Sweet Blood

Dos clanes

AILISH 

Ailish lavaba tranquilamente sus manos, pensando qué lugares podría mostrarle a Serbal al día siguiente. Planeaba invitar a Bryana y posiblemente a sus amigas para que el chico no se sienta excluido. Para su mala suerte, sus planes fueron echados a la basura por Alois. Su amiga abrió la puerta del baño y no titubeó en caminar hacia ella con intenciones de regañarla como si hubiera cometido un error. 

—¡¡Ailish!!

Alois pronunció su nombre con demasiada autoridad.

—¿Qué sucede? —no tuvo tiempo de secarse las manos. Alois se encargó de llevarla a la salida—. Espera, mis manos están húmedas ¿Por qué actúas de esa manera?

—Estás en problemas y debemos irnos. No te preocupes por la cuenta, me encargué de pagarla.

No comprendía qué sucedía pero tampoco se quedaría insistiendo una explicación, simplemente la siguió. Para mayor precaución encendió su celular, que anteriormente se había apagado cuando cayó al suelo, y al deslizar su dedo en la pantalla táctil, reiteradas llamadas perdidas de Bryana llenaron su barra de notificaciones.

—¿Me dirás qué sucede? 

—Luego hablaremos —contestó su amiga—. Escúchame, Wendy nos está esperando en el auto y necesito que tú finjas que nada malo sucede. Wendy no debe sospechar de nosotros.

—Está bien.

No tenía otra opción que aceptar tal petición. Ambas salieron de la cafetería, aparentando normalidad y se dirigieron al vehículo, allí estaba Wendy sentada en el asiento trasero, escribiendo en su celular. En silencio, Ailish se sentó en el asiento del copiloto y Alois en el lado conductor. Durante el trayecto pusieron música y dejaron a Wendy en su casa. Sin embargo, cuando se despidieron, Alois apagó la música y las dos quedaron en absoluto silencio. Ailish sintió una gran incertidumbre por la actitud de su compañera, no solo por su seriedad, sino por la velocidad del vehículo. Alois no mostraba intenciones de querer frenar frente a un semáforo en rojo.

—Escucha —Alois rompió el silencio—. No entiendo por qué ese idiota estaba en la cafetería ¿Cómo se atrevió a hablarte? No puedo olvidar la manera en cómo me miró amenazante al notar mi presencia.

—¿Te refieres a ese sujeto? —no tardó en darse cuenta de quién se trataba—. No puede ser el Serbal de tu pasado, no parece ser un vampiro. Él fue muy amable conmigo.

—Es su manera de ser, te manipula —Alois chasqueó la lengua—. Serbal desprecia cualquier vida humana. Por esa razón pertenece al clan de Igone —apretó fuertemente el volante—. Él seduce mujeres, se acuesta con ellas y luego las asesina.

—Estoy dentro de esa lista ¿verdad?

Alois no dijo respondió, solo aparcó el vehículo en el estacionamiento de la gran cabaña. Ailish estaba tan preocupada que no se percató que ya habían llegado a destino. Como Bryana las esperaba en la entrada, al momento de bajar del auto, corrió apresurada a los brazos de su novia.

—Te dije que no te alejaras de Alois y Wendy —Bryana expresó su molestia—. ¿Dónde estaba? ¿Cómo no pudiste percibir su aroma?

Bryana se dirigió a su hermana.

—En la cafetería —exclamó Alois—. No tengo idea. No percibo su aroma hace siglos. Él fue quien se infiltró en el pueblo.

—Ese idiota…

Dentro de la cabaña, Eileen leía un libro en el living y Declan estaba sentado en las escaleras. Basándose en la seriedad del vampiro, seguramente ya se habría enterado de lo sucedido y ahora se debatía una manera de enfrentar la situación. No obstante, eso no fue suficiente. Declan la interrogó hasta sacarle los más mínimos detalles, desde la apariencia de Serbal hasta los gestos que este poseía.

—Creo que es suficiente —Declan miró a sus hermanas—. Rodearemos el pueblo esta noche hasta encontrarlo.

—Estoy segura que escapó —Bryana apretó sus puños—. Tendremos que asesinarlo.

Eileen cerró el libro que estaba leyendo y lo apoyó en sus piernas para poner más atención en el plan que llevarían a cabo.

—Ailish deberá quedarse con Eileen esta noche.

—¿Aquí? —Eileen dudó—. ¿Si atacan la cabaña?

—Me refería a tu casa —sugirió el vampiro—. Invita a Wendy a hacer una… ¿cómo dicen ustedes los humanos?

—Pijamada, tonto —Alois se burló—. Me parece una buena idea.

—La casa de Eileen también estará vulnerable —Ailish no quería poner en riesgo la vida de Eileen—. Pueden atacarnos.

—No te preocupes —aseguró Bryana, colocando la mano en su hombro izquierdo—. Esa casa está muy protegida.

Todos estuvieron de acuerdo con la idea de Declan. Dormir en la casa de Eileen era más seguro que dejarlas solas en la cabaña, corriendo el riesgo de ser encontradas por el clan de Igone. Por otro lado, Ailish llamó a Wendy para preguntarle si deseaba hacer una pijamada y ella no se negó. A partir de ahora, sí Ailish comenzaría a vivir con vampiros debía ser más precavida, obedecer sus órdenes y escuchar cada instrucción que le fuera dada. No debía desobedecer o de lo contrario se expondría a cualquier peligro. 

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DECLAN

Como había planeado, mientras Ailish estaba en la casa de Eileen, su clan rodeó cada extremo del pueblo hasta los lugares menos circulados por humanos. Durante la caza de Serbal, era inevitable que Declan pensara en su novia. Eileen, antes de partir, expresó su preocupación por perderlo, pero él jamás permitiría tener una derrota, se mantendría a salvo y no se dejaría vencer por el clan de Igone.

 En los límites del pueblo de Gales volvió a encontrarse con sus hermanas. Con certeza, ninguno de los tres sabían si esa madrugada debían pelear contra los vampiros. No obstante, el plan de Declan consistía en intentar llegar a un acuerdo. Diez minutos fueron suficientes para percibir el clan enemigo. Los tres esperaron la llegada de los vampiros hasta divisar sus siluetas en el horizonte. Para sorpresa de todos, Igone, la líder, no venía con ellos, solo Serbal, Michael y Niall.




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