Tal vez es siempre

Capítulo 1

Nora

Me levanto de encima de mi maleta –la cual Selena me estaba ayudando a cerrar– y suelto un suspiro. Admito que hacer maletas no es, especialmente, mi punto fuerte y, además, lo odio. De nada me va a servir que intente llevar todo súper ordenador si sé que cuando llegue y abra las maletas, volverán siendo un caos.

Si es que no las pierdes por el camino…

Tú siempre tan graciosa.

La pongo de pie y la dejo al lado de la otra maleta que llevo para estos días. Porque sí, hoy por fin empieza la pequeña gira que Marcus me contó hace unos meses que se haría para promocionar la película, la cual se estrena oficialmente en pocas semanas. Vamos a ir recorriendo diferentes ciudades de diferentes países y, sinceramente, estoy emocionada por ello. Simplemente, porque nunca he salido de los Ángeles.

Nuestra primera parada es Miami, donde estaremos dos días antes de viajar New York. Después, seguiremos por Washington D.C., España, Roma, Londres, Argentina y México hasta que volvamos a Los Ángeles, donde se hará el último preestreno antes de que a mí se me dé por finalizado mi tiempo trabajando en el final de esta trilogía.

Así que sí, tengo muchas ganas de visitar todas esas ciudades. Pero no tengo tantas ganas de ver a… bueno, ya sabéis. A Tyler. La última vez que le vi –y ni siquiera hablamos– fue antes de Navidad, cuando me lo crucé en la calle y él iba con Jessica. No lo he vuelto a ver y no quiero hacerlo, básica y simplemente porque… aún me sigue doliendo. Y aún no he superado nada de lo que pasó entre nosotros.

Sigues enamorada.

Pues sí, querida conciencia. Sigo enamorada.

Pues eres tonta.

Eso ya lo sabe todo el mundo.

–¿Tu padre vendrá? –me pregunta Selena, ganándose mi atención.

–Eh… no. Me despedí ayer de él y de mi hermana. Tenía que ir a trabajar y no podía venir, y Olivia pues tiene clases –me encojo de hombros–. Ya les dije que les avisaría cuando llegase a Miami.

–Miami… qué envidia me estás dando –suspira dramáticamente–. ¿De verdad que no me puedo meter en tu maleta?

–Me arriesgaría a decir que no está permitido.

–Bueno, igual me presento por allí de casualidad y listo.

Río por lo bajo, negando con la cabeza, y me giro para asegurarme de que no se me olvida nada. Maletas preparadas y mochila como equipaje de mano donde llevo algunas de mis cosas, como el ordenador, cargadores, lentillas, dos libros, pasaporte y billetes de avión… y demás cosas que he ido metiendo por si acaso y que seguramente no utilice la mayoría.

–¿Has metido maquillaje?

–Qué obsesión con el maquillaje –pongo los ojos en blanco–. Sí, lo he metido. En esa maleta –señalo la más pequeña.

–¡No es obsesión! Te recuerdo que tienes que ir a eventos y esas cosas, tendrás que arreglarte un poco.

–Sí, bueno… no me voy a preparar como si fuese a una gala de los Óscar, aviso.

–Ya irás algún día ya.

Suspiro y me acerco a la mesita de noche para coger mi teléfono, fijándome en la hora. Vale, voy con tiempo. Pero debería salir ya.

–¿Vamos ya? Quiero llegar con tiempo suficiente –miro a mi mejor amiga.

–Sí, vamos. Te ayudo –y se acerca a coger una de mis maletas.

Voy yo también hasta la segunda y a la mochila –la cual me cuelgo al hombro– y le echo un último vistazo a la casa, asegurándome de dejar todo bien. Selena se pasara algún días para echar también un vistazo, así que no me preocupa dejar la casa sola tanto tiempo. Además, tampoco tengo nada de valor aquí dentro que…

Pero, ¿qué haces pensando que te van a entrar a robar?

¡Yo qué sé! ¡Por si acaso!

Cierro la puerta a mis espaldas, echo la llave y, justo cuando estoy a punto de subir al ascensor con Selena, Virgine sale de su piso.

–¿Qué pasa, no te despides de mí? –pregunta.

–Claro que sí –río y me acerco a ella.

Hace unos días le comenté que iba a hacer este viaje cuando coincidimos al entrar juntas al edificio y, por lo que veo, se ha acordado de que me iba hoy.

–Disfruta mucho de este viaje, bonita –me da un pequeño abrazo.

–Lo haré –sonrío ampliamente–. No me eches mucho de menos.

–Te estaré esperando con uno de mis grandes pasteles.

Las dos reímos y, tras dos besos más como despedida, vuelvo con mi mejor amiga, quien se despide de ella con una sonrisa amable y las dos bajamos por el ascensor. Al salir del edificio, agradezco la brisa de aire frío que hace a pesar de que está el sol fuera y voy junto a Selena hasta su coche.

¡Ah, sí! Sigo sin tener coche. Mi querido coche dejó de funcionar hace dos meses y, bueno, aún sigo ahorrando para poder comprar alguno que no vaya a dejarme tirada en menos de un año. Así que tengo que seguir dependiendo de otras personas.

Guardamos las cosas en el maletero y, rápidamente, me siento en el asiento del copiloto.

–Toma –le doy a Selena una copia de las llaves de mi casa–. Ni se te ocurra hacer fiestas ni nada extraño.

–Sí, en cuanto te montes en el avión, yo me monto una orgía. Menuda confianza tienes en mí… –murmura y sonrío, divertida–. En todo caso, me quedo con la comida que te hace tu vecina, nada más.

–Eso no es nada nuevo.

Me lanza una mirada divertida y por fin se incorpora a la carretera, conduciendo directamente hasta el aeropuerto.

Me quedo mirando por la ventanilla durante, prácticamente, todo el camino, despidiéndome por unos días de las calles de Los Ángeles. Estoy demasiado emocionada de poder salir de esta ciudad y del país gracias a esta pequeña gira. Creo que se lo estaré agradeciendo a Marcus toda la vida, quien, además, me ha dicho que después de todo esto, hablará conmigo sobre mi continuidad o no trabajando con ellos.

Al final, a pesar de que cuando comencé a hacer las prácticas no me caía demasiado bien y no me apasionaba levantarme para ir hasta el estudio, he acabado cambiando mi opinión sobre él. Me ha tenido en cuentas en numerosas ocasiones, ha apuntado y llevado a cabo algunas de mis ideas, también ha pedido mi opinión… ¡incluso mi nombre aparece en los créditos finales de la película!



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En el texto hay: romance, amor, cine

Editado: 15.12.2021

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