Fue un fin de semana deprimente, a pesar que delante de Diego no mostré dolor alguno, después de su partida solo pude comer helado de chocolate para menguar mi corazón roto y no porque sintiera amor por él, era más bien por haber perdido una parte cómplice, él se había portado de una manera especial conmigo, además de la química sexual que evidentemente había, me sentí traicionada no porque estuviera comprometido, era más bien por no haber tenido los cojones para haberlo dicho antes, se suponía que nos contábamos todo; y el omitió ese detalle para... Llevarme a la cama por varios meses, ahora sería su mujer quien lo disfrutará, yo no le voy a servir de suplente.
Al llegar al trabajo encontré una cajita con dango sobre el escritorio; un postre japonés en forma de bolitas, mire la tarjeta y mi aparente enojo con Jack cayó por los suelos, él sabía cómo comprarme, amo este postre, revise mi gaveta de reservas, una escondida en mi escritorio y saque unos sobrecitos de té.
—¿Puedo? -Toque la puerta y entre con la bandeja donde llevaba dos tazas de té y la cajita con el dango.
—Creo que estás de buen genio hoy, eso es raro. — se quitó sus lentes y se acercó a una mesa auxiliar que había en la oficina.
—No podía ser desconsiderada y comer yo sola, aunque debería — sonrió y se acercó la taza —Gracias.
—Tory, tus enojos valen mucho — me dice mordiendo el dango, y a decir verdad si, desde la universidad se volvió costumbre que él me comprara estos postres, y es que sin querer, este postre creo está amistad tan especial, cuando de casualidad fui a comprarlos y en ese momento Jack, que era mi maestro estaba allí comprándolos también, y sé lo que cuesta conseguirlos, ademas que su sabor sea como el tradicional.
—Pero valen la pena, deberías hacerme enojar más a menudo.
—Por este año es suficiente — dió otra mordida al dango y clavo su mirada en mi — y... ¿Nick?
—¿Mi castigo? No se, desde el viernes que me dejó tirada en su casa no he sabido de él, es un grano en culo.
—Tory, no es un castigo, miraste el manuscrito, eso no se iba a vender por más que fuera de él — casi me atragantó cuando hablo de eso. -¿Estás bien?
-—No, cuando fui el viernes a su casa me mostró una copia y... No era la misma que te entrego Morris, la que Nick me dió estaba perfecta, al yo decirle solo me dijo que Morris se había llevado una errada.
—No es lógico que se equivoqué en traer algo que se supone ya revisaste.
—ves, eso digo yo, tu cambiaste de editor cuando él realmente no lo necesitaba. —Jack me mira pero el tampoco le encuentra sentido a nada. —Es como si hubiera hecho todo a propósito.
—¿Pero porque no me dijo nada? eso se hubiera podido arreglar
—ya, seguro no le gusto Morris, y para no decírselo tan de frente hizo parecer que tuviera un problema con sus historias para que lo cambiarán. — al menos eso parecía, pero no iba a indagar más en eso tenía que avanzar como fuera. —Bueno, al fin y al cabo ya que podemos hacer, seguiré en mi lucha con ese hombre.
—Tory necesito revisar la portada lo más pronto
—Si, pero no será esta semana, lo dejaré en paz estos días para concentrarme con los demás escritores, la otra semana me dedicaré solo a él — eso esperaba
—vale, trata de llevar las cosas con calma —claro como él no tendría que lidiar con esa calaña
—Algo más que me quieras contar —me miro tratando de descifrarme, luego me mostró una foto que estaba en el periódico local.
El galante empresario Diego Montero por fin contraerá nupcias con la hermosísima diseñadora de modas Gaia Jones, al parecer lo habían postergado hacia seis meses y este fin de semana la misma Gaia confirmo que su enlace que será dentro de dos meses.
—¡Maldito infeliz!
Estaba con las dos él muy malnacido, pensar que le brinde mi confianza, es por eso que no confío en los hombres, siempre trato de mantenerlos al margen, los únicos que puedo decir que son honestos son Jack y Gael.
—¿Y? — me miró esperando que le contara todo.
—Es solo eso, el infeliz me estaba usando mientras ya tenía planes de casarse — Jack era impredecible, él no reflejaba ningúna expresión, pero esta vez noté un ligero enojo —Ya lo mandé a la mierda, sabes que no suelo sufrir por ningún hombre.
—Como digas, solo no entregues tu corazón
—No lo haré — me levanté y recogí el desorden, le di un beso en la mejilla como siempre y salí de allí.
Durante la semana no llame en ningún momento a Nick, aunque estuve tentada, el idiota me amargaba el rato cada vez que recordaba el plazo, tendría que dejar de visitar por unos días a mis otros escritores para enfocarme en él, los demás eran muy calmados y cada vez que se bloqueaban me llamaban o cuando habían avanzado de más no paraban, no tenía que estar encima de ellos, cumplían con los plazos y para mí eso era tranquilizador porque me podía dedicar más tiempo al marketing de cada obra, a diferencia de Nick, que tenía que estar encima de él en todo momento para que pudiera cumplir con las entregas. No solo me molestaba que se retrasará sino que su carácter egocéntrico y orgulloso me enfadaba mucho, nunca trate con él, pero ví luchando a los editores con las imprentas por su culpa, algunos inclusive fueron amonestados por su causa, pero el no prestaba importancia a eso, para el un editor no representa mayor cosa, si, es cierto que como tal un editor no es necesario para revisar sus escritos, pero nosotros los editores vamos más allá de revisar la ortografía o la coherencia en la historia, también implica la publicidad, la portada, como se va vender la obra, decidir cuántas copias se van sacar, crear convenios y otras cosas más, que solo releer una obra.
La semana paso rapido ya que adelante prácticamente todo lo de la semana siguiente, no tuve tiempo de nada, pero me sentía aliviada al saber que mis deberes no bajarían el ritmo que tenía acostumbrado. Era viernes y había quedado en salir a cenar con Andrea y Gael, tenía quince minutos para llegar, por fortuna el restaurante quedaba a escasas cuadras de la editorial, nada mejor que comer algo italiano un viernes en la noche.