Sweet Blood

Un intruso y la verdad

EILEEN

La voz de su abuela interrumpió la reunión que se llevaba a cabo en el living. Ailish y Wendy la habían convencido a mirar una película antes de dormir.

—Eileen, tienes visita. 

—¿Uhm? —llevó palomitas de maíz a su boca—. ¿Quién podría ser?

No esperaba a nadie más esa noche. De hecho, por un momento pensó que sería Declan, pero, conociendo la expresión fastidiosa de su abuela, supo que no se trataba de él. 

—Dijo que es importante... —su abuela desvío la mirada, acaparando la atención de sus amigas—. También dijo que tiene apuro.

—Está bien —se levantó del sofá, dejando la pequeña bandeja de palomitas de maíz sobre la mesita principal del living—. Regreso en un momento.

Sobre el perchero junto a la entrada, se encontraba colgada la chaqueta de cuero negro que Declan había dejado olvidada a propósito para que la usara. Así que se colocó el abrigo que emanaba un hermoso perfume masculino y suspiró, dirigiendo su mano a la perilla de la puerta. La persona que estaba al otro lado era la que menos imaginaba.

 

—Así que estás viva.

—Hola Jimmie —saludó desanimada ¿cómo pudo olvidar la plática con su ex novio? Se arrepintió de no ser honesta con él, pero, aunque lo intentara, sabía que Jimmie no aceptaría la idea de ser olvidado. 

El joven de cabello castaño se encontraba sentado en su motocicleta, estacionada sobre el costado de la acera. Sus ojos marrones la observaban con desdén hasta que la mirada le cambió. Eileen supo que estaba molesto.

—¿Por qué no avisaste que vendrías? —preguntó, acercándose lentamente hasta detenerse un par de metros de él—. Te dije que debías avisarme.

Pero Jimmie no estaba escuchando sus preguntas.

—¿De quién es esa chaqueta? —cuestionó Jimmie, bajando de su motocicleta.

—Eso no te incumbe.

Retrocedió, temiendo por su seguridad.

—Ahora entiendo por qué no contestas mis mensajes —Jimmie despeinó su cabellera en señal de frustración—. ¿Hace cuánto tiempo sales con él?

—Jimmie, lamento no poder responder —tragó saliva—. Tú y yo, nuestra relación jamás fue sana y creo que jamás lo será…. —juntó las fuerzas necesarias para decirlo—. No quiero estar contigo.

Jimmie no aceptó ser rechazado.

—¡No! —la tomó bruscamente del brazo—. ¡Mañana mismo terminarás con él y vendrás conmigo!

—¡Suéltame, Jimmie!

—¡¡Quiero que te saques esa chaqueta o de lo contrario la destruiré yo mismo!!

El agarre de Jimmie se intensificó más sobre su piel a tal punto que Eileen temió por su seguridad.

—¡Me estas lastimando!

—¡No querrás tener que soportar las consecuencias! 

El tono amenazante de su ex novio le provocó incertidumbre. No deseaba volver a ser la indefensa chica de antes, era tiempo de hacerse respetar.

—¡Púdrete! —contestó dispuesta a defenderse.

Jimmie no titubeó, alzó su puño contra ella, pero, afortunadamente, este jamás la golpeó. Una tercera mano llegó a tiempo para detenerlo. Se trataba de Bryana, la inmortal que no dudó en empujar a Jimmie hasta hacerlo caer al suelo.

—¡¿Qué te sucede, imbécil?! 

La voz altanera de Bryana le erizó la piel. 

—Bryana…. —pronunció Eileen débilmente, no pudo siquiera moverse por su estado de shock. Jimmie se puso de pie, pero antes de querer volver a pelear, Bryana volvió a empujarlo. 

—Eileen ¿Te juntas con esta lesbiana? 

Las palabras homofóbicas de Jimmie dejaron mucho que desear.

—Un paso más y te haré añicos, estúpido machista —amenazó la vampira—. No vuelvas a acercarte a Eileen.

La abuela cruzó el umbral de la puerta de la casa con un teléfono en su mano.

—¡Lárgate Jimmie o llamaré a la policía!

Wendy y Ailish corrieron hacia Eileen, preocupadas por su estado de shock. Jimmie simplemente se subió a su motocicleta y antes de marcharse le dio una amenaza.

—Esto no quedará así, Eileen. No todos pueden protegerte. 

Lamentablemente, cuando el joven se marchó, Eileen comenzó a llorar. Se convenció de ser una mujer fuerte pero nada de eso sucedió, el puño de Jimmie la había paralizado del miedo. Si Bryana no hubiera aparecido, era posible que estuviera tirada en el suelo, tapándose el rostro por el golpe.

—¿Estás bien? —Bryana la abrazó—. Está  asustada, debemos llevarla adentro.

—Si, es lo mejor —respondió Wendy, ayudándole a caminar.

Pasaron cuarenta minutos luego de la patética escena de celos de Jimmie, pero Eileen logró tranquilizarse. Cómo sabía que Bryana pasaría a visitar a Ailish, le agradeció más de tres veces por su acto de valentía al defenderla. 

—No te preocupes, Eileen. No dejaremos que él intente agredirte de nuevo —aseguró la inmortal—. Tengo que volver a casa —la pecosa se acercó a Ailish y dejó un beso sobre la frente de la rubia—. No pasaremos la noche juntas, espero que Serbal no aparezca. Necesito que estés a salvo.

—Lo estoy —respondió Ailish, rodeando la cintura de Bryana con sus delgados brazos—. Gracias por ayudar a Eileen.

—Es mi deber hacerlo —contestó—. Pero Declan debe saber de esto. No puedo ocultarle lo sucedido.

Bryana no demoró mucho en su despedida. Sin embargo, a Eileen le resultó extraño que Bryana se haya despedido de su abuela actuando como si la conociera hace mucho tiempo. Por otro lado, prefirió no darle importancia, hasta el momento.

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Todas decidieron dormir en el living, después de una maratón de series de terror, pero Eileen no pudo cerrar los ojos, y para distraerse, subió las escaleras a alimentar a su hámster. Al terminar, se sentó al borde de su cama y se maldijo a sí misma. La impotencia de no haber tenido la suficiente valentía para defenderse de Jimmie la hizo sentir inútil. Se tapó la cara con ambas manos y lloró tanto como pudo. Muchos malos pensamientos la hubieran perturbado de no ser porque la ventana de su habitación se abrió. Cuando retiró las manos de su rostro, Declan la abrazó llegando en el momento exacto para hacerla sentir protegida. 




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