A la mañana siguiente me arrepentí haberle dicho que estaba a las siete en su casa, quería dormir mas, pero cuando uno quiere darse ciertos lujos hay que trabajar fuerte.
Le escribí a Jack para informarle donde iba a estar. En mi agenda no tenía programada ninguna cita y no quería que se preocupara por mi ausencia en la editorial, era viernes y quería aprovechar el fin de semana para estudiar a fondo el manuscrito de Nick, aún sonaba en mi cabeza que solo faltaba tres meses para entregar el trabajo y este engendro en vez de escribir estaba tocando en las calles, de solo acordarme mi sangre hervía.
—Señorita García buenos días — me sorprendió verlo despierto y con un semblante mejor que ayer en la noche
Su casa, un poco grande para mí gusto estaba muy ordenada y el ambiente era acogedor, lo contrario a él, me hizo seguir hasta una azotea cubierta que estaba en el segundo piso mientras él se fue a otro lugar de la casa.
La azotea donde me dijo que lo esperara era un lugar mágico, parecía que uno se transportará a otra época, los muebles eran de madera muy al estilo rococó. Aunque antiguos estaban impecables, me imaginé que ese era el espacio donde escribía sus historias, se sentía tan cálido, era como si estuviese viviendo en otra época.
—¿Café? — di un brinco al escucharlo, gire y ahí estaba con una bandeja y dos tazas de café.
—Gracias — recibí la taza y me senté en el diván que tenía —Me permite ver el manuscrito por favor.
—Claro — tomo una carpeta y me la pasó, leí atentamente analizando cada frase, cada signo ortográfico, demore cerca de dos horas, estaba confundida no era lo que esperaba, el manuscrito que Jack me había pasado estaba completamente plano y lo que tenía en mis manos era totalmente diferente, había coherencia en todo, sus personajes eran redondos, la línea de tiempo estaba precisa, la ortografía, todo. No entendí nada, si, la obra que me pasó Nick, le faltaba casi la mitad, pero hasta donde estaba, era sin duda un excelente trabajo, no entendía nada y tenía que salir de dudas.
Caminé por toda la casa buscando a Nick, no tenía muchos pisos pero era amplia, ¡Bingo! Estaba en la cocina, aunque no sé cómo la encontré, a nadie se le ocurre tener la cocina en la parte baja de la casa.
—Terminaste, ¿Que tal? — me sonrió al verme, estaba haciendo unos emparedados de jamón, y aunque lo detesto a él, no fui indiferente a como se veía, se había quitado la ropa con la que me recibió y se había puesto un sweater azul marino ajustado y unos jeans claros, su cabello ondulado caía sobre su rostro, la barba estaba bien cuidada, seguro él mismo se la había retocado porque no estaba así cuando llegue, ¿O si? Cómo sea.
El sabía que se veía bien y su aire de superioridad daño todo el momento.
—¿Porque el manuscrito que me dió Jack no es igual al que me mostraste? —tire la carpeta sobre la isla
—No entiendo, es que acaso no puedo cambiar mis escritos — coloco delicadamente cada ingrediente del emparedado.
—Sabes bien de lo que hablo, supuestamente el manuscrito que tengo en mi poder lo entregaste a Morris dos días atrás.
—Seguro se llevó el anterior — mordió el emparedado y me alcanzó uno — come, te hace falta.
¡Como se atreve! No podía creer lo que oía, me acabó de insultar y el muy infeliz estaba tranquilo comiendo su emparedado.
—¿Vas a comer?
—No me hace falta, trabajo para no mendigar. — recalque lo de la noche anterior.
Si, me moría de ganas por comerme ese emparedado pero mi orgullo era mucho más grande.
—Te lo pierdes — se lo comió en menos de cuatro bocados, ¡Por Dios! Que era este hombre. —quedas en tu casa nos vemos.
¡Que!
—Estas demente, ¿Tenemos trabajo que hacer? No te puedes ir — me pare en la puerta con mis manos en la cintura.
—Es viernes señorita García — tomo unas llaves y se acercó a mí — no trabajo los fines de semana y menos bajo presión.
Hundió un dedo en mi vientre que me hizo recoger mis manos por la sensación, él aprovecho y paso rápido, fui tras él pero el muy infeliz se me escapó.
Día uno de noventa para la entrega del libro, este hombre me va a matar antes de tiempo, además estaba loco, dejarme sola en su casa, ¿Quién en su sano juicio lo hace? Aunque si analizaba lo de la noche anterior ese hombre no estaba en su sano juicio.
Tome mis cosas y salí de allí furiosa y como no estarlo faltaba casi la mitad del libro, el plazo para entregarlo era de tres meses, pero si a eso le quitamos los fines de semana que para él empiezan los viernes, estamos hablando de aproximadamente cincuenta y cuatro días.
¡Mierda!
—¡Te detesto Nicholas Spencer! Y a tí también Jack.
Perdí toda la mañana, se suponía que trabajaría con él todo el día, y poder llevarme el material para trabajar en la portada el fin de semana, pero ese idiota egocéntrico daño todo.
Iba a hacer el medio día, así que no fui a la oficina hasta las dos de la tarde, cuando llegue llame a algunos escritores, cuadre mi agenda para la semana que venía, llame a la imprenta para renovar pedidos y dejé mis pendientes listos.
Quería salir en la noche pero Andrea estaba disfrutando de las mieles de su pareja, Gael viajo de improvisto, al parecer lo llamaron de la cadena de hoteles, el único que me quedaba era Jack, pero aún estoy dolida así que preferí salir sola.
Nunca una película me pareció más aburrida que está, se supone que me iba a divertir pero cuando te acostumbras a pasar los fines de semana con tus amigos, el día que te abandonan se hace eterno y trágico.
Me había dormido cuando escuché el timbre, mire y era la una de la mañana, me sorprendió pero tenía que ser conocido como para que el vigilante del edificio lo dejara seguir sin avisar.
—Hola chiquita
No lo saludé siquiera, solamente lo jale y lo bese.
—¿Tanto me extrañaste? — sonreí y volví a besarlo, Diego me miraba con cierta lujuria.