Nora
Creo que soy un poquito más feliz.
En cuanto pongo un pie fuera del aeropuerto, sonrío ampliamente. Por fin estoy en Madrid. Después de las veces que he soñado con querer venir a España, aquí estoy. El tiempo el fresco, pero el sol me da de frente y es bastante agradable. Cierro un segundo los ojos, escuchando los pasos de la multitud de personas que pasan a mi alrededor y, por supuesto, las voces de las fans que han venido para encontrarse con los actores.
Me giro un instante para ver como los tres actores corresponden a las fotos que todas quieren hacerse con ellos, mostrándose amables. Incluso Tyler lo está intentando.
¿Otra vez pensando en él?
Perdón.
Me giro justo cuando veo a Carol llegar a mí y las dos nos montamos en la furgoneta, dejando nuestras cosas en la parte trasera de ésta.
–Pareces contenta –me dice, las dos sentadas una al lado de la otra.
–Es que lo estoy. Tenía muchas ganas de venir a España.
–Te encantará –asiente ella con la cabeza.
–¿Ya has estado aquí?
–En Madrid apenas estuve dos días, donde más estuve fue en Barcelona. Pero todo lo que me dio a ver aquí me encantó. Yo también tenía ganas de volver.
–Guay –murmuro, mirando por la ventanilla. Ya estoy deseando llegar al hotel–. ¿Salimos en cuando dejemos las cosas en el hotel?
–Por supuesto que sí –ella sonríe ampliamente.
Los chicos tardan en llegar unos minutos más y montarse en la furgoneta y, cuando lo hacen, dejamos atrás a ese grupo de chicas que se habían reunido en el aeropuerto para ir directamente al hotel. Hoy, al igual que el resto de los días en las otras ciudades, tenemos el día libre hasta que mañana sea el preestreno. Las entrevistas las tienen por la mañana, antes del evento.
Aprovecho el camino al hotel para hacer varias fotos por la ventanilla y enviárselas a mi padre, Olivia y Selena –mis contactos favoritos, obviamente–. Al llegar al hotel, bajo lo más rápido que puedo, con mucha más prisa que las anteriores veces, y espero impaciente a que me den la llave de mmi habitación.
–Tenías ganas de venir, ¿eh? –comenta William a mi lado.
–Muchísima –río un poco.
–Pues toma tu llave –aparece Marcus, tendiéndome las llaves–. Quinta planta, la 516. La cena será a las 21.00, no faltéis.
–Genial, gracias –sonrío–. Nos vemos luego.
–Si necesitas un guía turístico, me avisas –bromea Marcus y fuerzo una risa mientras me dirijo al ascensor.
Entro en el ascensor junto a Carol, quien vuelve a tener la habitación en la misma planta que la mía, y coincidimos con una familia de tres hijos. Al llegar a nuestra planta, recorro rápidamente el pasillo en busca de mi habitación y entro al instante en el que la veo.
Apenas me detengo a prestar mucha atención a la habitación, pero vuelve a ser tan espaciosa y preciosa como todas las demás. Cama de matrimonio frente a un gran televisor, cuarto de baño con multitud de opciones en la ducha y un gran espejo iluminado por dos focos; además de un armario que de nuevo no utilizaré y un balcón que tiene unas vistas preciosas de la ciudad.
Sonrío ampliamente al asomarme y poder ver con mis propios ojos todo lo que he durante años he visto a través de fotos.
Sin detenerme mucho más, salgo de la habitación y me encuentro a Carol ya esperando en la pared de enfrente a mi habitación. Me mira al instante en el que cierro la puerta y las dos nos encaminamos al ascensor.
Creo que paso uno de los mejores días desde que comenzó esta gira. Recorremos los lugares más emblemáticos y famosos de la ciudad, además de calles escondidas que, por supuesto, también tienen su encanto. Vemos Plaza Mayor, donde –por supuesto– hay muchísima gente, al igual que en el Parque de El Retiro y Puerta del Sol. No dejo de hacer fotos a todo lo que veo y enviársela a mis contactos favoritos. Ni siquiera me importa lo mucho que estoy caminando y lo cansada que estaré cuando llegue al hotel, ahora estoy disfrutando demasiado.
Gran Vía me encanta y tanto Carol como yo nos entretenemos en mirar cada tienda sin comprar nada realmente, pero pasando un buen rato hasta que terminamos de recorrer toda la calle. Estoy segura de que a ojos de los demás parecemos las típicas turistas extranjeras que van con cámara en mano y haciendo fotos a todo.
Pasamos también por varios barrios, como el barrio de La Latina, Salamanca o Atocha. Y como última lugar de visita llegamos al Templo de Debod, donde vuelvo a entretenerme a hacer varias fotos antes de dejar el móvil y disfrutar del lugar.
–¿Cenamos algo fuera? –me pregunta Carol, ya de vuelta al hotel.
–Deberíamos ir a cenar al hotel, ¿no?
–¿Quién dice eso? No estamos obligadas –se encoge de hombros–. Vamos, tienes que probar algo típico de España. Y las comidas de los hoteles no son de lo mejor que hay.
–Está bien –acepto al instante.
Recorremos los caminos que hemos realizado para llegar hasta aquí, y sigo sus pasos hasta que llegamos a un restaurante donde nos sentamos en una mesa libre que hay dentro del restaurante. El ambiente que hay aquí dentro es agradable. Miro a mi alrededor unos segundos hasta que un joven camarero se acerca a nosotras.
Dejo que Carol pida por las dos y hablamos de lo que hemos visto hoy por Madrid. O, más bien, hablo yo de lo mucho que me ha gustado todo mientras ella me escucha atenta, interviniendo de vez en cuando y terminando de contarme ella alguna anécdota de cuando estuvo aquí con su ex-marido.
Al recibir nuestro pedido, le doy un sorbo al agua –eso sí lo que he pedido yo– y miro el plato que tengo preparado frente a mí. Según me explica Carol es bocadillo de calamares con mayonesa, algo típico de España.
–Te encantará –comenta ella cuando me ve mirando el plato–. Cuando lo pruebes, no podrás dejar de hacerlo.
–Confío en ti –sonrío de lado.