedes beben sangre.

Acusó segura de sus palabras.

—Yo bebo tu sangre. 

—¿Pero Bryana ? 

Declan evadió su pregunta astutamente.

—En la Segunda Guerra Mundial fuimos testigos de muchas atrocidades y tú me llamas monstruo. 

En ningún momento se tomó la molestia de denominarlo como un monstruo.

—No dije que lo fueras. 

—Pero lo pensaste 

—¿Eres como los vampiros de las películas? 

—No —lo negó—. pero eres tan predecible —su silencio dejó mucho que desear. Declan prosiguió—. Esta tarde iré a caminar sobre la playa ¿Quieres venir?

¿Playa? No recordaba visitar ese lugar desde que tenía seis años.

—Claro —aceptó pero otro silencio evidenció su preocupación—. Lo siento...

—Alois está bien.

¿En verdad era tan previsible?

—¿Cómo lo sabes?

—Sólo lo sé —Declan cerró sus ojos y volvió a abrirlos—.  Ella regresará pronto.

 

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El viaje duró media hora. Declan aparcó a un costado de la carretera dónde también se hallaba el auto de Bryana. Nadie caminaba por esos lugares debido a los derrumbes y la marea alta. No era un sitio recomendable. Además, estaba lejos de ser una zona turística, por lo tanto, era peligroso. 

—¿Bryana está aquí?

Bajó del auto, cerrando cuidadosamente la puerta.




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