Nora
Evito mirar a Tyler en todo momento y me centro en mirar la cinta transbordadora en busca de mis maletas. He estado todo el viaje hablando con Carol hasta que se ha dormido y yo, sin nada más que hacer, he elegido una película cualquiera del catálogo del avión, pero apenas le he prestado mucha atención.
Por fin, veo aparecer mis dos maletas y me apresuro a colocarme para poder cogerlas sin problemas. Pero, ¿sabéis lo que pasa? Que no puedo cogerlas con facilidad debido a la velocidad de la cinta, a la cantidad de gente que hay y a mi gran estatura –nótese la ironía–. De hecho, estoy a punto de tropezarme con mis propios pies cuando me inclino hacia delante cuando Marcus –para mi sorpresa– se adelanta y coge mis dos maletas.
Se gira hacia mí sonriendo cuando lo hace, dejando las maletas entre los dos.
–Muchas gracias –le digo, algo avergonzada pero aliviada de que me haya ayudado.
–No hay de qué –hace un gesto de indiferencia con el hombro–. Ya estamos todos, ¿vamos?
Asiento con la cabeza y me uno a él para ir con los demás, donde veo a Carol intentando no reír. Seguro que ha visto mi fracasado intento de coger las maletas. Le lanzo una mala mirada y ella ríe por lo bajo cuando nos ponemos a caminar hacia la puerta de llegadas junto con todas las demás personas con las que nos cruzamos.
Pero me detengo al instante, sorprendida, cuando al cruzar la puerta hay un pequeño grupo de personas –adolescentes, sobre todo– y gritan ante la llegada de los actores.
Madre mía, cuánta alegría…
Y qué dolor de cabeza. Mejor me voy de aquí.
Veo como los mánagers de los tres actores protagonistas van con ellos hacia dónde está ese pequeño grupo y yo me escabullo como puedo entre las demás personas. Según ha comentado Marcus al salir de avión, hay una furgoneta esperándonos fuera.
–¿Estás bien? –me pregunta Carol de repente en voz baja, pillándome desprevenida, y saliendo ya del aeropuerto.
–Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas?
Sigo a Marcus a un par de metros de él hacia una furgoneta negra que ya veo aparcada a varios metros en la entrada.
–He visto cómo has reaccionado cuando has visto a Tyler –dice ella, aún en voz baja, e intento seguir aparentando normalidad antes sus palabras–. ¿Seguro que…?
–Estoy bien –me giro hacia ella, sonriendo falsamente–. Agradezco que te preocupes, pero ya estoy bien y… sinceramente, no quiero pensar en nada que tenga que ver con él. Quiero pasarlo bien en estos viajes.
Ella parece dudar ante mis palabras, pero finalmente, asiente con la cabeza y las dos llegamos a la furgoneta, donde metemos nuestro equipaje antes de sentarnos una al lado de la otra.
Diría que, prácticamente, todo el mundo sabía lo que ocurría entre Tyler y yo, y todo el mundo sabe ahora que acabó realmente mal. Sobre todo Carol y más aún tras el último día de rodaje. ¿Sabéis quien se presentó allí? Exacto, Jessica. Con sus andares de modelo y como si fuese una diosa bajada del mismísimo cielo, cruzó la puerta del set cuando terminamos de grabar la última escena y se quedó allí, como si nada.
Obviamente, yo me marché cuando vi la oportunidad a pesar de que me hubiese gustado quedarme un rato más en la celebración que estaban haciendo tras haberle dado, por fin, un cierre a esa trilogía de películas.
Pero siempre he actuado como si no pasara nada. Simplemente, ignoraba y evitaba a Tyler, por lo demás… he seguido haciendo mi trabajo lo mejor posible. Y, de momento, parece que ha ido bien ya que he no he tenido ninguna queja de Marcus o William; al contrario, me invitaron a venir a este gira con ellos.
Así que sólo tengo que seguir aparentando normalidad todos estos días y… listo.
Si todo fuese tan fácil…
Sh. Silencio.
Miro por la ventanilla como si fuese lo más interesante del mundo, cuando lo único que veo son coches pasando lentamente y a personas caminando con prisas mientras arrastran sus maletas. Pero mucho mejor centrarme en esto que en la persona que ya sé que está viniendo junto a sus dos compañeros.
Y lo sé porque ese grupo de personas también los siguen hasta la furgoneta.
¿Así es la vida de alguien famoso? Qué estrés.
Tienen que pasar cinco minutos para que, por fin, el conductor de la furgoneta arranque y pongamos rumbo a nuestro hotel. Nunca he salido de Los Ángeles, así que me quedo totalmente embobada mirando por la ventanilla cada calle de Miami por las que pasamos, como si acabase de descubrir el mismísimo cielo.
Al llegar al hotel y cuando la furgoneta estaciona delante de éste, todos bajamos del vehículo y le sonrío amable a Marcus cuando me pasa mis maletas –vaya hoy parece estar simpático. Por último, entro en el hotel junto con los demás.
Sabéis como hago todo esto, ¿verdad? Eso es, evitando mirar a mis lados en todo momento para no cruzarme con la mirada de la persona innombrable.
Tyler.
Joder, qué pesadita estás.
Mientras hablan con recepción para pedir las llaves de nuestras habitaciones, yo aprovecho para escribirles rápidamente a mi padre y a Olivia. El primero aún estará haciendo cosas en el trabajo, pero mi hermana no tardará en salir de clase, así que espero a que conteste en los próximos minutos. Después, le escribo a Selena.
–Nora –me llama William y levanto la mirada hacia él.
En las últimas semanas de rodaje he hablado mucho más con él –al principio apenas lo hacía– y admito que me parece un hombre encantador. Me arriesgaría a decir que es casi de la misma edad que Marcus, con el pelo totalmente negro, algunas arrugas en la zona de sus ojos y éstos de color marrón-verdosos; y también me arriesgo a decir que él tiene el rostro más simpático –y, realmente, lo es– que Marcus.
–Dime, William.
–Toma, la tarjeta de tu habitación –me la tiende y yo la cojo al instante–. Está en la cuarta planta, la número 403. Casi todos vosotros estáis allí, excepto Marcus, los mánagers de los chicos y yo, que estamos en la tercera planta.