Nora
¿En qué momento pensé que era buena idea beber tanto?
Me paso las manos por la cara, frustrada, y me quedo mirando el techo de mi habitación pensando, básicamente, en nada. Las imágenes de anoche se crean una y otra vez en mi cabeza y, finalmente, no puedo evitar sonreír. Al final, acabé pasándomelo genial con Carol en mi habitación. Ni siquiera recuerdo a la hora a la que se fue, pero me arriesgo a decir que no he dormido más de 4 horas.
Con pereza, me estiro sobre el colchón y me levanto de la cama lentamente. Me quedo sentada con los pies colgando por el borde de la cama y mirando el suelo, como si lo que tengo frente a mí fuese lo más interesante que he visto en mi vida, hasta que decido levantarme de una vez e ir a darme una ducha.
El agua fría consigue despejarme mucho más y, cuando salgo ya del baño vestida, me siento un poco mejor. Pero apenas tengo hambre. Sé que debería ir a desayunar algo antes de ir al aeropuerto, pero tengo el estómago cerrado. Así que esperaré a llegar al aeropuerto comprar allí algo si tengo más apetito.
Me quedo un rato en la habitación sin hacer, prácticamente nada. Decido revisar mi equipaje y asegurarme que llevo todo varias veces. Al tercer vistazo, creo que ya lo tengo todo, así que lo dejo todo cerca de la puerta y miro un poco mi teléfono.
Dylan ha subido varias fotos de ayer en el preestreno y de esta mañana, avisando de que en unas horas estaremos en Nueva York. Sonrío al ver la ubicación de la próxima ciudad en la que estaremos y, tras un rato mirando mi teléfono, salgo de la habitación. Por supuesto, me aseguro de que Tyler no sale en este momento y puedo bajar por el ascensor yo sola.
–¡Buenos días! –exclama Carol cuando me ve salir del ascensor. Está sentada en uno de los sillones que hay en la entrada–. ¿Cómo te encuentras?
–Demasiado cansada y con resaca –murmuro, ahogando un bostezo y sentándome a su lado–. ¿Cómo puedes estar tú tan bien?
–He conseguido prepararme uno de mis batidos para la resaca. En este hotel tienen de todo –se encoge de hombros y me muestra una botella de plástico–. ¿Quieres probar?
Miro la botella unos segundos con desconfianza. Sinceramente, el color rojo no muestra que vaya a tener un sabor increíble. Pero Carol sigue insistiendo, con una sonrisa, y al final acabo por coger su botella y darle un pequeño sorbo.
Mala decisión.
Como siempre.
Una mueca de desagrado se instala en mi rostro e intento no escupir lo que tengo en la boca.
–Pero… ¿qué ingredientes lleva? –pregunto cuando he conseguido tragar el pequeño sorbo.
–Tomate, pepino y cebolla.
–¿Tomate…? ¿Pe…? ¿Cómo puedes beberte esto?
–Lo bebo desde siempre. La primera vez que lo probé fue a los… 17, cuando me emborraché por primera vez. Mi abuela me lo hizo y reconozco que casi vomito, pero bueno –se encoge de hombros y le da un sorbo–, ya me he acostumbrado al sabor.
–Madre mía… pues yo no voy a querer más, no te preocupes. Todo para ti.
Carol ríe y yo me apresuro a sacar la botella de mi bolso que, realmente, no está muy fría pero que agradezco tras el mal sabor que me ha dejado ese batido en el paladar. Le doy un par de grandes sorbos y vuelvo a guardarlo después. En el aeropuerto compraré otra botella.
No es hasta 15 minutos más tarde cuando ya estamos todos y podemos poner rumbo en el aeropuerto. Obviamente, os podéis imaginar cómo reacciono al ver a Tyler llegar a nosotros.
Ignorándole.
Conciencia lista.
Nuestro vuelo no sale hasta dentro de una hora, así que cuando me siento en una de las sillas de plástico, me limito a mirar mi móvil durante todo ese rato. Ni siquiera algo realmente interesante, simplemente paso de una red social a otra, veo fotos o vídeos, hablo con Selena y quedo en llamar a Olivia por la tarde.
Así de interesante es mi vida en estos momentos.
Pues estás haciendo una gira con actores muy famosos.
Ya se me ha entendido.
–Hoooola –Dylan se sienta en el sitio libre que hay a mi derecha.
–¿Qué tal? –le sonrío, dejando el móvil a un lado.
–Creo que dormiré en cuanto me siente en el avión –comenta, ahogando un bostezo.
–Te comprendo –río–. Pero dudo mucho que duerma en el avión. Prefiero centrarme en otras cosas.
–Ojalá ser como tú –suspira y esta vez no puede evitar bostezar–. Uf, lo siento.
–No te preocupes –le miro, divertida–. ¿Cuánto has dormido?
–Eh… ¿3 horas? No sé, no me acuerdo. Nos entretuvimos bastante después de cenar, pero bueno… –se encoge de un hombro–. ¿Qué tal los días en Miami? ¿Te está gustando esto?
–Sí, la verdad es que sí –respondo, sincera–. Aunque sé que cuando acabe la gira me voy a alegrar un poquito. No estoy acostumbrada de ir de un lado a otro. No sé cómo lo hacéis.
–La costumbre.
–Menos mal que yo estaré detrás de las cámaras y no tendré que hacer estas giras.
–A no ser que acabes siendo tú la directora de alguna película, ¿no? –enarca una ceja, sonriendo.
–Soñar es gratis –me encojo de hombros y veo de reojo a Tyler acercarse lentamente a nosotros–. Bueno, voy al baño antes de tener que montarnos en el avión. Te veo luego.
Él asiente y parece darse cuenta de mis prisas por irme al ver a Tyler acercándose, pero no dice nada y yo –en el fondo– se lo agradezco cuando me levanto de la silla y me apresuro a buscar el cuarto de baño. Ni siquiera tengo ganas de ir, pero no quiero cruzarme con Tyler.
Pues te quedan bastantes días con él.
Oh, no lo sabía. Gracias por recordármelo.
Me entretengo unos minutos en el baño y otros tantos dando un paseo por el aeropuerto, viendo las tiendas abiertas que hay por aquí. Al volver, veo como hay varias personas cerca de los actores y éstos se muestran ambles con ellos, así que me mantengo a un lado y vuelvo a ir con Carol, con quien paso la puerta de embarque y vamos las dos hacia el avión.