Justo antes de salir, fue Keitan quien tomó mi mano y me haló hacia delante. Scott pasó por nuestro lado junto a Amelia, pero esta vez, Keitan ni siquiera les dirigió la mirada; terminé más confundida de lo que estaba, incluso giré mi cabeza hacia otro lado cuando pensé que Scott o Amelia me miraban.
Sin embargo, en el momento en que Keitan y yo estuvimos a solas, no dudé en preguntar lo que pensaba:
—Keitan... ¿tienes algún problema con Scott?
Él me miró con una expresión ansiosa después de escuchar mi repentina pregunta. Al ver su reacción, comprendí que me estaba enfrentando a uno de mis peores miedos: aprender a lidiar con una discordia colectiva.
—Bueno, si me preguntas por eso, creería que una de las situaciones más difíciles que hay cuando consigues un amigo, es que tengas otro amigo que no se lleve bien con el —respondió mamá, y batió por última vez su bebida.
—¿Por qué?
—Porque se vuelve muy incómodo, Cariño. Es decir, supongamos que tengo de amigas a Viviana y a Sofia. ¿Qué hay de malo? Pues, en el pasado, tanto Sofia como Viviana se conocían. Tuvieron un problema, se pelearon y se terminaron odiando —Tomó un sorbo de su vaso y continúo—: Por cosas del destino, conocí a las dos y nos llevamos muy bien. Fue tanto así, que comencé a programar salidas con ambas, hasta que un día, sin saberlo, digamos que decidí salir con Sofia pero indiqué que llevaría a alguien más. Tremenda sorpresa que me llevo cuando Sofia y Viviana comienzan a mirarse super mal en la dichosa salida. Quedas en el punto medio y no sabes qué hacer.
Su expresión no parecía ser tan ligera ante el ejemplo que había escogido. Era más como alguien que recordaba algo vivido.
—¿Te pasó eso, Mamá?
Dejó de mirar el vaso y me sonrió con un poco de tristeza.
—Hay gente muy estúpida, Bebé.
Eso me tomó por sorpresa y terminé sin comprender el punto.
—Justamente me sucedió lo que te conté, pero a diferencia de la solución que te voy a dar, ocurrió todo lo contrario —gruñó entre dientes y apretó con fuerza la pasta del vaso. Las yemas de sus dedos evidenciaron la fuerza del agarre cuando se tornaron pálidas.
—Y, ¿eso es...?
—¡La tomaron contra mí! —espetó con los ojos bien abiertos—. Me pusieron en medio de sus peleas y ninguna me considero en lo más mínimo. Todo se trataba de su estúpida y ridícula rivalidad por el idiota que solo buscaba aprovecharse de ellas. Qué poco amor propio el que tenían y para colmo fui alcahueta con las dos, porque en vez de habérmelas aguantado, lo mejor que hubiera podido hacer, era terminar la amistad con ambas. —Terminó de tomar su bebida y balbuceó—: Malditos problemas de discordia colectiva.
—¿Eh? ¿Discordia...?
—La discordia es como no estar de acuerdo con la otra persona —explicó finalmente, cuando se sintió más calmada—. En cuanto a colectiva, se refiere a un grupo de personas. Entonces, sería lo mismo que decir, desacuerdos entre más de una persona. El término lo uso para indicar que hay problemas entre personas. No sé si ya se ha usado por algún autor que estudie esas cosas, Cariño, ¿pero no te parece que suena bien?
—Suena como algo difícil de entender.
—Eso es lo chévere del español, hay tanto vocabulario por usar —Sonrió y volteó a verme—. Bebé, recuerda que en el futuro debes tener en cuenta la vida de quien decidas que va a ser tu amigo. Yo nunca hablé seriamente del tema con ninguna de mis amigas. Si en verdad te aprecias a ti y a tu amigo, háblenlo todo. Que si viste que no estaba bien, pregúntale porqué y, si decide decírtelo, intenta ayudarlo, ¿sí?
—¿A veces no lo dicen?
—Sí, a veces deciden no decir nada al respecto. En ese caso, respeta esa decisión, porque ellos no tienen la obligación de compartir sus problemas o cualquier cosa de ellos. Todo tiene que hacerse de manera voluntaria.
Parpadeé un poco y ella acarició mi cabeza con suavidad.
—Por voluntad, me refiero a que ellos quieran hacerlo. Como ahora, yo te di el ejemplo y también te conté lo que me pasó. Si no hubiera querido, no sabrías nada de esto, ¿o sí?
Negué con la cabeza y recibí un beso en la frente.
—Por último, después de que termines de hablar el problema. Llega a un acuerdo y deja en claro lo que tu quieres. Por ejemplo —Lo pensó un poco y dijo—: Si yo hubiera hablado con Sofia y Viviana, dejaría en claro dos cosas.
»La primera; habría dicho que ambas me caen muy bien y que disfruto de que sean mis amigas, por lo que no voy a dejar de hablarle a ninguna solo porque no se lleva bien con otra de mis amigas. La segunda; si están de acuerdo con mi forma de ver las cosas, que hablemos del tema y decidamos qué hacer al respecto. Ahí se puede proponer lo siguiente: yo salgo con Sofia y únicamente con Sofia. Es decir, nunca vamos a salir las tres, ya que Sofia y Viviana no se llevan bien. Cuando quiera pasar tiempo con Viviana, Sofia tampoco estará. Así se evitarían momentos incómodos, ¿no crees?
Me pareció una buena idea, así que asentí. Entonces, tomé la decisión de seguir sus consejos, porque nunca había tenido ningún amigo y, cuando pudiera tenerlo, quería que todo saliera bien.
—Eso...
Las palabras de Keitan parecían haber desaparecido. Ni si quiera me miraba a la cara. Me preocupé y quise demostrarle que no tenía porqué presionarse.
—Si no quieres decírmelo, no hay problema, Keitan. Solo no quiero que te sientas mal o incómodo. Puede que en un futuro me lleve bien con Scott, pero si él no te agrada, nunca lo mencionaré cuando estemos juntos. Así mismo, cuando seamos grandes y podamos salir a un lugar a divertirnos, iremos donde no esté nadie que no te agrade, ¿bueno?
Al terminar de hablar, llevé mi mano con cautela hacia su dorso. Cuando toque un poco de su piel y vi que no se apartó, decidí ponerla encima por completo. Keitan volvió a verme y me preguntó:
—¿Lo dices en serio...?