DECLAN
Las nubes encapotadas en el cielo anunciaron una tormenta que, probablemente, desaparecería durante el amanecer. Declan y Bryana no podían predecir qué potencial tendría el enemigo y qué nuevas habilidades habían adquirido para utilizarlas contra ellos dos; aún si, el mismo clan tenía un solo objetivo: asesinarlos.
Estar en guardia cerca de la frontera del pueblo era el lugar perfecto para un campo de batalla. Mucho más si se trataba de un bosque. El viento sopló con rapidez, alborotando la tierra y cubriendo de polvo sus calzados. Sin embargo, tres distinguidos aromas a perfumes caros fueron los que evidenciaron la cantidad y quienes de los vampiros, pertenecientes al clan de Igone, se aproximaban a una velocidad inhumana.
—Esperé largos siglos este momento —la idea de vengarse, más allá de proteger a Eileen, era uno de sus mayores deseos—. Solo son tres. Igone no está. Seguramente se quedó en el pueblo contiguo.
—Lo supuse —dijo Bryana—. Ella llegará por su cuenta, o junto al rubio de esteroides.
El momento fue crucial y todo sucedió lentamente. La primera gota que el cielo liberó, cayó al mismo tiempo que las fuertes pisadas de los vampiros. En menos de un parpadeo, Declan y Bryana corrieron hacia sus enemigos y comenzaron a pelear. Si bien, Declan era veloz, Bryana no podía igualar su velocidad. La única manera de hacerlo consistió en teletransportarse, un don que muy pocos vampiros adquirían en el mundo antes o después de su transformación.
Los soldados de Igone estaban totalmente entrenados para matar sin piedad y compasión por cualquier vida humana u otra criatura sobrenatural. El detonante de Declan fue oírlos reír mientras eran perseguidos, como si estuviera burlándose de ellos y disfrutando del espectáculo.
Uno de los soldados era un joven adolescente, quizás convertido hace dos o tres meses. Declan teorizó que, basándose en cómo éste corría y escalaba los árboles, Igone le había arrebatado la vida a ese muchacho solamente para que le sirviera como carnada. Lamentó tener que quitarle la vida a un joven inexperto, pero no había vuelta atrás. Apenas su enemigo saltó hacia otro árbol, Declan lo capturó, estiró de sus brazos hasta quitarles las extremidades y le rompió la columna vertebral haciéndolo caer al suelo. Después lo decapitó y miró cómo el cuerpo del inmortal se desintegraba hasta volverse cenizas.
—Uno menos —sentenció, pero la batalla aún no terminaba.
Alcanzar a su hermana fue una tarea fácil. Cuando llegó, Bryana se estaba encargando personalmente de asesinar al segundo. Guiándose en como Bryana torturaba lentamente a su víctima, no tardó en adivinar que ella se había teletransportado a espaldas del vampiro, lo suficiente para atravesar su brazo en el abdomen de su presa, romperle varias costillas, quitarle el corazón y decapitarlo de un solo golpe.
Dos soldados menos. Pese al baño de sangre, el tercer soldado, al no tolerar presenciar las muertes de sus compañeros, optó por huir y abandonar la batalla como todo cobarde.
—Eso fue fácil. Demasiado fácil —exclamó Bryana. Cuando empezó a llover torrencialmente protestó—. Odio los días nublados. Odio la lluvia. Odio la humedad.
—Consigue un paraguas.
Declan era una de las pocas personas que podía ser sarcástico con Bryana, de lo contrario, si fuera un desconocido, ella se hubiera encargado de darle una paliza.
Mientras retiraba del suelo los brazaletes rojos, que anteriormente le pertenecían a sus víctimas, los guardó dentro de su chaqueta como un recuerdo. Uno iría como trofeo en su hogar, el otro se lo regalaría a Eileen. Solo esperaba que ella no preguntara el origen de los brazaletes y como lo había obtenido, porque ahí sí estaría en grandes problemas. Regalarle un brazalete de un muerto, en este caso un vampiro, a la chica que le gusta, no sería muy "romántico" de su parte.
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EILEEN
La luz que atravesaba la ventana la obligó a despertarse. Luego de su apasionada noche con Declan, sabía que el vampiro saldría por la ventana para alimentarse. Solo deseaba que Declan hubiera cerrado las cortinas antes de marcharse. Esa mañana el cuerpo le pesaba pero Eileen sabía la razón de su estado, Declan cumplió su promesa de morderla durante la madrugada.
Con lentitud, sin necesidad de sentir mareos, apartó las sábanas que cubrían su cuerpo desnudo y se dirigió al baño para tomar una ducha, lavarse los dientes y tapar con maquillaje las ojeras que todavía no desaparecían de su rostro. Sin embargo, mientras el agua de la regadera caía sobre su cuerpo, escuchó que la puerta de su habitación se abrió. 《Puede que sea mi abuela, pero ella toca o avisa antes de ingresar ¡Reacciona tarada!》 La voz de su conciencia la puso en estado de alerta, temiendo que pudiera tratarse de un ladrón o peor, su ex pareja.
Giró la perilla cerrando el paso del agua y estiró su brazo para agarrar la toalla con el fin de cubrir su cuerpo. Se puso sus pantuflas negras aterciopeladas y al cruzar el umbral de la puerta el alma le regresó al cuerpo. Allí estaba Declan sosteniendo una bandeja con un desayuno que, claramente, se encargó de preparar.
—¿Estás bien? —Declan la miró y la puso nerviosa ¿Cómo podía ser tan malditamente atractivo?—. Puedo sentir que tu corazón está acelerado.
《Rápido, inventa una excusa. Cualquier cosa que disimule lo mucho que te gusta》
—Casi resbalo en el baño —fue lo primero que se le cruzó en la mente—. No te rías por favor.
—¿Reírme? ¿Por qué lo haría? Durante la madrugada Bryana y yo asesinamos a dos vampiros. Terminamos empapados y embarrados en la tormenta. Creo que eso es motivo para burlarse.
Declan sonrió. Siempre la comprende y trata de hacerla sentir cómoda. No obstante, observando el cabello húmedo y la ropa impecable que Declan llevaba puesto, dedujo que él se había bañado en su casa. 《Mierda, yo quería que se bañe a mi lado》pensó para sí misma pero le restó importancia. Caminó hacia su placard y empezó a buscar qué outfit usaría durante todo el día.